CAPÍTULO 18. EL DESFILE DE LOS MONSTRUOS.

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Aquella cueva era oscura y fría, caminaba casi a gatas pues no podía ni ver la punta de su nariz

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Aquella cueva era oscura y fría, caminaba casi a gatas pues no podía ni ver la punta de su nariz. Era un camino largo, al fondo un tenue resplandor llamó su atención y lo animó a continuar. Aquel resplandor se hizo más fuerte. Llegó a un espacio abierto como una cueva submarina pues había un enorme lago con el agua en tal calma que parecía un espejo reflejando la inmensa oscuridad del techo. A una distancia en medio del espejo de agua está el mismo árbol que antes había visto en sus sueños.

Lucía diferente, como si sus hojas fueran de cristal de una infinidad de colores, sus ramas y tronco parecían de oro y estaba en llamas, pero no se quemaba. Avis llegó hasta él.

―¿Y quién es el Alfa y quien el Omega? ―retumbó una poderosa voz que sonaban como trescientas voces―. ¿Llevarás el libro a las siete sedes?

―No entiendo, ¿quién eres?... ¿de qué libro hablas?

―Bienaventurado el que oye las palabras del profeta y guardan las cosas en ellas. El tiempo está cerca.

―¿Qué tiempo? ―preguntó Avis―. ¿De mi muerte?... ¿a través de ti se llega al principio de todo? ―Avis no recibió respuesta.

El árbol comenzó a brillar con una luz intensa semejante al sol, Avis entrecerró los ojos y se alejó un poco. Sintió un calor en su pecho y luego lenguas de fuego lo envolvieron.

―No temas ni al primero ni al último.

El fuego lo envolvió, pero no lo quemaba, era cálido, lleno de sentimientos como un abrazo.

―Avis... A-V-I-S ―dijo deletreando.

―¿Eh?

Avis abrió los ojos, se encontraba en la unidad de cuidados intensivos. Alastair le estaba hablando, sintió un dolor leve se trataba de Ruber que estaba retirado las manguerillas del suero.

―¿Qué paso?

―Regresaste del abismo de la muerte ―dijo Aléxandros sentado en la camilla de al lado.

―Tu cabello... es... ¿por qué es blanco?

Durante unos minutos le relataron lo sucedido ayudándolo a recordar. Avis apretó los puños. Prácticamente había muerto, era realidad no le pareció agradable.

―Necesito descansar ―dijo bajándose de la camilla―. Gracias por... salvarme ―le dijo al capitán desde la puerta sin mirarlo a la cara.

︵‿︵‿︵‿︵

A la mañana siguiente Ruber que le llevaba unos medicamentos y algo de comer encontró una nota y el cuarto de Avis vacío.

―Se fue... ―murmuró―. Tal vez es mejor así.

―¿Incluso después de todo lo que hiciste para salvarlo? ―refunfuñó Zeke.

―Es un desconsiderado ―puntualizó Maysha.

Nuevo Génesis: la rebelión del ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora