41 | ELLA BAILA, YO BAILO

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POV TOM KAULITZ

Cuando estacioné el auto justo en frente de la enorme mansión, pude ver los ojos azules de Violet recorrer todo el lugar. Analizó todo cuidadosamente, miró a su alrededor, miró a la gente con cara seria. Bajé del vehículo y volví a guardar mis llaves en mi bolsillo, caminé hacia el lado del pasajero y le abrí la puerta, Violet salió con una sonrisa provocativa en los labios mientras yo la miraba seriamente cerrando la puerta.

--- No abuses de mi buena voluntad. --- Le hablé al oído mientras la acercaba a mí.

--- Tienes que hacer un buen trabajo para mí alguna vez. --- Susurró, continuando con su cuerpo presionado contra el mío mientras entramos a la casa.

Las miradas pronto se posaron en nosotros, lo cual era más que obvio. Nadie me había visto nunca con otra mujer, excepto Octavia. Algunas personas susurraron entre ellas, algunas mujeres fruncieron el ceño y pusieron los ojos en blanco al mirar a la rubia a mi lado, y los hombres se comieron con los ojos a Violet. Envolví mi mano alrededor de su cintura mientras ella caminaba frente a mí sosteniendo mis dedos para no soltarme.

--- ¡Tom! --- Escuché que alguien me llamaba y justo frente a nosotros estaba un hombre de traje, con una copa de champán y un cigarro en la boca.

--- Leonardo. --- Salude con una sonrisa forzada.

--- ¿Cómo estás, eh? Nunca más te vi en las reuniones, ni en las carreras ni en las peleas de fin de semana. --- Preguntó, luciendo sospechoso.

--- Ah... He estado un poco ocupado últimamente.

--- Me imagino. --- Dijo mirando a Violet. --- ¿Y quien es ella?

--- Yo soy-

--- Mi mujer. --- La interrumpí.

La rubia me miró completamente confundida. Leonardo, por su parte, abrió y cerró la boca para decir algo, pero no pudo.

--- Vaya, ¿desde cuándo están juntos?

--- Hace un tiempo. --- Continué y la acerqué a mí, pegando su cuerpo al mío, entrelazando nuestros dedos.

--- Tengo la impresión de que ya te he visto..... --- Dijo Leonardo, pensativo.

--- En una carrera. --- Él sonrió con picardía, pasando sus manos por su cadera. --- Te encanta el volante, ¿no, cariño? --- Le susurré al oído. --- Violet y yo pasamos mucho tiempo juntos.

--- Espera, ¿no es esa la hermana perdida de la diputada Arvin? --- Sus ojos se abrieron como platos.

--- Bueno, ahora no está tan perdida. --- Me reí. --- De cualquier manera, ella es mi esposa, y cualquiera que se atreva a tocarla, lo mataré.

--- Que gracioso. --- Se burló. --- Juraría que Dax me había hablado de su relación con Bill. --- Miró con recelo.

--- Bill estaba con Laila, pero tuvimos un ataque de Lakel y ella nos dejó. --- Fingí que me importaba, pero ella ni siquiera marcó la diferencia en nuestras vidas.

--- Lo entiendo, pero de todos modos fue bueno verte de nuevo. --- El hombre sonrió y me tendió la mano para que se la volviera a estrechar.

--- Yo digo lo mismo. --- Me burlé y seguí adelante con Violet, dejándolo en el vacío.

Subimos las escaleras hasta la barandilla del segundo piso, mientras mirábamos hacia abajo analizando a todos los que entraban a la habitación. Quedarse en la habitación sería una pérdida de tiempo, la gente rápidamente se daría cuenta de que algo andaba mal, por lo que inmediatamente se alarmarían. Por no hablar de los cojones que vendrían a preguntarme por qué estoy ausente, o por qué no aparezco en las reuniones habituales.

ᴛɪᴛᴀɴ¹ | Tom Kaulitz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora