CAPÍTULO 26. EL MAESTRO.

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―¡Ja, ja, ja! ―se reía la chica dando saltitos―

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―¡Ja, ja, ja! ―se reía la chica dando saltitos―. ¡Le di al cacique, lo maté, lo maté! ―gritaba eufórica―. Ahora le cortaré la cabeza, será divertido ―reunió sangre en una guadaña―. Arte maldito, cuarto movimiento, rueda del Dharma.

―¡No cap! ―gritó Zeke, pero del suelo emergió un ser que lo tumbó.

Un destello plateado y aquella rueda de sangre reventó en pleno vuelo, el Sexto abrió los ojos sorprendido y luego sonrió al mirar un rastro de seres humanoides aniquilados.

―¿Qué paso con mi arte?... yo no entiendo ―murmuró la nahual―. No importa, ¡va de nuevo! ―extrajo sangre y formó esferas que flotaban a su alrededor―. Sexto movimiento, lluvia carmesí... ¡Ah! ―comenzó a gritar fuertemente.

Su brazo rodó por el suelo, Avis sacudió la sangre de su arma y la miró con una expresión de ira.

―¡Lady Suzuki! ―gritó el brujo de las barreras.

―¿Tomaste una decisión? ―le preguntó Aléxandros a Avis. Puso su mano sobre la herida y la cauterizó con fuego.

―No estoy seguro de que decisión es, solo estoy seguro de una cosa.

―Ah... ¿qué?

―No te, no los dejaré morir aquí ―se movió tan rápido hacia el brujo de las barreras.

Este lo comenzó a atacar furioso, pero Avis corría tan rápido como el viento, comenzó a herirlo antes de que pudiera protegerse con su técnica haciéndolo sangrar abundantemente.

―¡Deja de correr pedazo de maricón!

Avis enrolló su arma en el pie del brujo desestabilizándolo, Zeke usó su teletransportación, su puño y el del capitán impactaron el rostro estrellándolo contra el muro.

―No vuelvas a usar esa palabra en mi presencia, perro.

―¡Buen trabajo! ―dijo el castaño―. Ahora debemos de tomar el lugar y detener a los que faltan.

―Así es ―respondió el capitán aliviado―. Aun así, esperen... un momento... la barrera ―dijo mirando hacia arriba―. Aún sigue desplegada.

―¡Imposible si el bigotón esta frito!

―Eso es porque ―de las ventanas y huecos emergieron decenas de humanoides salvajes―. La barrera la conjuré yo ―el lugar bullía en seres―. Un placer, siempre es grato ver jovencitos con tal nivel de magia ―aplaudió.

―¡No puede ser! ―exclamó el capitán―. Se trata de...

―El Maestro ―dijo Lupita.

―¿El líder de los nahuales del Mictlan? ―preguntó el castaño.

―Entonces son los que atacaron aquel orfanato para hacer cosas horribles.

―Niño estúpido, no fuimos nosotros fue la Sede buscándome y maquillando el lugar como siempre. Como sea, aquí estoy después de ochenta años manteniéndome fuera de su visión, no hay precedentes para esta situación. Tampoco hay a donde ir. Este lugar será mi tumba o la suya ―suspiró―. Definitivamente son increíbles logrando la mera hazaña de encontrarme.

Nuevo Génesis: la rebelión del ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora