CAPÍTULO 36.

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Kiara.

Veo a Nathaniel con esa expresión fría y con ese algo que no puedo decifrar. Pero no es el mismo Nathaniel que recuerdo, algo cambió en el... en su semblante...

— ¿A qué te refieres? — pregunto confundida.

— Sólo te diré que no me quedaré de brazos cruzados ahora que recordé todo — sentencia.

— Nathan...

— Debo ir a verme con él — se levanta dándome la espalda — no lo entenderás en estos momentos, pero necesito que no te involucres por ahora — salta por mi ventana marchandose.

¿Qué está pasando? Nada de esto está bien. Estoy segura que algo más pasó luego de mi muerte.

Dios... ni siquiera ahora que recuerdo mi vida pasada puedo estár en paz. Miro la hora percatandome de que es la una de la mañana, me recuesto cansada de toda la mierda que se está desatando. Cierro los ojos e inmediatamente me quedo dormida.

Un ruido extraño me hace abrir los ojos rápidamente, pero me arrepiento porque los rayos solares que se cuelan desde mi ventana hasta mi cama me encegecen.

¿Ya amaneció?

Me levanto yendo al baño, miro mi reflejo en el espejo y me percato que ese hechizo si que es efectivo. Literalmente era yo, lo único diferente era la época, pero yo soy la misma.

Tomo una ducha, cepillo mis dientes y me colocó un par de short deportivos y una sudadera. Bajo las escaleras hacía la cocina y me parece raro que no haya nadie en la sala.

— ¿Hola? — miro a todos lados, pero todo está tan sospechosamente solo.

¿Dónde están mis padres?

Tal vez salieron y no me avisaron porque no querían despertarme, aunque siento que algo está pasando. Me dirijo hacía la cocina para ver si encuentro algo de comer.

Me acerco a la puerta de la cocina y todo está a oscuras, busco el interruptor y cuando lo enciendo...

— ¡Sorpresa! — gritan todos sorprendiendome

He de admitir que casi me muero cuando los escuché.

— ¡Feliz cumpleaños Kia! — me abraza Sam.

¿Cumpleaños?

Es cierto, hoy es 8 de agosto, mi cumpleaños. Lo había olvidado por completo.

— Feliz cumpleaños compañera de tragedias — Jam me da un beso en la frente.

— Feliz cumpleaños mi pequeña — dice mi madre.

Mi padre me da un abrazo fuerte, como si soltarme conllevaría a perderme.

— Feliz cumpleaños tesoro, no sabes lo orgulloso que estoy de ti — se me arruga el corazón con aquellas palabras.

No podía estár más agradecida de haber renacido con unos padres tan maravillosos. Los primeros padres que tuve también fueron muy buenos conmigo y siempre estaré agradecida con lo que hicieron por mi.

— ¿Cuando hicieron todo esto? — pregunto mirando el gran pastel azul con puntitos blancos en la encimera y los carteles junto a los otros bocadillos.

— Lo hicimos mientras dormías — responde Sam.

Mejor dicho, mientras me fuí a recordar mi vida pasada.

— No tenían que hacerlo.

— Queríamos traer un poco de alegría después de un buen susto.

No dije nada, últimamente estaba de desmayo en desmayo y sabía que eso tenía preocupados a mis padres.

Peligrosa Oscuridad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora