Tras un largo turno mi cabello viajaba en el viento que provocaba el descapotable, andaba con tranquilidad conduciendo por la calles ricas de New York hasta la mansión de los mellizos, pero aquel no estaba en la mansión. Recorrí su mansión en busca de sus rizos pero encontrándome unos muy parecidos en su lugar.
—Hola manchitas —saludo Alana desde el sofá— Conrad sigue en la empresa, sale en —miro su reloj de mano— 20 minutos.
—¿sabes donde queda la empresa?
—sí, es por la avenida principal, yendo hacia California. —sonrió—
—Gracias. Nos vemos pronto.
Tome las llaves del coche otra vez, saliendo con rapidez en busca de Conrad. Conduje por las calles de New York, como siempre llenas de luces de colores que marcaban presencia cada noche, una de las cosas que más le gustaba a Conrad sin duda. Mis ojos recorrían las calles, la gente, y los lugares mientras conducía, topándome con unos ojos muy familiares que no supe reconocer. No hasta más adelante. Mis ojos se abrieron con sorpresa y aorille el coche con rapidez bajándome de un brinco entre la multitud de esa avenida. Intentando encontrar esos ojos verdosos escondidos y disimulados. Pero ya no estaban, no había nadie ahí, o era mi imaginación jugando en mi contra.
Estoy casi seguro de que era él....
—tardaste en llegar. —alego el castaño fuera de la empresa, con traje y con el cabello peinado hacia atrás, luciendo tan hermoso como siempre.— Alana me dijo que vendrías.
—tambien te extrañe. —ironice y aquel dio un suspiro antes de montarse en el coche—
—¿puedes cerrar el descapotable? Tengo algo de frío.
—por supuesto. —el descapotable comenzó a cerrarse mientras mi mirada no podía evitar buscar la suya sin respuesta, dejándome atontonado con la curiosidad que aborrecía tener.—
—¿Vamos a hablar? Dijiste que hablaríamos en la tarde.. —suspiro desatando un poco su corbata— ¿vamos a por un café?
—¿Que tienes Conejito?, a que se debe ese desdén.—ate mi cabello comenzando a conducir a una cafetería que conocía de ese lado de la ciudad, prendiendo un cigarrillo y abriendo la ventana del coche.—
—Estoy cansado de trabajar en esa empresa, es todo. —su aura se notaba molesta, se podía notar con claridad el dilema interno que mantenía pero solo pude reservar mis palabras. Si estaba siendo un mal día, prefería solucionarlo en vez de darle más cosas para pensar.—
—Luces muy lindo niño, ¿Ya te había dicho cuanto amo verte con esos trajes? —sus ojos buscaron los míos con suma ternura, mirándome con ese encanto natural—
—¿de eso es lo que querías hablar? ¿De que soy muy lindo? —ironizo con una sonrisa que intentaba retener—
—¿tienes ganas de llevar a cabo tus insinuaciones? —aquel se tenso en su sitio, tornando su rostro de un carmín intenso con los labios temblorosos— ¿No vas a responder?
—Yo... Hoy.. tal vez.. —murmro y solo pude reír estacionando el coche junto al café—
—¿un Caramel macchiato? —pregunte y asintió sin voltear a verme— enseguida Mon amour.
Sin más baje del coche arrojando la colilla al suelo para pisarla y entrar al café topándome con una alta cantidad de gente.
Ethan.. ¿Ethan Harper el padre de mi Conrad Miller?.. por eso sus rizos.. por eso sus ojos..
La fila avanzaba, mis dudas seguían, pero no podía darle más problemas a Conrad. No ahora que se ve sumamente irritado.
Susan y Ethan.. ¿el recordara?, ¿Sera que Ethan le contó de Colette?, ¿De mi?..
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Metanoia.
RomanceUna historia complicada de la vida entre Azora Homelund, un chico peculiar en un proceso de transformación respecto a su visión contra el romance, aquel chico dulce, cálido y tierno, Conrad Miller cambiará por completo la vida de él.