Fanny se hundió más en la tina, dejando que el agua cubriera su cuerpo por completo. Cuando el oxígeno se tornó en algo imperioso, volvió a la superficie. Se sentó y recogió las piernas, de manera que su frente pudiera descansar sobre sus rodillas. Cerró los ojos, cansada. El hilo de tranquilidad que alcanzó desapareció estrepitosamente cuando la calentura regresó. De nuevo, se vio precisada a hundirse en el agua.
Llevaba una hora haciendo aquel ejercicio. Había llegado a casa temprano; aunque, desvelada y con una pena moral que sólo tres pastillas para dormir lograrían subsanar. La vergüenza y la ira se columpiaban libres por su mente. Lo que había pasado la noche anterior, lo que ella se había atrevido a hacer...
Fanny necesitó de oxígeno y tuvo que volver a la superficie. Se pasó las manos por el pelo y luego quitó el exceso de agua de su rostro. Su acercamiento con Liam no había sido inocente. En aquella forzada intimidad no habían logrado ni un beso de sus bocas; sin embargo, había estado expuesta como nunca antes en su vida. Liam había tocado y estrujado su cuerpo a su antojo. Sin su consentimiento, él había seducido lugares sensibles de su piel; con su calor, él había conseguido despertar, voraz, el suyo; y con su intrepidez, la había hecho alcanzar un pico alto de sus emociones. Era por ello, que ahora, sola y sin la intención de remediarlo, se exasperaba con el llamado lastimoso de su necesidad.
Se dijo a sí misma que la iniciativa de beso había sido por culpa de sus niveles hormonales, alterados por estar en sus días fértiles. Se rehusaba a aceptar la idea de que sus ansias fueran por él. De ninguna manera. Su corazón le pertenecía a Santiago, aunque él no la quisiera; de la misma forma, su cuerpo era devoto al suyo. Los estragos que había dejado Liam en su persona no tenían nada que ver con sentimientos o algún deseo sexual reprimido.
Sin un toque la puerta se abrió, dejando pasar la figura de su madre al pequeño cuarto de baño. Fanny no se inmutó.
—¡Aquí estás! —exclamó Cruz Helena jubilosa—. Calixto tardó en marcharse, por eso no pude venir antes. Estaba deseando poder conversar contigo.
Fanny, indiferente al palabrerío de su madre y presa de sus propias cavilaciones, atinó a levantar las cejas para después hundir la cabeza en el espacio de su estómago y rodillas.
—¿Cómo te fue a noche? —le interrogó, animada—. Lo de Samuel y Abraham fue muy desafortunado. ¡Hubieran ido a meterse a la habitación de Rodrigo, no a la suya! Pero ya no importa. Creo que lograron estar un tiempo a solas. ¿Pasó algo con Liam?
—¿Con Liam? —alzó rauda el rostro mientras el eco de su mención provocaba una potente impresión en su mente y en su cuerpo.
¡Ella quiso gritar de frustración!
—¡Claro! ¿Con quién más sino? —su madre se cruzó de brazos y alzó una ceja—. Estás de suerte, Fanny. El día de hoy no te reñiré. Tienes unas ojeras terribles, de seguro no dormiste bien por la emoción de estar tan cerca de tu futuro esposo. Y te entiendo —suavizó sus facciones y su rostro se iluminó con una sonrisa—. Liam es tan varonil y atractivo.
Fanny, con un súbito calor y de seguro con manchas intensas en cada mejilla, se volvió a hundir en la bañera para evitar escuchar a su madre... al igual, que ignorar las ingratas pulsaciones.
*
*
—Nombre completo.
—Liam Joseph Hoffman Camilleri.
—Nacionalidad.
—Española.
—Posición.
—¿Posición?
—Olvídalo. Edad.
—Treinta años.
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Amor Forzado (Completa)
RomanceFanny Díaz ama en secreto a su mejor amigo. El día que decide despojarse de sus inseguridades se confiesa, pero el desenlace no es el esperado. Dolida, accede a una unión por conveniencia con Liam Hoffman, un pedante y orgulloso empresario que perso...