CAPÍTULO 17. EL CAÍDO DEL LONGAVÍ.

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―Avis

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―Avis... chico ―Aléxandros se puso de rodillas junto a él.

Avis se retorcía de dolor, el Creador de Ríos le había herido con una ajuga hecha de sangre envenenada.

―Co... cortesía del niño serpiente ―había exclamado el Creador de los Ríos antes de morir.

―¡No! ―Aléxandros buscó por donde había ingresado la ajuga―. Esto te dolerá ―puso sus manos sobre la herida que parecía infectada haciendo presión y usando su fuego cauterizó la herida.

Avis gritó hasta desmayarse. A fuera se escuchó un poderoso estruendo similar a un grito, luego se sintió como si todo el lugar vibrara violentamente. Segundos después el techo se quebró.

―«¡Cap!»―gritó Ruber entre el polvo.

―¡Por aquí!, es... Avis no sé qué...

Ruber se acercó a revisarlo rápidamente se sorprendió de la expresión del capitán. Ruber sacó una laminilla de vidrio sobre cual puso unas gotas de la sangre de Avis, le echó unas gotitas de un líquido azuloso y luego lo olfateó. Su mirada se ensombreció.

―¿Qué?... ¡¿qué?! ―exigió saber Aléxandros. El resto del equipo estaba expectante.

―«Cap»... este veneno es ―tragó saliva―. Una sentencia de muerte segura ―todos se quedaron sin aliento.

―No es posible, tú puedes salvarlo ―dijo Maysha, pero Ruber negó―. ¿Cómo es posible? Eres el mejor sanador, bueno podemos llevarlo a Andros y...

―No, Maysha. Este no es un veneno físico. Era del chico serpiente Nahual, ¿verdad?

Aléxandros asintió atónito.

―Creo que sí...

―Una maldición muy perversa, cuando esas habilidades de transfiguración humana provienen de una maldición generacional se le suma el odio y el rencor acumulado por siglos, no solo logran transmutan el cuerpo sino el alma, es decir, no solamente su cuerpo se vuelve animal. Este tipo, este veneno es uno que pudre el alma, hecho a base del odio. No hay cura, al menos que yo sepa ―miró a Avis con los ojos acuosos.

Aléxandros se dejó caer, los gemelos se abrazaron Alexia estaba llorando y Maysha maldijo por lo bajo. Zeke se acercó tomando a Ruber por el hombro.

―Hay una forma, pero es extremadamente improbable.

―¿Cuál?, ¡dinos! ―le exigió Aléxandros.

―Primero, vámonos de aquí, dejemos que la Segundo se encargue de la limpieza, su gente está llegando ahora mismo ―miró hacia arriba―. ¡Ah! ―golpeó el suelo con su mano y se dibujaron varios círculos mágicos, estos comenzaron a girar a gran velocidad y luego desaparecieron en un destello.

︵‿︵‿︵‿︵

―No vuelvas a hacer eso ―se quejó Alastair vomitando.

Nuevo Génesis: la rebelión del ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora