Capítulo XXX

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—¡Qué hermosas!

—Sí mamá, lo son.

Fanny bajó la vista hacia la mesa y encontró la notita que acompañaba el presente.

"Me has dado un regalo maravilloso.

Prometo ser digno de la confianza que has depositado en mí.

L. H.".

—Ha sido Liam, ¡¿verdad?!

—Sí.

Fanny dobló el papel y lo introdujo en uno de los bolsillos de su pantalón. Oteó las rosas y de nuevo se encontró respirando el fresco aroma. Inhaló, exhaló y hermosos recuerdos llenaron su cabeza y su corazón.

—¡Hija, estoy tan orgullosa de ti! Este ha sido un gesto maravilloso por parte de mi yerno. Además, de ser una prueba irrefutable de que te estás metiendo en su corazón.

¿En su corazón?

Era lo que más deseaba.

—¿Sabes lo que eso significa, Fanny?

No le respondió, y en su lugar se concentró en acomodar las rosas en un jarrón. Helena, feliz como estaba, no objetó su indiferencia.

—Que tendremos a nuestra disposición la fortuna de los Hoffman. Si él te quiere bien, tendrá que poner todos sus activos a tu nombre.

La joven Díaz volvió un momento hacia su madre. La miró tan feliz, que una opresión extraña se asentó en su pecho. Después de lo sucedido con Liam algo había cambiado en ella. No podía aseverar que fuera físico. Bueno, no era correcto ignorar los dolores que le sobrevinieron después de la noche y madrugada intensa de sexo que había vivido. Una pequeña sonrisa se le escapó. Por la mañana Liam había deseado más de ella, pero una repentina llamada de Samuel lo arrastró muy temprano a la oficina. Lo había visto frustrado y le había encantado saberlo tan ansioso de ella... Pero, no todo era felicidad.

Le era inevitable no sentirse indigna de los sentimientos de Liam; y, sabía que no lograría juzgarse diferente hasta que no terminara con el despropósito de ese acuerdo prematrimonial. Si bien aún no era capaz de ponerle nombre a lo que sentía, se conocía lo suficiente para aseverar que lo quería y mucho. Anhelaba una relación seria con él. No lograba dejar de pensarlo y...

—Hoy haremos una cena especial —interrumpió Helena el hilo de sus cavilaciones—. Te encargo invitar a Liam y a Samuel, de Abraham se encargará tu padre.

—¿Qué celebraremos?

—Nada. Sólo me apeteció dar un gran banquete. ¿Por qué pones esa cara de amargada? ¡Sonríe, niña!

Fanny accedió a su petición temiendo que muy pronto la relativa paz entre las dos llegaría a su fin. Su madre no aprobaría ni aceptaría la decisión que había tomado esa mañana; la cual, involucraba la reducción a cero de un patrimonio ficticio. No había vuelta atrás. Quería respirar con tranquilidad, sin culpas; ser libre y tener la potestad de elegir sobre su vida.

—Yo les avisaré —musitó Fanny, profesando un retorcijón en el estómago al contemplar la agitada rueda de empleados que encerraba a su madre.

Amaba a Helena, con su vida; pero, era hora de terminar con eso.

*

*

Golpeó la puerta un par de veces. Esperó unos segundos, pero al no atender ningún sonido, movió el pomo y abrió. Lo primero que sus ojos discernieron fue la figura de Samuel a contra luz.

Amor Forzado (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora