Ruber los guio hacia la cueva donde habitaba el Lugal Arek guiado por un olor nauseabundo. Cuando llegaron fueron atacados por insectos demoniacos gigantescos eran escorpiones, arañas cucarachas, ciempiés y demás.
―¡No tenemos tiempo! ―gruñó el capitán soplando fuego incinerándolos al instante―. ¡Vamos!
Corrieron por un largo camino hasta llegar a un lugar extraño, había una puerta monumental que parecía resplandecer como el oro incrustada en la pared, a la puerta le faltaban algunas partes. Las rocas en el lugar parecían estar cubiertas de cristales tornasoles.
―Esos símbolos ―Zeke tocó los relieves labrados en la puerta.
―Sí ―dijo Maysha―. Son idénticos a los del mensaje que la anterior Cuarto interceptó.
―¿Ruber? ―Avis se preocupó Ruber estaba erizado y mostrando los colmillos, bufaba enojado mirando al otro lado de la puerta―. ¡Ruber! ―gritó al ver que este salía corriendo.
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―¿Qué es este lugar? ―susurró Aléxandros abriendo los ojos.
―¿Dónde estamos? ―preguntó Maysha.
―Esto es el infierno... ―comentó Avis cogiendo con fuerza la empuñadura de su espada.
Ruber aulló convertido el lobo y con su armadura desplegada. Habían llegado a una especie de fosa gigantesca en el suelo que debía de tener cientos de metros de profundidad, sobre la cual se erigía un árbol de un tamaño colosal y de una apariencia imponente como si la sola presencia del árbol irradiara terror y respeto. No tenía hojas incluso parecía no tener vida.
―¡No puede ser! ―exclamó Zeke.
En la base del árbol estaba el Primero. Parecía estar haciendo alguna especie de rito.
―¡Maldito hijo de perra! ―Aléxandros comprimió la mandíbula del coraje, su cabello blanco se tornó en una intensa flama roja―. ¡Traidor! ―sus ojos comenzaron a brillar como lava ardiente―. ¡Por tu culpa miles de vidas inocentes se han perdido! ―comenzó a exhalar fuego de su respiración dando una imagen que hizo que los chicos dieran un paso atrás―. ¡Te expiaré!
Se movió a una velocidad que incluso el ojo superior de Ruber no lo pudo seguir. Llegó en segundos hasta el Primero tomándolo por sorpresa, le dio un puñetazo que lo elevó del suelo. Comenzó una serie de golpes a gran velocidad elevándolo aún más dejando una estela ardiente en el aire.
―¡Aaah! ―gritó el capitán furioso.
Le dio una patada explosiva tan potente que el Primero llegó hasta las nubes. El capitán apareció frente a él y de nuevo inicio una ráfaga de ataques que lo impulsó a tierra como un meteorito, pero no llegó pues el capitán lo atacaba de todos los ángulos haciéndolo rebotar en el aire. Serpenteaban por el aire dejando una larga estela ardiente.
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Nuevo Génesis: la rebelión del ángel.
FantasyLibro 1: Y se movía sobre la faz de las aguas y dijo: sea la luz; y fue la luz, se separaron la luz y las tinieblas, pero cuando yo nací solo eran tinieblas. Nací bajo un cielo oscuro que predecía tormenta sin estrella alguna que guiara mi destino y...