Habían estado caminando bajo el sol; recorriendo, en pactado mutismo, el jardín que yacía en la parte trasera de la casa. Al parecer, Luciana sí profesaba cierta fascinación por las flores, pero no lo admitiría. Fanny se sentía agotada. Sus brazos rojizos y las gotas a perladas de su frente, eran prueba de su lamentable condición. Irónicamente, su acompañante, restaba credibilidad a sus síntomas. ¡Luciana estaba igual de fresca que una lechuga! La curiosidad llevó a Fanny a observar la diferencia entre sus ropas. La hija de Abraham vestía un traje de dos piezas tipo oficinista. En la parte de arriba estaba cubierta con una chaqueta manga larga; en la parte de abajo, con una falda corta de cuero, en conjunto con unas botas del mismo material. Luciana debió de haberse estado cociendo; pero era la joven Díaz que, con un pantalón de mezclilla y una ligera blusa rosada, desfallecía a chorros.
A paso lento llegaron hasta la piscina. Fanny renegó a emprender otro paseo y la condujo hacia una mesita de mármol bajo la sombra de un viejo árbol de nancite. Se sentó y, con un gesto de la mano, la invitó a imitarla.
Sabiendo que era el momento de hablar, Fanny mejoró su postura y trató de suavizar su expresión.
—No he tomado un vuelo desde Estados Unidos para hacerte una visita de cortesía —inició Luciana a hablar, con un acento madrileño bien marcado—. No es propio de mi carácter andar por las ramas, así que iré directo al punto: Liam es mío.
—No comprendo...
—Es mi hombre —soltó a bocajarro.
El aire sopló, suave, incitando que las hojas flojas del árbol cayeran danzantes sobre las cabezas de ambas. Fanny tragó con dificultad.
¿Había escuchado bien?
—Por eso vine —siguió, inmune a los gestos de incredulidad que se le escapaban a la joven Díaz—. Quería ver por mí misma el estuche de belleza, educación y carácter que ha pisoteado al mío.
Sí, había escuchado bien. Fanny se aclaró la garganta. Aquello era demasiado insólito para que estuviera pasando, pero era una realidad.
Inevitablemente, le empezó a doler la cabeza.
—Luciana, yo... Desconozco la relación que mantenías con Liam. Tampoco deseo saber los detalles —vaciló apenada, por el contexto de sus palabras—. Él y yo nos casáremos, pero...
La risa fingida de Luciana la detuvo.
—Entonces no estamos hablando del mismo Liam Hoffman. El que yo conozco jamás se rebajaría a tener amoríos con alguien inferior.
Había algo que no encajaba. Luciana, como hija de Abraham, debía de estar al tanto de los términos de ese matrimonio, pero sus reclamos demostraban todo lo contrario. Luciana realmente creía que Liam y ella tenían una historia, que estaban juntos por querencia. La pregunta que le surgía a razón de esto era: ¿por qué?
¿Por qué habían decidido ocultarle esa información?
—Mírate y mírame a mí, ¡nota la diferencia! —continuó Luciana, señalando el cuerpo de ambas—. Tu físico parece el de una niña en comparación con el mío. Cualquier hombre cuerdo sobre esta maldita tierra sabría a cuál de las dos elegir. Y créeme, ninguno te elegiría a ti.
Las mejillas de Fanny adoptaron el color ardiente del magma. Siguiendo un impulso, apartó la vista y cerró su boca con fuerza. Su visión se había transferido de unos tempestivos ojos verdes a sus cómodas sandalias aplastando la grama recién cortada. Aquello era tan embarazoso como molesto. De estar tratando con la prima de Liam, pasó a estar en una discusión con la amante de él.
¡Era una locura!
—No respondes porque te duele escuchar la verdad.
—Te equivocas, Luciana —Fanny le regresó la mirada y se la mantuvo—. Conozco a un hombre que me ha elegido a mí por sobre las demás.
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Amor Forzado (Completa)
RomanceFanny Díaz ama en secreto a su mejor amigo. El día que decide despojarse de sus inseguridades se confiesa, pero el desenlace no es el esperado. Dolida, accede a una unión por conveniencia con Liam Hoffman, un pedante y orgulloso empresario que perso...