SS. Los Jagamarukun nunca supieron tan bien como hoy.

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Era en día como cualquiera en la ciudad de Orario. El sol estaba descendiendo, dejando un hermoso cielo anaranjado iluminando los alrededores. La gente transitaba las calles como ya era costumbre. A los lados de las mismas se alzaban cientos de puestos ambulantes para satisfacer la demanda de los visitantes.

Entre los congestionados caminos, un albino caminaba hacia un lugar en particular en busca de una persona en específico.

Su mente divagaba.

"Me siento como una basura al ir directamente a otra cita después de la que tuve con Asfi ayer en la noche" Pensó el joven con una gota de sudor bajándole de la frente.

Se trazó como objetivo cumplir la promesa que le hizo a las chicas que le ayudaron en el entrenamiento previo al juego de guerra en contra de la familia Apolo y recién comenzó ayer con la peliazul antes mencionada.

A lo lejos lograba observar la mansión crepúsculo, el hogar de quien sería su acompañante el día de hoy.

"Tengo un lugar en mente al cual llevarla, pero ¿No es demasiado minimalista? Quisiera que visitáramos otros sitios, no obstante, no se me ocurre alguno más" Fue el pensar de Bell, ligeramente preocupado de no cumplir las expectativas de la fémina en turno.

Él suspiró.

-Tampoco le avisé que vendría. Espero que se encuentre en su sede y no sea inoportuno-Murmuró. No había un plan bien trazado y planeado en esta ocasión a diferencia del de la noche pasada.

Era todo tan repentino. Sin embargo, algo en su pecho le decía que no habría problema, que nada saldría mal.

No pasó mucho tiempo antes de que se hallara al pie de la puerta, justo enfrente de la entrada principal que era resguardada por los guardias de la sede, que dicho sea de paso le causaban una gran duda al conejo.

"¿Por qué una de las familias más fuertes de Orario necesitarían guardias para custodiar sus puertas? No conozco a nadie lo suficientemente estúpido como para tratar de atacarlos" Era la interrogante y el razonamiento formado en el subconsciente del albino.

-D-Disculpen-Bell les llamó la atención a los estoicos aventureros.

Ellos le regresaron la mirada con cierto enojo. Aunque aprecia ser que esa emoción no nacía de la propia interrupción de su labor.

-Ya sabemos. ¿Vienes por Riveria-Sama o Tiona-Sama, maldito conejo mujeriego?-Debido a que una de los guardias se trataba de un aventurero de la raza élfica, este no tenía miramientos a la hora de demostrar su odio hacia el conejo que mancilló a la princesa de su raza.

-Por ninguna de las dos-Sin verse afectado o sin dejar que le pese, Bell respondió, despertando las miradas de sorpresa en los presentes, quienes levantaron sus cejas.

-¿Entonces?-El segundo guardia interrogó.

-Vengo por Aiz-Contestó el chico casi de inmediato.

Si los custodios estaban enojados antes, ahora mismo irradiaban furia. Sus frentes fueron marcadas con venas como forma de representar tal cólera.

"¿A ese mocoso no le basta con las novias que tiene?" Lo juzgaron en su subconsciente.

Antes de que se giraran a cumplir la petición sin poder replicar a consecuencia de las instrucciones dadas por los miembros de su familia respecto a que tenía entrada libre siempre y cuando no se acercara a Loki, la puerta fue abierta.

-Entonces Aiz ¿A dónde planeas...?-Lefiya estaba a punto de realizarle una pregunta a la susodicha, acompañándola hacia la salida para posteriormente visitar un sitio desconocido hasta que su vista se cruzó con cierto conejo mujeriego, como ella lo describe, el cual odia en demasía.

¿Es malo entrar al calabozo sin falna?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora