Diario: cuarta página

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Veamos: me noto cansada. ¿Tal vez porque parece, y repito, parece que la ansiedad está remitiendo algo? Dicho así no tiene sentido, pero lo acuso mucho más ahora que al inicio de mis nervios. ¿Tal vez el cuerpo se destensa y con él me hace partícipe del desgaste al que se ha visto sometido? Estos días pasados me he sentido con mejor ánimo y más predispuesta a arriesgarme a hacer cosas que no me suponían un esfuerzo en el pasado. Hasta he vuelto a incluir la avena en mi dieta y no he sentido botes por los que deba replantearme la idea de abandonarla por siempre. La he comido en menor cantidad y más despacio, eso sí.

Llevo dos días de paseos largos, de los que me lleva un par de horas ir caminando. Cuando llego a casa soy un amasijo de carne endeble que no sirve para nada. Me distraigo a medias en esos paseos, y es que aunque muchos de los síntomas se han ido en mayor o menor medida, los estomacales persisten, porque los nervios se me acumulan en el estómago cuando algo me preocupa.

Ayer me volvió esa sensación desagradable de ahogo. Así que voy a analizarla en el papel, para que no se venga conmigo en las actividades que realice a lo largo del día de hoy.

1. Era hora de la cena y tenía hambre; apenas había merendado un batido pequeño.

2. Comí muy rápido y masticando poco (supongo que tragué mucho aire).

3. Me sentía llena y con algo de malestar, pero seguí comiendo sin que importara.

4. Empezó como una vibración, como si fuese un temblor, que subiera hasta casi la garganta. Es como si se me concentraran latidos o palpitaciones en esa zona que fuesen ir a más. Es la sensación de como algo queriendo subir...

5. Expulsé un eructo que me hizo sentir mejor a los pocos minutos.

6. Cuando me tumbé en la cama para dormir y no tenía una almohada debajo que me elevara la espalda se repitió, pero lo dejé avanzar hasta que fui incapaz de soportarlo. Acababa de comer chocolate, porque me sentía muy ansiosa y puede que también lo comiera rápido, no lo puedo asegurar.

Aunque tumbada la sensación fue más llevadera, experimento como si algo subiera o quisiera subir y me hiciera temblar parte del esófago y el estómago. No es que me ahogue, pero sí que me molesta y tengo que cambiar de postura para que remita o carraspear o toser, incluso tragar, para que se interrumpa.

7. También expulsé gases de ahí a un pedazo (ventosidades).

8. Aunque incómoda, esa molestia no dura más de 10 segundos. ¡Menos mal!

Conclusión: es el estómago. ¿Qué si no? Pero me acongoja, ¡me acongoja mucho!

Soluciones a este problema: a)tomar un protector estomacal. (No sé por qué soy tan reacia a tomar cualquier tipo de medicamento. Quizá porque temo que al tomarlo o me ponga peor o no sirva para nada y tenga que replantearme mi conclusión y vuelva para atrás en mi trastorno nervioso).

b) Comer más despacio y tal vez comer más seguido para no sentir esa hambre voraz.

c) Salir a pasear para expulsar posibles gases.

d) Conseguir algún fármaco o infusión que me ayude a expulsarlos.

Bien. Problema. Exposición de este. Soluciones a este. ¡A seguir con mi vida!

Me ha estado obsesionando el tema como lo hacía un mes atrás, cuando todo me superaba.

El tic del ojo sigue, pero menos. Y hoy según me levante e hice unas cosas que no podían esperar, me volví a tumbar y realicé mi ejercicio de relajación. Funcionó y ahora hasta las piernas me tiemblan, aparte del cansancio que ya acarreaba. Esta noche no dormí nada bien, así que no es un estado somnoliento discutible; sé de dónde deriva.

Para rematar esta hoja del diario de preocupaciones quiero comentar que mi estado anímico se modifica notoriamente dependiendo del clima. Hoy llueve y es como si el pesimismo quisiera hacer mella en mí. Si hiciese sol, apuesto a que me sentiría con más entusiasmo y positiva.

Ya verás tú como al final, a todas mis rarezas, he de añadirle la de ser meteoropática.

Los colores que olvidéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora