CAPÍTULO 10. LA REUNIÓN DE LOS CACIQUES.

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El salón era magnifico, ostentaba el poder, riqueza y grandeza de la misma institución

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El salón era magnifico, ostentaba el poder, riqueza y grandeza de la misma institución. Era un salón con techos tan altos que era difícil distinguir donde terminaban. Todo el lugar lucía en decoraciones de oro y piedras preciosas, las cortinas que caían del techo decoraban enormes pilares, tenían impreso escudos. Avis se preguntó si cada uno pertenecía a cada uno de los equipos o casas pues distinguió el Zempoal azul, insignia con la cual se identificaba su equipo. En el extremo del salón se elevaba un semicírculo donde se encontraban los doce representantes de las casas más antiguas y que tenían el control.

Avis se sorprendió cuando vio a Aléxandros tomar un lugar, que incluso parecía de alto rango, dentro de los altos rangos.

―¡Bienvenidos sean! ―dijo el más anciano de todos, era un anciano de pelo blanco, ojos blanquecinos y aspecto quebradizo―. Es grato ver la gran cantidad de Expiadores que se graduaron este año. Trece de ustedes formarán parte del ejercito de luz que lucha en las sombras por el bien mayor, pero esto es una guerra así que omitamos los adornos ―dio un aplauso y aparecieron varios asistentes―. Tomen el anillo de la casa que los respalda y con la cual trabajaran a partir de hoy. Felicidades y mis más sinceras condolencias.

Avis tomó el anillo y se lo colocó, tenía el escudo de armas de la Finca Bleu. Aún tenía sentimientos sumamente confusos creado un torbellino de incertidumbre dentro de él, pero ahora que había abierto esa puerta no podía volver atrás.

Los asistentes les indicaron que salieran de la sala, aunque habían logrado pasar la prueba muy pocos de los presentes parecían alegres sino todo lo contrario, todos tenían un rostro sombrío, otros no podían contener el llanto que evidentemente no era felicidad y otro poco lucían una facie de quien ha sufrido el peor trauma posible.

―Bueno, ya eres de los nuestros ―dijo Alastair.

―Yo hubiera preferido que no ―comentó Ruber compungido―. No quiero esta vida para ti ―abrazó a Avis mientras lloraba dramáticamente.

―Su alteza siempre tan sentimental ―comentó Maysha rodando los ojos.

―¿Nos vamos? ―murmuró Avis cortantemente―. Estoy cansado.

Todos asintieron y comenzaron a caminar.

―Esperen, ¿y el capitán?

―Es treinta y uno de octubre, es la reunión de los peces gordos de la brujería del país.

―¿Cómo es eso? ―preguntó Avis interesado.

―¿Cómo es eso? ―preguntó Avis interesado

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Nuevo Génesis: la rebelión del ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora