Capítulo Treinta y Nueve

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Canción sugerida: In the End - Linkin Park.

"...El tiempo es algo valioso
Míralo volar como el balanceo de un péndulo
Mira su cuenta regresiva hasta el final del día
El reloj marca como se va la vida.
Es tan irreal...".

Nuevo mundo.
12 de Octubre de 1492.
Anochecer.

En una noche llena de tormentos y agonía, Escarlata yacía cautiva en un barco llamado "Santa María". Abordo iba Cristobal Colón, un hombre Español muy soñador y explorador innato.

_ ¡Capitan, la marea está empeorando!

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_ ¡Capitan, la marea está empeorando!.- Exclamó un hombre de aspecto cansado, era el segundo al mando. _ ¡¿Que hacemos?!.

_ ¡Liberen las velas y vayamos a estribor, ya!. - Ordenó.

_ ¡Pero, nos volcaremos señor!.

_ ¡No, ella nos está ayudando. Aida se encuentra controlando los mares. A cambio debo matar a Escarlata. No fallaré maestre Nickens, no esta vez. Conquistaré la India!.

_ ¡Pero Capitán ¿Cómo la matará? Es la creadora...!.

_ ¡Ella me ayudará. Vendrá pronto, necesito que la mantengan dormida!.

_ ¡Si capitán!.

El barco se movía sin control. Cada cierto tiempo, los mares surcaban las bases de madera del Santa María, pero no conseguían tumbarlo.

Aida se encontraba con tres Sirenos, sosteniéndolo desde las raíces que se sumergían en el mar.

_ ¡Debo subir, se quedarán aquí. No permítan que este barco se hunda!.- Les ordenó Aida antes de subir hacia la superficie.

Sus ojos estaban completamente rojos y su mente tan solo pensaba en su plan, su único plan: Matar a su mate, matar a Escarlata.

Sin más, subió hacia proa. Observó a miles de hombres intentando mantenerse de pie y cumplir sus funciones.

Detrás del mástil, divisó a su aliado: Cristobal Colón.
Fue a su encuentro sin problemas.

_ ¿Donde está ella?.- Le preguntó.

_ En las celdas amada Aida, la tenemos con miles de cadenas forjadas de hierro macizo...- Respondió Cristobal, pero fue interrumpido.

_ ¿Está sufriendo?.

_ Si amada Aida, lo que le inyectamos es plata antigua que la quema por dentro y los hierros le tienen llena de llagas...

Aida sonrió, en sus ojos rojos surgió un brillo especial. — Excelente jajajajajaja...

Aquella risa erizaba cada parte del cuerpo de Cristobal, no era un hombre violento, ni nada parecido. Pero, las ansias de dejar una huella y quedar en la historia de España como un conquistador eran grandes, más que sus principios como un hombre perteneciente a la religión Católica.

Ngen [AiLu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora