Capítulo 22: Ascendiendo ( 6/11)

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Abby sabía lo dura que era la vida y la secundaria en sí. Era inteligente y mucho más que su hermano lo cuál le daba un cierto logro, pero ser más inteligente que alguien quien ni siquiera intenta pensar, no era un gran mérito. Sin embargo, y pese a eso, se consideraba un logro haber avanzado hasta ese punto sin conflictos ni nada. Era una erudita. Si bien robaba en sus tiempos libres lo hacía, más que nada, por la falta del mismo en su casa para poder comprar aperitivos para la cena. Su tía trabajaba, sí, pero no era suficiente para que ellos vivieran de manera tranquila y cómoda. Entonces un día se le ocurrió la brillante idea, ¿por qué no robar a gente aparentemente adinerada? Quería ser algo así como un Robin Hood pero de bajo presupuesto. La gente adinerada se gastaba todo en comprar autos y más autos, ¿para qué? Luego ni se usan a fin de cuentas. Si quieren mostrar más estatus de "tengo más dinero" que lo hagan de otra manera.

Mientras su tren de pensamiento viajaba por su mente, pasó a lado de James, Michael y Amanda quien los guiaba a la oficina del director. Amanda ha sido una alumna muy extraña desde que ingresó a la par del dúo drogadicto, ya que nunca hablaba o se mostraba con emociones fuertes o palpables. Solo existía y mantenía el órden a la manera que le inculcaron. Abby no era su amiga pero la conocía, a fin de cuentas, era difícil no conocerla teniendo en cuenta la fama que la rodeaba.

Amanda caminaba, sosegada por el ferviente trabajo de entregar a los dos chicos al director del colegio. Quizás un castigo de cuatro semanas o un mes de expulsión sean las más probables que ocurran, pero no estaba del todo segura. El director no era alguien comprensivo ni tampoco dejaba pasar cosas como estás así como si nada, por lo que esperaba que actuara bajo la gran mano de hierro que poseía.

Deteniendo el paso, miró a la gran doble puerta que los separaba del interior de la sala del director. La chica los miró a ambos, con una neutralidad tan poco reconfortante que daba grima con solo estar observando a la misma.

- Tocaré la puerta y ustedes entrarán cuando se les llame. Prueben mí paciencia y romperé sus dientes -. Amenazó con seriedad. Con los nudillos de su mano tocó la puerta, impaciente porque el director saliera.

El dúo, molesto, asintió. Aunque Amanda fuera una chica claramente muy por debajo de lo físico, era un monstruo incontrolable en el ámbito mental logrando, entre muchas cosas, que la gente confesara lo peor que hicieron mediante chantaje y amenazas. Todos en la escuela usaban el chantaje como su herramienta ganadora, pero ella lo llevaba al maldito límite. No es que no hubiese gente normal, pero ella, en lo más mínimo, era normal.

Poco tardó el golpeteo de sus nudillos para llamar la atención del director quien, vacilante, abrió la puerta solo para encontrar a su mano derecha. Amanda, con pocas ganas de entablar una larga conversación, le hizo un gesto al director para que dejase lugar y los dejara pasar adentro de la habitación. Captando la órden de su mano derecha, se hizo a un lado y el dúo drogadicto entró en la misma.

- Informe -. Los ojos cansados del director se encontraron con los poco interesados de la joven.

- Drogas. Marihuana, preferiblemente. Mí trabajo terminó por ahora -. Se retiró, dejando que el director se encargara desde allí. Esa no era su labor, después de todo.

La albina caminaba por los pasillos con calma; no tenía más que hacer en ese día perfecto de escuela. Su labor como ayudante del director terminó con ese último grupo, sacó las mejores notas y ayudó en los quehaceres junto al conserje. Eso quizás deje una mejor imágen a la escuela. Cuando giró en una esquina para volver a su clase, Abby la esperaba, con una sonrisa de oreja a oreja.

¿Perdón? - OmoriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora