Capítulo XLII

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—Paul, quiero que tus hombres cumplan a cabalidad con su trabajo.

—No se preocupe. Puse a dos de mis mejores elementos a velar por la seguridad de la señorita Díaz. Ella está muy bien protegida.

—No quiero errores.

—No los habrá. Le aseguro que ellos mantendrán el sigilo. Somos conscientes que no sería nada adecuado que la señorita o alguien más se enterara que usted está pagando seguridad especial para ella. Todo marchará bien.

—Eso espero.

Liam descolgó el celular y dejó caer la cabeza sobre sus manos empuñadas. Apenas hace una semana había cortado los lazos con la única persona que había sido capaz de traer luz a su vida.

El mundo se le había venido encima.

Había tenido que hacer frente a las preguntas de su tío, de Samuel... incluso, a las propias. ¿Cómo era posible que Fanny guardara la esperanza por ambos? Era loable su creencia en él. La Fanny que había conocido en el club distaba mucho de la mujer actual. La de ahora, era valerosa y contaba con una firme seguridad en sí misma. Ella había avanzado, en cambio él...

Él, ¿qué?

Oh, sí. Él, cobarde, continuaba huyendo de su pasado. Temiendo de su presente. Y anhelando en silencio, la oportunidad de un futuro.

*

*

ABRIL

—Liam, has las paces con tu tío.

—Me culpas a mí, ¿no es así, Samuel?

—En absoluto. Román es un desgraciado, pero uno muy astuto. Su perorata sobre el desaprovechamiento de los recursos, así como su propuesta para explorar nuevos mercados, no logró convencer a ninguno de los nuestros; sin embargo, el peso de sus acciones más el apoyo de algunos socios, fue suficiente para inclinar la balanza a su favor. ¿El resultado?, nos echaron de la junta.

—Abraham nunca me lo perdonará.

—Por supuesto que sí, pero entiéndelo. Primero lo de tu rompimiento y ahora la pérdida de la presidencia. Fue algo muy duro de digerir para todos. Pasamos de jefes o líderes en nuestros departamentos, a ser unos empleados más. Tal vez, podríamos revertir la situación si...

—Olvídalo, Samuel. Está decidido, renunciaré a mi herencia.

—Pero...

—Deja de hablar tanto y termina de redactar ese contrato. No quiero tener otra discusión con Román por tu incumplimiento con las tareas que te asigna.

*

*

MAYO

—Liam, deberías darte unas vacaciones. Vives encerrado veinticuatro siete en esta oficina. Incluso, ahora que Rodrigo regresó a Madrid, no has ido a ninguna de las fiestas que ha ofrecido... No me digas que has hecho algún voto de celibato.

—Deja de decir estupideces, Samuel.

—Está bien, quédate otra noche más en tu cueva.

*

*

JUNIO

—Fui a visitar a Fanny este fin de semana. A Ana y a ella les está yendo muy bien en la repostería. Sabes, me di cuenta de algo que te puede interesar. Al parecer, Fanny dejó de guardarte luto y te sustituyó por un prospecto de muy buen ver. Joven y galán, digamos que parecido a mí.

Amor Forzado (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora