34. arañas

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—Pues si Azora, hay páginas más informativas sobre el sexo entre chicos —habló y tape mi rostro avergonzado— que no te avergüence, es normal entre parejas.

—Cállateeee —supliqué y esta rió—

—Bien bien, dejare mi laptop en casa por si mañana quieres buscar esas cosas —se encogió de hombros— buenas noches mono.

Su silueta se perdió hasta su habitación y tome la taza de té que había dejado Bleu para mi en la mesa.

Quizás pronto buscaría eso, ahora debía concentrarme en su cumpleaños, era en dos días y ya tenía una idea de que es lo que haría...















—¡Azora! ¡Mira lo que tengo para ti! —habló Bleu escondiendo algo detrás de ella—

—¿Que es? —pregunté con emoción, a esa edad amaba los regalos.—

—¡Tadaa! —mostró con emoción un par de zapatos, unas estilo converse, algo desgastadas pero que sin duda podía usar—

—¡Gracias Bleu! ¡Me encantan! —sonreí cambiando mis zapatillas rotas por aquella que eran de un color turquesa con una pelota de fútbol en un lado—

—Me alegro que te gusten mono, ¿quieres ir al río?

—¡Si!

—¿A donde creen que van?.

Mi padre, como era habitual alzó la voz para captar nuestra atencion, con su estómago hacia afuera, ya no le caía en el pantalón. Su aura oscura y malhumorado semblante daban aviso a lo que venía. Quito su cinturón y temblando de miedo tape mi rostro con ambas manos pero sin recibir un golpe, solo escuche un pequeño quejido de parte de Bleu. Ella me abrazo recibiendo el primer latigazo.

Ve por la ventana —demandó y asentí corriendo fuera mientras ella sacaba sus tijeras del bolsillo.—

—¡¿A donde crees que vas?! —gritó aquel viejo malhumorado y borracho—

Me jalo del pelo arrojándome al suelo sin una pizca de cuidado, siempre hundido en su brusquedad innata. Los azotes comenzaron con su cinturón de cuero, hundiéndome en un dolor para desquitar el suyo..  y aunque no entendía el por qué de su dolor, me gustaba verlo bien luego de que acabará de golpearme, sonreía, ya no se sentía tan mal... tan miserable. Me gustaba ser de ayuda, pero deseaba poder ayudar de otra forma que no involucrará dejar marcas en mi piel de otro tono.

Un pitido fuerte y abrumador se apoderaba de toda mi cabeza, sin dejarme oír nada más. Mire a Bleu con cuidado, moviéndome lentamente, dolido, y aterrado. Tras una ligera caricia de su parte artículo palabras que no pude oír y se avanzó contra nuestro padre, aquel cayó sin dificultad, estaba ebrio como era habitual, tambaleaba en sus pasos y emanaba olor a alcohol barato.

Bleu manteniendo las tijeras en su mano me tomo en sus brazos sin dejar de ver a mi padre en caso de que quisiera atacar nuevamente. Y sin más salimos de aquella casa. Ella me cargo en su espalda por varios minutos, hasta que llegamos al río, se quito una pañoleta que solía mantener siempre en su muñeca atada, y la hundió en el agua.

—¿Te duele mucho? —preguntó limpiando mi nariz que en algún momento comenzó a sangrar—

Estoy bien.. —la abracé y esta sonrió débilmente, envolviendome entre sus brazos con dulzura—

—Todo acabara pronto, lo prometo Azora..

Lo prometo...










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