Cuando su madre la había increpado respecto a su retraso de diez minutos, Fanny estuvo tan aturdida que no advirtió el momento en que le confesó sobre su encuentro con Liam. Helena hubo querido regresarse, pero se abstuvo cuando Fanny le aseguró que ellos habían salido casi junto con ellas del club. La matriarca Díaz se lamentó el haberse perdido la oportunidad de conocerlo; sin embargo, su humor mejoró cuando llegaron a la casa y pasó casi media hora hablando por teléfono. Al colgar, Helena tenía una sonrisa de oreja a oreja. Algo magnánimo iba a suscitar esa noche: ¡Los Hoffman habían accedido a asistir a una cena en su honor!
El resto de la mañana transcurrió entre gritos entorno a carnes, postres y licores. El caos era el común denominador en la casa: los empleados entraban y salían continuamente de la cocina; pedidos de bolsas repletas de verduras y frutas eran recibidas cada quince minutos; los sacudidores repasaban las superficies levantando polvo mientras las aspiradoras mantenían una sinfonía tensa y frenética. Fueron unas horas en que la energía de ellos, y de paso la de su madre, no mermó. Helena hablaba y ordenaba con una presteza sólo atribuible a una suegra tratando de ofrecer la mejor bienvenida a su yerno predilecto.
Fanny en la primera oportunidad que tuvo se refugió en su habitación. Perdió la noción del tiempo mientras estuvo sentada al borde de su cama, observando las limpias paredes celestes y el viejo sillón donde solía recostarse y apreciar las noches de invierno. Volvió en sí cuando la filtración de un recuerdo estremeció su cuerpo. Deseando silenciar su mente, se levantó e inició un recorrido de la cama a la puerta y viceversa. Continuó con esa tarea hasta que uno de sus pies fue bloqueado por su librero.
Con apatía repasó los estantes llenos de libros que ella no había sido autorizada para elegir; bueno, a excepción de algunos. Arriba de los tutoriales de maquillaje, en medio de las técnicas de tratamiento para el cabello y a un lado del decálogo de la moda, sobresalían unos siete libros de lomo amarillo. Tomó el más pequeño y desgastado de todos. Fanny no era devota a la lectura, pero existían algunas novelas que releía una y otra vez. Su consentida sin duda era Persuasión. Había sido un regalo de su maestra y amiga, Ana María. Ella ya había perdido la cuenta del número de veces que había leído esa novela o el momento en que había memorizado la carta del capitán Frederick Wenworth a Anne Elliot. Su doloroso contenido la calmaba, mientras que la deliciosa narración de la autora la hacía transportarse a 1816, tan lejos de su vida, tan cercana a las vicisitudes de una joven de la vida rural.
De pronto, la puerta se abrió y arrojó a su madre dentro de la habitación. Fanny volvió a ubicar el libro en su sitio.
—¿Qué haces?
—Nada.
Helena la observó primero a ella y luego a la estantería. Su madre pareció querer hacerle un comentario al respecto; pero, se limitó a cerrar la puerta y dirigirse al closet.
—Fanny, necesito que te cambies y te pongas uno de los vestidos que compramos la semana pasada. La verdad estoy un poco dudosa. En la mañana se exigía recato de tu parte, pero esta noche podríamos probar con algo atrevido.
La joven Díaz ignoró los movimientos de su madre, prefiriendo descansar su atención en su sobria cama de sábanas blancas.
—¿Qué te parece este blanco con negro? Es muy lindo... —Helena quitó el vestido de la percha y lo examinó. Figurando hacer caso a algún pensamiento, arrugó el entrecejo y tiró la prenda a un rincón dentro del closet—. Has subido de peso Fanny —soltó de repente—. Tienes que dejar de comer tanta porquería. Hay mucha ropa que ya no puedes ponerte. ¡Se te vería el bulto del estómago!
Fanny bajó la mirada hacia una panza suave y casi inexistente. Con vergüenza, se puso recta y sumió las tripas al tiempo que se repetía una letanía mental donde se comprometía a abandonar el chocolate, las papitas fritas y las hamburguesas. Bueno... todo menos el chocolate.
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Amor Forzado (Completa)
RomanceFanny Díaz ama en secreto a su mejor amigo. El día que decide despojarse de sus inseguridades se confiesa, pero el desenlace no es el esperado. Dolida, accede a una unión por conveniencia con Liam Hoffman, un pedante y orgulloso empresario que perso...