Después del mal rato y la ausencia definitiva de Abraham, el almuerzo llegó a su fin. Fanny sintió que un peso invisible se quitaba de sus hombros cuando pudo alzarse de la silla y conducirse a la salida. Aunque, su madre no demoró en volver a poner la carga sobre ella. Cruz Helena le comunicó que tenía que atender unos asuntos muy importantes con Calixto, por lo que no la podrían llevar a la casa. Fanny se alegró por este nuevo escenario. Ella tomaría un taxi y llegaría a su destino sin que nadie sospechara de sus actividades. No obstante, la engrandecida sonrisa de sus labios murió cuando su madre, sin consultarle, le pidió apoyo a Liam.
Liam no se había marchado con Abraham y Luciana. Él había optado por quedarse degustando de un buen vino mientras charlaba con Calixto sobre negocios. Fanny no entendió gran parte de los temas que trataron, pero quedó gratamente sorprendida por la forma correcta, respetuosa y hasta agradable con que Liam se dirigió a su padre. Sus gestos y su voz carecían de toda aquella severidad y frialdad que siempre empleaba con ella. Los colores se le subieron al rostro al encontrarse anhelando un trato similar por parte de él.
—Puedes doblar por esta calle —le señaló. Liam cumplió su petición.
Llevaban alrededor de diez minutos en el coche, y por quinta vez su voz fue la única que se escuchó. Liam no sólo se había negado a hablarle, sino que también a mirarla. Se sentía como una paria con una enfermedad contagiosa al lado de un pomposo rey. La débil música de fondo de un saxofón, era lo que hacía la tensión tolerable.
Se detuvieron al llegar a un cruce, donde en lugar de semáforos había agentes de tránsito. Las bocinas de los carros comenzaron a sonar, los gritos de los conductores no tardaron en escucharse y los agentes hicieron su parte con el pito pegado a su boca. Al final, entre los tres formaron una funesta orquesta que trastocó sus nervios. De soslayo, miró a Liam. Tenía los labios tensos y las cejas hacia abajo. Definitivamente, no estaba contento.
Por fortuna divina, lograron avanzar y continuaron desplazándose con normalidad. Fanny alistó su garganta cuando divisó un gran edificio, que en el último piso citaba con letras azules: UIA
—No quiero seguir atrasándote —dijo al tiempo que se quitaba el cinturón—. Puedes dejarme aquí.
El semáforo se puso en rojo y el coche se detuvo. Sin esperar alguna contestación, la joven Díaz movilizó sus manos hacia la manija de la puerta. Cuando hizo un segundo intento y el seguro siguió sin subir, tuvo que hablar.
—Liam... podrías abrir.
—No estamos cerca de tu casa.
La voz masculina, grave e imperativa, provocó que los bellos de sus brazos se le erizaran.
—Me gusta caminar —soltó la primera tontería que se le vino a la mente.
—¿Caminarás tres kilómetros? —le interrogó, apartando la atención de la calle y concentrando todo su interés en ella. Fanny abrió la boca, pero ni una palabra salió. Liam ladeó la cabeza y dijo—: Sí así lo deseas, está bien.
La luz del semáforo se mostró en verde y él arrancó. Aceleró y dio una vuelta brusca que hizo rechinar las llantas. La joven Díaz lamentó haberse quitado el cinturón al sentir el golpe de su hombro contra la puerta. Fanny tuvo que poner las manos en el tablero cuando él frenó y su cuerpo se fue desparramado hacia adelante.
—¡¿Qué es lo que te pasa?! —alcanzó ella a decir mientras se sobaba el área palpitante.
Liam no debió de haberla escuchado, porque en ese momento él estaba abandonando el coche. La joven Díaz ahogó un chillido cuando su puerta se abrió y Hoffman apareció extendiéndole la mano. ¿Pero qué le sucedía a ese hombre?
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Amor Forzado (Completa)
RomanceFanny Díaz ama en secreto a su mejor amigo. El día que decide despojarse de sus inseguridades se confiesa, pero el desenlace no es el esperado. Dolida, accede a una unión por conveniencia con Liam Hoffman, un pedante y orgulloso empresario que perso...