Había buscado dormir para obviar la presencia de Liam en la habitación. Cuando lo consiguió, se soñó con él en una cama de dosel culminando el acto sexual en medio de la aridez de un bosque. En el punto más agitado de su sueño, se despertó abochornada y con gotas de sudor perlando su frente. No volvió a intentar privarse de la realidad. El resto de la noche y la madrugada permaneció acurrucada a un lado de la cama y con la sábana cubriéndola de pies a cabeza.
Por la mañana, se mantuvo ocupada con cosas hogareñas y pudo evitar a Liam hasta la hora de almuerzo. Cuando sus miradas llegaron a cruzarse, el aire se le fue como si le hubieran dado un golpe certero en el estómago. Fue incapaz de verle a la cara durante el tiempo restante que permanecieron en la mesa.
Por propuesta de Ana María, emprendieron una caminata por otra parte del terreno. Juan Alberto, igual que el día anterior, alegó un dolor de estómago para quedarse dormido en la hamaca. Estela se rehúso a dejarlo; por lo que únicamente los tres se aventuraron por el nuevo sendero.
Al cuarto de hora Ana María declinó. Su amiga se había excusado diciendo que estaba muy cansada para continuar. Ana no les permitió replicar. Antes de que pudieran comenzar una oración, ella ya se encontraba en una carrera de regreso a la casa. Y así, Fanny se vio en una dificultad. No deseaba estar a solas con Liam. Aún no podía controlar, menos entender, la resonancia de emociones que brotaban cuando lo tenía cerca.
—¿Estás bien?
Fanny, al atender su voz, alzó la cabeza; aunque rechazó contemplarlo.
—Ayer por la noche hablaste dormida —continuó Liam, liderando el paso por un angosto camino de tierra.
—¿Hablé dormida? ¿Qué dije? —inquirió nerviosa.
—Que te dolía mucho.
Respingó cuando él posó su palma sobre su frente. Ella se detuvo y Liam la imitó.
—¿Qué haces?
—No tienes fiebre, pero tu rostro está sonrojado.
—Debe ser el sol. No te preocupes —tartamudeó, consciente de que no llevaban mucho caminando y siempre bajo la sombra de algún árbol.
Fanny no soportó la carga de su mirada y bajó la vista. Se concentró en la ropa que Liam estaba usando: llevaba un pantalón jean negro desgastado, una camisa azul de cuadros y las botas sucias del día anterior. Esa forma de vestir lo hacía ver accesible y relajado; aunque, su estampa imponente y orgullosa sobresalía igual que con sus caros trajes de vestir.
—Si quieres podemos regresar —sugirió ella, esperanzada de verse librada de él—. Ana prácticamente nos ha obligado a acompañarla y, ahora que no está, no es necesario que sigamos.
—El clima está perfecto. Me gustaría seguir, sino te molesta.
Fanny, comiéndose la decepción con una bocanada de silencio, asintió con la cabeza y retomó sus pasos. La raíz salida de un tronco la hizo trastabillar. Estuvo a punto de caer, pero Liam pasó una mano alrededor de su cintura, impidiéndolo. Cuando ella se encontró sobre sus dos pies, él aún continuaba sujetándola. La joven Díaz no hizo ningún comentario. Esperó paciente a que él reaccionara y se alejara; sin embargo, Liam no lo hizo.
Fanny entreabrió la boca al sentir una mayor presión en el agarre. Antes de que pudiera entender qué era lo que pasaba, Liam ya la había jalado y apretado contra su cuerpo. Sus senos se pegaron a su abdomen y su cara quedó prácticamente contra sus pectorales. Respirando despacio, ella subió la cabeza. Mala idea. Lo vio inclinarse y el corazón casi salió de su pecho.
Él se detuvo a centímetros de distancia de su boca.
—¿Qué...?
Tuvo que callar. Era necesario. De igual forma, sus palabras habrían salido sin lógica y sin ningún fin. Su mente estaba dispersa. Su cuerpo expectante al próximo movimiento. Y sus labios, dispuestos a soportar futuras censuras.
ESTÁS LEYENDO
Amor Forzado (Completa)
RomanceFanny Díaz ama en secreto a su mejor amigo. El día que decide despojarse de sus inseguridades se confiesa, pero el desenlace no es el esperado. Dolida, accede a una unión por conveniencia con Liam Hoffman, un pedante y orgulloso empresario que perso...