Aléxandros y el resto de sus tropas se sorprendieron pues mientras luchaban contra el ejército del Tercero, estos se hicieron polvo, la tierra quedó en calma.
―¿Qué pasa?
―Debieron ser... ―Aléxandros tragó saliva―. ¿Acaso?... por los dioses espero que hayan sobrevivido. ¡Sigamos adelante, la Sede está a pocos kilómetros!
Las tropas avanzaron a toda velocidad, no encontraron resistencia durante el trayecto. Conforme se acercaban el corazón les latía con brío escucharon el sonido de una fiera batalla. A cierta distancia ya se podía ver el escudo que protegía a la Sede, un domo enorme de energía. En la base de este Maysha y los soldados libraban una lucha intensa contra un numeroso grupo de Nahuales.
―¡No puede ser! ―gritó el capitán―. Nahuales, pero si... si hace poco eran el enemigo de la Sede.
―Uau ―exclamó Zeke―. Seguro son caza recompensas, no creo que después de que encarcelaran a su líder aceptaran un trato con el viejo ―observó cómo volaban debido a las detonaciones que Maysha provocaba.
―¿Dónde está Avis y Rojo? Ya deberían estar aquí ―apareció un Miztli―. Mmm, ya veo ―suspiró aliviado al escuchar el mensaje―. Sobrevivieron al Tercero. Entonces sí fueron ellos, que asombrosos son.
―Hombres, que lentos son ―se quejó Maysha llegando hasta ellos dando unas cabriolas. Llevaba una lanza con ornamentos de huesos―. Al menos no murieron. Tal vez no sean tan inútiles.
―¿Qué no estabas peleando con los Nahuales? ―preguntó Zeke―. No pierdas tiempo, ¡shu, shu!
―Sí, pero me aburrieron. Son muy débiles. Dejaré que ellos se encarguen ―señaló con el pulgar.
Los chicos miraron por sobre su hombro a una serie de criaturas semejantes a perros que parecían estar hechas de huesos y fango viscoso que redujeron rápidamente al enemigo.
―A veces, no, constantemente das miedo ―comentó Aléxandros.
―Son algunos Egbere que puedo controlar con esta lanza. Nada sorprendente, pero muy útiles. Y gracias, capitán, asustar machitos es mi pasión ―dijo con sarcasmo―. Ahora tomemos la capital y acabemos con esto.
―Es una barrea de séptima generación de ondas cortas de alta resonancia y extrema resistencia reforzada con diez mil hechizos―observó Juan.
―¿Un Apoleón o una Centella? ―preguntó Zeke.
Juan le dijo que no porque la barrera absorbería la energía y se haría más resistente.
―¿Podríamos sobrecargarla y que haga «push»? ―sugirió el capitán―. O con los tanques.
―Mejor nos trasportamos adentro ―expuso Zeke.
―No, también están previsto las apariciones ―comentó Juan.
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Nuevo Génesis: la rebelión del ángel.
FantasíaLibro 1: Y se movía sobre la faz de las aguas y dijo: sea la luz; y fue la luz, se separaron la luz y las tinieblas, pero cuando yo nací solo eran tinieblas. Nací bajo un cielo oscuro que predecía tormenta sin estrella alguna que guiara mi destino y...