El gran salón dentro de la mansión del sol, sede de la familia Apolo, donde los dioses fueron reunidos por el dios de esta misma para presenciar el juego de guerra cayó en un silencio sepulcral cuando las llamas ardieron y la explosión retumbó en aquel punto donde Bell Cranel había apuntado y disparado una magia nunca antes vista.
Se hallaban absortos, ninguno daba crédito a lo que acababa de suceder.
Sorpresa, impresión, dudas. Todo surgía en la mente de los presentes ante tal muestra.
Pero a cada deidad en aquel sitio le surgió la misma pregunta.
¿Cómo es que un humano sin falna pudo aprender magia?
Los murmullos no se hicieron esperar. Tan pronto el humo en la pantalla donde observaban el conflicto se disipó y pudieron presenciar directamente el daño causado por aquella potencia de fuego, los murmullos fluyeron cuál agua en el río.
-Se supone que no tiene falna ¿Cómo es capaz de conjurar magia?-.
-No solo eso. Fue una explosión demasiado potente. Para alguien que hasta ahora se desconocía su poder es... impresionante...-.
A viva voz se llenaban de elogios hacia el albino, quien permanecía de pie con la palma extendida todavía. Inerte ante la destrucción que causó.
Todo lo contrario a Apolo quien, en el centro del salón, justo en medio de la pantalla y las gradas, temblaba de furia y rabiaba como un perro con rabia.
Sus dientes se presionaron y ambas manos subieron a su cabeza, jalándose el cabello con visible frustración.
Sus labios se movían sin emitir palabra alguna, pero conforme los segundos transcurrían, el volumen de su voz incrementaba hasta que fue posible oír lo que salía de su boca.
-Imposible... ¡IMPOSIBLE!-Vociferó vehementemente tirando de sus mechones color carmesí y arrancando desde la raíz varios de estos que quedaron enredados en sus dedos temblorosos.
El color de su piel palideció en demasía. Esas mejillas sonrojadas producto de su felicidad momentánea al creerse ganador y confiado de obtener la victoria se disipó como algodón en el agua.
Aquel grito despertó la atención de los presentes hacia su persona momentáneamente para después ser ignorado nuevamente y centrar total atención al mortal que captó el interés de los dioses.
Las murallas donde el ejército de aventureros al mando de Jacinto, capitán de la familia Apolo, recibió un fuerte impacto en el que parte de la estructura de la misma fue destruida en un santiamén, dejando solamente un enorme hueco que en los bordes todavía se observaba el color amarillo/naranja de las llamas que ardían entre la nube de polvo y humo emitido por ellas mismas.
Era obvio que el dios que se jugaba el pellejo en este juego de guerra estuviese visiblemente aterrado. Una estrategia y una habilidad que no tomó en cuenta antes de arrancar con la batalla se hizo presente al inicio de esta. Una magia sin cántico que incapacitó a varios de los aventureros a su disposición en menos de un segundo de empezado el juego de guerra.
No obstante, no se le podía culpar dado que no era el único totalmente pasmado por lo ocurrido.
En el centro de la ciudad, ante los ojos de cientos, sí no es que miles de personas, esta escena fue presenciada.
Dos mujeres cubiertas con una tela negra miraban con total sorpresa. Una de ellas incluso abrió los ojos en demasía, reconociendo la capacidad del joven.
En la sede de la familia Dian Cecht, cierta sanadora de cabellera plateada se sentía confundida. Ella no sabía que aquel muchacho era capaz de eso. En este mismo sitio, tres jóvenes saltaron de emoción y repetían la palabra que él empleó previo al ataque, diciendo lo genial que fue mientras una mujer los calmaba para evitar el ruido en el hospital.
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¿Es malo entrar al calabozo sin falna?
FanfictionBell, nuestro joven protagonista, después de pasar varios días sin poder conseguir una familia y ser rechazado muchas veces, decide dejar de intentarlo pero recordó algo importante...No siempre se necesitó de un falna para ser un héroe, por lo que a...