Aléxandros cruzó la estructura roja de madera, llegó a una pequeña explanada rodeada de agua, el lugar estaba construido siguiendo los patrones de la cultura japonesa. Un lugar hermoso y pacífico.
―No Avis ―habló al aparato en su oído―. No tenemos fecha para la misión. ¿Unos amigos?, ¿Maysha?... ¡aja! Pero movilizarse hasta aquí no sería... bien los vamos a esperar, sí tres días. Cambio y fuera.
―¿Todo bien cap? ―dijo Zeke llegando por un camino de piedras sobre el agua.
―Avis, dice que junto con Maysha encontraron algunos hombres dispuestos a luchar de nuestro lado.
―¿Eso no es algo bueno?
―No, sí, no sé... no quiero involucrarle. Como sea, dice que tardará al menos tres días en llegar, debemos adelantar al ataque.
Zeke lo miró seriamente, sus cabellos blancos ondearon con el viento. Metió las manos en los bolsillos de su gabardina, giró la mirada y sonrió. El capitán lo miró con extrañeza.
―No deberías subestimar al chico. Ya no es el mismo, ¿no recuerdas como acabó con Camazotz y con ese de las alas que mencionaste? Ya no es el mismo cobarde que no creía en sí mismo. Es más fuerte de lo que crees. Si no se hubiera ido todo al carajo actualmente el enano tendría un nivel Tigre.
Ambos caminaron.
―Como sea ―dijo Aléxandros―. Avísales a la red azul que el ataque se adelantara para mañana a las cero horas.
Zeke se detuvo unos instantes mirando hacia arriba, sonrió.
―En serio no deberías subestimarlo.
El capitán iba a responder.
―Sabía que lo harías. Siempre quieres hacerlo todo sin ayuda ―comentó Avis sentado en la cima de una de las estructuras rojas―. Deberías hacerle caso a Zeke, no deberías menospreciarme.
―A... Avis.
―No me voy a quedar fuera de esto, voy a luchar como un hombre ―se puso de pie.
―¡No! ―bramó enojado el capitán―. ¡Vete!
―¿Qué? Es mi ciudad, mi país y ¿me pides que me quede fuera?, ¿de qué estás hablando?
―No te necesitamos, aquí tenemos toda la ayuda necesaria. Toma a los que trajiste contigo y váyanse ―dijo dándose la vuelta.
―No ―dijo contundente.
Aléxandros se dio la media vuelta mirándolo con enojo.
―¿No?
―¿Cuál es tu problema, eh? No soy un niño. No te entiendo haces cosas y luego eres... ¡como una roca! Es imposible saber que hay ahí dentro. No me iré que te quede claro.
―¿Ah sí? Entonces, ¿tendré que obligarte? ¡Pues bien! ―le lanzó una gran llamarada al chico, pero a centímetros de tocarle se abrió―. Que valiente ―dijo en tono burlón.
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Nuevo Génesis: la rebelión del ángel.
FantasyLibro 1: Y se movía sobre la faz de las aguas y dijo: sea la luz; y fue la luz, se separaron la luz y las tinieblas, pero cuando yo nací solo eran tinieblas. Nací bajo un cielo oscuro que predecía tormenta sin estrella alguna que guiara mi destino y...