Capítulo XXXVIII

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Fanny terminó de peinarse. Tiró un beso al espejo y se encaminó hacia la cama. Sus labios se curvaron en una sonrisa al observar a Liam dormir profundo. Generalmente, su prometido era el primero en levantarse de los dos, pero el jet lag lo estaba afectando.

Tratando de no hacer mucho ruido, salió hacia la cocina. Abrió el refrigerador y caviló en lo que podría hacer para el almuerzo. Optando por la corvina, dejó el pescado descongelándose y se fue a tomar el libro que había dejado en la sala. Buscó una página en específico y se sentó en el sofá.

Amaba con toda su alma esa edición de Persuasión. Ésta tenía el mínimo de errores, y la letra era grande como para no tener que acercarse el libro cada vez que se le dificultara leer alguna palabra. Agradecía el presente de su amigo... ¿Cómo estaría Santiago? Hacía no mucho se había enterado de su compromiso con Soledad y su partida a su tierra natal. La noticia la supo por Ana María, por supuesto.

Fanny pasó la hoja y llegó a su parte favorita, la carta del capitán Frederick Wenworth a Anne Elliot.

Se aclaró la garganta y leyó en voz alta:

—Me es imposible oír más sin decir nada. Tengo que hablarle por los únicos medios de que dispongo... —se detuvo cuando oteó a Liam pasar justo a su lado. Él la miró con una ceja enarcada y ella sonrió, ruborizada.

Su prometido no demoró en perderse en uno de los pasillos, y ella continuó:

—Usted me ha atravesado el alma. Me debato entre la agonía y la esperanza. No piense que es demasiado tarde, que aquellos preciosos sentimientos ya no existen...

Fanny, ambicionando una mejor posición, subió los pies al sofá y cruzó las piernas. Brincó un poco y su espalda alcanzó el respaldar. En el movimiento, el libro se le escapó de las manos y cayó al piso. La joven rezongó furiosa al notar la punta de la sobrecubierta doblada. Rauda, se agachó y abrió las solapas para ajustarlas. Sus dedos se quedaron quietos cuando unos párrafos escritos a mano se revelaron en las dos últimas páginas. No sabía qué contenía ese texto, pero conocía al responsable de las curvas y dobleces de esas letras en cursiva.

Su corazón, angustiado, relinchó en la estrechez de su pecho al advertir su nombre en el comienzo del escrito. De inmediato, sus ojos, casi como imantados, buscaron la primera letra después de la sangría.

"Sé que mientras lees mis palabras tu desconcierto y curiosidad crecen; pero, estoy consciente que el enojo que sientes hacia mí por haber osado rayar tu libro, sobrepone lo primero. Así que te pido disculpas por mi delito.

No soy un buen orador, menos puedo presumir de escritor. Muchas ideas rondan mi cabeza y no sé por dónde empezar. Así que tal vez, sería correcto comenzar por el final: te amo..."

—¡Fanny!

Pegó un brinco que le detuvo el corazón. Urgida, se llevó la mano al pecho.

—Disculpa, no quise asustarte —se excusó Liam, al tiempo que se sentaba en el sillón contiguo—. Metí el pescado en el refrigerador. Me gustaría que comiéramos fuera, ¿estás de acuerdo?

Ella consiguió mover la cabeza de arriba a abajo.

—Perfecto. Luego... Me gustaría hablar contigo.

Fanny volvió a asentir, logrando hasta ese momento apartar la mirada del texto. Liam tuvo curiosidad.

—¿Qué lees?

—Persuasión —dijo, con un hilillo de voz.

—El libro que él te regaló —indicó sereno, pero con unas facciones repentinamente endurecidas—. Sigue leyendo, no te quiero molestar.

Amor Forzado (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora