Capítulo 58

228 40 3
                                    

Llegar al trabajo que antiguamente tuve por segunda vez luego de haberme casado es algo que no esperaba hacer, la última vez Conrad se enfadó muchísimo conmigo por haberme emborrachado, aunque esta vez me trajo puntualmente al mediodía mientras yo entraba con emoción.

Era obvio que las tres mujeres que tanto aprecio saltaron a mis brazos con alegría, manteniéndose felices y emocionadas luego de tantos meses sin vernos.

En ese mismo instante mi esposo subía mis cosas a mi antigua habitación, una que seguía igual que la última vez que vine. Esta vez traje muchos bolsos, me quedaría hasta el cumpleaños del príncipe, uno que se realizará dentro de 7 días.

Regresaré el lunes por la mañana, mi esposo me dijo que podía descansar todo lo que quisiera, me dio dinero y me avisó que dejaría a 2 guardias cuidándome en todo momento.

Yo estaba muy feliz, el hecho de poder pasar una semana con ellas me permitía llevarlas a lugares que usualmente ellas no visitarán por cuenta propia, ya que es un poco caro.

Deseaba consentirlas, por ello tenía en mente un divertido plan para hacer con ellas, aprovechando que tendríamos a dos guardias de mi esposo cuidándonos.

—Si le llega a pasar algo malo a mi esposa, dense por muertos— les amenazó con completa seriedad, mientras yo me colgaba de su cuello.

—Estaré bien— lo intenté tranquilizar— te voy a extrañar...

—Yo también— dijo dándome un beso tierno que me hacía sonreír con alegría— aunque al mismo tiempo, es genial tener la casa para mí solo.

—¡Oye!— me quejé dándole un ligero golpe.

—Lo tomaré como unas pequeñas vacaciones— siguió molestándome.

—Te amo— le dije apretando sus mejillas.

—Disfruta tu tiempo aquí, vendré por ti el lunes por la mañana— avisó robándome un último beso— cuídate.

—Ten un buen viaje, mi amor.

Él me dio un dulce beso en la frente antes de despedirse del resto, marchándose poco después.

Era un poco extraño para mí ver como su carruaje se alejaba de donde yo estaba, me sentía emocionado por estar aquí, pero al mismo tiempo sabía que lo extrañaría.

Como mis amigas notaron que estaba mirando con tristeza su partida, ellas me arrastraron dentro del bar donde me llevaron a mi anterior habitación para conversar. Los guardias que mi esposo dejó estaban fuera de mi habitación, manteniéndose pendientes de cualquier movimiento inusual por parte de la gente.

Las tres mujeres estaban sentadas y acomodadas en mi cama, mientras yo guardaba mi ropa en los muebles para estar más cómodo, aprovechando la instancia para hablar y sugerir el plan que tenía en mente.

—¡Yo me apunto!— decía con entusiasmo Julieta.

—Nunca he ido a un lugar como ese— comentó Alicia— ¿Qué se supone que debemos llevar?

—Ropa de baño, un par de toallas y ya, el resto nos lo dan allí, ya he investigado— les decía con entusiasmo— tómenlo como unas pequeñas vacaciones.

—Nunca he tomado vacaciones— comentó Julieta dando pequeños saltitos de emoción.

—Cómo queda un poco lejos, es mejor que viajemos mañana temprano, ¿les parece?

—Charlie, cariño, ¿no crees que es un poco costoso el llevarnos allí? —preguntó con preocupación la señora Paulina.

—No se preocupen por eso— dije riendo— Sólo vayan y alisten sus cosas, partiremos a las 10— comuniqué con alegría.

De AlquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora