CAPÍTULO 30. LA SEDE BAJO FUEGO.

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Los gritos de terror se oían por toda la ciudad, explosiones devastaban zonas completas, el cielo oscuro se iluminaba reflejando el fuego que consumía a la ciudad

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Los gritos de terror se oían por toda la ciudad, explosiones devastaban zonas completas, el cielo oscuro se iluminaba reflejando el fuego que consumía a la ciudad. El ejército y la policía hacían lo que podían, pero las balas no siempre resultaban útiles.

―¿Dónde está Ruber? ―preguntó Avis.

―Él... ―Zeke y el capitán se miraron―. La nave explotó y no sabemos si...

Los chicos corrían hacia el edificio Ocelot, pero la calle estaba destruida a tal punto que ya no existía. Alexia usando sus abanicos los hizo levitar. Desde las alturas podían ver grupos no solo de militares sino de miembros de la Sede librando batallas feroces.

―¿Qué? ―exclamó el capitán.

Pudo notar como un grupo de rebeldes Nahuales apoyaban a miembros de la Sede y estaban protegiendo a los civiles, tenía una perspectiva mucho muy diferente ahora y creyó completamente en las palabras del Cuarto.

―¿Por qué están ayudándonos? ―preguntó Alastair―. Ellos son los causantes de toda esta desgracia.

―No... ―suspiró el capitán―. Escuchen...

Un estruendo y un potente destello justo cuando el capitán terminaba de explicarles algo les indicó que el escudo protector de la Sede había cedido. Un numeroso grupo de brujos se había reunido alrededor.

―¡La Sede!

―¡Ah!

Un monstruo gigantesco de un aspecto horroroso apareció de la nada y los engulliría, pero un aullido rompió el cielo. Un veloz destello plateado y rojo y esa colosal bestia no los tocó.

―¡Rojo estás bien! ―exclamó el capitán.

El monstruo cayó con la cabeza hecha añicos. Los brujos ya habían ingresado al recinto. Los chicos llegaron hasta Ruber que se estaba quejando porque su hermosa armadura se había cubierto de porquería.

―¡Avis estas bien! ―Ruber abrazó a Avis alzándolo en el aire.

―¿Y al resto que nos orine un perro? ―dijo Alastair. Ruber lo tomó también abrazándolo junto con Alexia―. ¡«Fooo», olor a perro mojado!

―Vamos, la Sede está siendo tomada, ya ni sabemos por quién o qué.

―¡Espera Sexto! ―era la Noveno―. No interfieras.

―Yeyetzi, de la casa Meztli, la Noveno Cacique del consejo ―le murmuró Alexia a Avis.

―¿Qué quieres decir Noveno?

―No lo entenderías, pero, aunque parece improbable este infierno no fue desatado por los rebeldes restantes, fue el Primero. Tanok, ese maldito viejo es el traidor.

―No ―dijo Aléxandros―. Debe haber...

―El Cuarto lo sabía por eso es maldito la mató, nosotras fuimos las primeras en saberlo, la casa del Cuarto se encargó de obtener pruebas, pero esas desaparecieron. ¿Lo notas?, ¿no lo comprendes verdad? Esto es un golpe de estado. Lo llevaba planeando hacía años, se hará con el poder y el control del país.

―Lo sé, el Cuarto me dio esto antes de morir, sí, estuve ahí. Perdón no pude protegerla... aun así los rebeldes no son inocentes.

―Evidentemente no, pero el Primero se enteró de los planes que teníamos de derrocarlo y actuó, nos culpará de todo esto no hay otra forma. Si esta noche el Primero no cae por la mañana todos nosotros estaremos muertos ―comenzó a caminar hacia la Sede―. Puedes seguirme o vete.

El interior del recinto estaba lleno de escombros, el escuadrón se horrorizó el suelo estaba tapizado por una gran cantidad de sangre. El salón de nombramientos estaba lleno de cadáveres desmembrados y empalados, era una escena dantesca.

―Ingresaron hace solo unos minutos, ¿qué pasó aquí? ―preguntó Maysha preparando su tridente.

―No sé ―Alastair liberó dos látigos de agua.

―Pero si no peleamos ―dijo Alexia abriendo sus abanicos y colocándose unas gafas de aviación.

―Terminaremos como ellos ―Zeke preparó su alabarda de doble hoja.

―Alguien viene ―murmuró Ruber.

Se trataba de un jovencito a media transformación animal, no tenía un brazo y había perdido un ojo.

―¡Por favor huyan! Él es... es un demonio. Sus cuerpos... yo... ―sonó un chasquido algo lo partió a la mitad. Sus órganos se desparramaron por el suelo.

Se oyeron más gritos, el escuadrón corrió hacia el tumulto, era el gran salón de los Representantes y Legislativos y se encontraron con una escena que hizo que hasta el capitán quisiera huir.

La Noveno estaba siendo engullida por un ser que parecía tener cuerpo de león, pero en lugar de cabeza tenía una enorme boca llena de filosos dientes, su lengua se abría en dos secciones para expandirse y poder tragar a sus presas. Un grupo de brujos con sus varitas alzadas lanzaban poderosísimos hechizos, pero nada le hacían. Ruber saltó llegando hasta la bestia en segundos e intentó golpearla, pero esta se movió a una velocidad increíble. Se tragó a la Noveno.

―¡No Ruber!

Este volaba de nuevo hacia la bestia, pero la lengua de una segunda criatura lo atrapó del pie y lo estrelló contra el suelo violentamente rompiendo la cerámica, luego lo arrastró por la pared rompiéndola.

―¡Rojo! ―gritó Avis.

Zeke concentró energía en sus manos y la proyectó hacia la segunda bestia logrando que esta soltara a Ruber. De las paredes comenzaron a salir más de esas criaturas.

―¿Qué son? ―preguntó Alexia disparando con una pistola de grueso calibre para verificar que las balas rebotaban en su dura piel―. Las balas no los dañan.

―Y son muy veloces ―Alastair intentó atrapar a una con pinchos de agua.

―Chicos ―murmuró el capitán. Los seres se lanzaron sobre los brujos restantes desgarrando su carne y triturando los huesos en un violento festín de gritos de agonía―. Debemos... ―el suelo era un inmenso lago de sangre que llegó hasta sus pies y la oscuridad comenzó a cubrirlo todo. Aparecieron decenas de Ixtabs―. Escapar...

―Ya es demasiado tarde, hijo mío...

El Primero dio un paso y al tocar el suelo fue como respirar aire y fuego, todos se sentían halados hacia abajo como si el mismo infierno reclamara sus almas. La sombra del Primero se proyectó sobre todos y parecía que de esta salían demonios.

―Primero... ―murmuró el capitán.

―Te dije que no metieras tus narices y me desobedeciste. Seguirás el mismo destino que el Cuarto y el anterior Noveno, todos ellos e incluso este chucho pulgoso. Dejaré que mis demonios Bucón los devoren, su casa ya no me es útil ―se dio la media vuelta, del suelo salieron cadenas y los ataron al suelo.

El capitán miró a Avis forcejar con las cadenas y cerró los ojos con dolor.


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Una disculpa ayer era la actualización, pero he tenido una semana ocupada, mañana la segunda actualización de la semana.

¡Feliz San Valentín!

Nuevo Génesis: la rebelión del ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora