El capitán se quedó flotando unos instantes no sabía qué hacer sus ojos destilaban ira, pero el rugido de los demonios colosales lo hizo regresar. Su rostro era imposible de descifrar.
―¡Por aquí! ―se escuchó la voz de Avis.
―¡Chico! ―encontró a Avis boca abajo en la copa de un árbol. Lo tomó al vuelo por un pie y regresaron a la mansión en ruinas, Zeke y Ruber batallaban con todo su poder. Desde arriba se veía una lucha épica.
―Capitán elevémonos para alcanzar el manto, creo que puedo deshacerlo, de lo contrario estaremos luchando a lo pendejo.
Aléxandros no dijo nada solo se elevó. Avis divisó el límite del velo, era como una fina tela que ondeaba con el viento, la tocó y usando la expiación la deshizo. Los demonios abajo se incineraron apenas la luz del sol los tocó.
―¡Justo a tiempo! ―expresó Zeke cuando ambos bajaron hasta ellos―. Ya me estaba poniendo de malas.
―Oigan, ¿qué paso allá? ―preguntó Ruber resoplando, se veía muy agotado―. Yo no entiendo. Ahora el Cuarto está muerta y todo el lugar en ruinas.
―¡Ayuda, se los llevaron! ―todos voltearon. Se trataba de un guardia mal herido que corría hacia ellos―. ¡Por favor Séptimo!... el jardín secreto, no están ―repetía desesperado.
―¡Tranquilo, no entiendo que quieres decir!, ¿quién no está?
Pero cuando el guardián intentó hablar una lengua llena de púas lo atravesó y lo haló hacia el interior desmembrando su cuerpo al hacerlo pasar por un agujero en la pared.
―¡Ay no! ―Avis gritó asqueado por lo que acababa de ver y aferró del brazo de Ruber.
―Tenemos que irnos o tendremos serios problemas ―dijo Zeke.
―Sí, pero primero tenemos que encontrar ese jardín, estoy seguro que tiene relación con todo esto.
No les dio tiempo para quejas pues ingresó a las ruinas seguido por Ruber.
―Huelo algo, nunca lo había... ¿qué es ese olor? ―Ruber los guio por un pasadizo que hallaron tras una pared falsa llegando a un hermosísimo jardín, encontraron que el domo del techo estaba destruido. Ruber olfateó casi a ras del suelo intrigado y excitado por ese olor―. Definitivamente... había... algo... vivo aquí... ―comentaba entre olfateos.
―¡No me huelas a mí! ―se quejó Avis cuando Ruber casi lo olía también.
―Fuera lo que fuera, ya no está y no sabemos dónde esté o quien lo tenga ―comentó malhumorado Zeke―. ¡Maldición escucho voces! ―activó la transportación antes de ser descubiertos.
―Capitán, ¿«Cap» donde está el...? ―Alastair entró a la oficina seguido por Alexia que iba afilando un cuchillo enorme.
Ambos gritaron cuando aparecieron mal heridos y llenos de sangre. Ruber se desmayó, había llegado al límite.
―¡No jodas el grandote se desmayó!... Alexia tú qué sabes de primeros auxilios más que yo ¿qué hacemos?, ¿lo tiro a la represa?
―No, vamos a llevarlos a la enfermería.
︵‿︵‿︵‿︵
Fueron semanas de caos político, incluso algunos medios hablaron de la muerte de la magnate de las telecomunicaciones mexicanas. Los chicos habían logrado mantenerse fuera del asunto.
Aquel día se había convocado a una reunión de emergencia, antes de dicha reunión fue el funeral simbólico del Cuarto pues su cuerpo había quedado reducido a un montón de carne semidigerida.
―Lo que se avecina es inevitable, no hay lugar a duda que fueron los Nahuales ―decía el Primero―. La Casa del Viento ha sufrido una enorme merma al perder a su cabeza y miembro representante de este sagrado consejo, afortunadamente el jovencito Arindam D'Vera tomará el mando de su casa, que los dioses guíen su camino que está iniciando a sus escasos doce años, pero es evidente que su casa ya no puede seguir en este consejo por lo cual los nuevos nombramientos serán: el Segundo y Tercero, sin cambios; el nuevo Cuarto, Citlalli; el Quinto, Jebediah; el Sexto, Aléxandros; y el Séptimo, Elí. El segundo circulo: el Octavo, Vica; el Noveno, Yeyetzi; el Décimo Sintli, el Undécimo, Sebastián; y el Duodécimo, el señor Helú de la casa de los Dragones.
Hubo un descontento generalizado y muchas quejas pues la casa los Dragones ni siquiera figuraba en la lista, era un grupo formado por tres de las personas más ricas del país.
―¿Qué significa esto anciano? Este puesto le correspondía a la Casa de la Monja Blanca, ¡mi casa! ―replicó un hombre de baja estatura y barba abundante.
―Tranquilo, es que hay situaciones especiales ―comenzó a decir el Primero.
―¡Y un carajo! ―golpeo la mesa―. No vamos a tolerar este trato... ¡nuestra casa rompe relaciones con la Sede, el gobierno de mi país lo notificará a la brevedad al gobierno mexicano ―acto seguido el hombre enfurecido abandonó el recinto para sorpresa de todos.
―Primero ―habló el Noveno Yeyetzi―. ¿Podría explicar que son esas situaciones especiales como para ignorar las costumbres y permitir la entrada de personas que son ajenas a este mundo?, ¿quién tomó esas decisiones y las aprobó para empezar?
―¿Tengo que recordarle su posición, Noveno? ―el Primero le echó una mirada feroz, pero la Noveno no se dejó intimidar.
―Preferiría que recordara los estatutos por los cuales se rige esta institución. Somos doce no uno quien toma las decisiones.
―¿Pretende invalidar mis decisiones? ¿Y con qué autoridad?
―Con la que nos da el Convenio de Uakax-Tomahuac en mil cuatrocientos. Yo la Noveno no estoy de acuerdo y exijo la neutralización del dictamen.
―Yo el Octavo, Vica apoyo la invocación del Convenio ―dijo el moreno de ojos verdes.
―Yo Elí, el Séptimo también invoco el Convenio.
―¿Lo ve Primero? ―dijo la Noveno―. Exigimos la neutralización del nombramiento de la Duodécima casa, se someterá a votación la próxima semana.
El Primero no dijo nada solo sonrió.
―¿Quinto cuándo fue la última vez que una casa abandonó la Sede? ―susurró Aléxandros.
―Hace como trescientos años y fue una interna, nunca una regional, Sexto. Podría acarrear caos político entre los países.
Aléxandros miró al Primero con un semblante serio e inexpresivo, tomó el colguije que siempre traía consigo.
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Nuevo Génesis: la rebelión del ángel.
FantasíaLibro 1: Y se movía sobre la faz de las aguas y dijo: sea la luz; y fue la luz, se separaron la luz y las tinieblas, pero cuando yo nací solo eran tinieblas. Nací bajo un cielo oscuro que predecía tormenta sin estrella alguna que guiara mi destino y...