¡Nunca he corrido tanto para llegar a casa, ni siquiera en pleno ataque de pánico! Hoy es el día de descanso de Cian y le voy a cantar las cuarenta. ¡Cómo se lo ocurre! Pero, ¡cómo! Le he pedido a Cally que cierre y que traiga a Mayra cuando acaben. No quiero testigos de lo que aquí se pueda hablar. Universo, ¿por qué me haces esto? ¿No te pedí que las cosas vinieran de una en una? Entro como una centella en mi casa, provocando que mi amigo salte del sofá.
—¿Qué ocurre? —pregunta apagando la televisión.
—¡Yo te mato! —exclamo abalanzándome sobre él.
Sale disparado del sofá con los ojos desorbitados por mi reacción.
—¿Pero qué diablos te pasa?
—¿Que qué me pasa a mí? —Me descalzo lanzándole mis bailarinas—. ¡NOO! ¿Qué te pasa a ti? ¡La has dejado embarazada!
Arquea una ceja y abre la boca alucinando.
—¿Pero de qué hablas? —grita cuando le lanzo mi chaqueta.
—¡No te hagas el loco conmigo! —me enfurezco—. Vale que te guste, que estéis liados y hasta que os acostéis, pero dejarla embarazada, ¿en serio?
—¿A quién he dejado embarazada?
Su negación de los hechos me cabrea, y le lanzo mi bloc de dibujos, que dejé ayer en la mesita de café antes de acostarme. Cian se aparta, y mi bien se estrella contra la pared.
—¡No lo niegues!
—¡Estás pirada! —me suelta.
Salto por encima del sofá y me tiro sobre él. Él me retiene por las muñecas cuando lo golpeo, por lo que le arreo una patada en toda la espinilla. Se dobla sobre sí mismo, pero no me suelta.
—Yo no voy preñando adolescentes. ¡Acaba de perder a su padre! ¡Le acaban de quitar un órgano! Y ahora vas y la preñas. ¡Bravo! —Me mira descolocado—. ¡Que es menor de edad! ¡Ay, Dios! —digo cayendo en la cuenta—. Podrías acabar en la cárcel. ¿En qué pensabas?
»No, no hace falta que me digas en qué. Ya sé en qué estarías pensando. ¡Pero haberte puesto un preservativo! Conmigo lo usaste. ¿O es que quieres ser padre?
»¡No tengo la casa preparada para niños! Habrá que adaptarla y...
Cian me agita por los brazos perturbado.
—¿Pero de qué hablas? —espeta.
—¡DE TI Y DE MAYRA! ¿De quién si no? ¿Es que hay más? ¡Ay, Dios! ¡Que hay más!
Vuelve a zarandearme.
—¿Te has vuelto loca, Vec? ¿Cómo se te ocurre pensar que yo y la renacuaja...? ¡Que es una cría!
—Eso digo yo. Es una cría, Cian. Le has arruinado los mejores años de su vida.
—¡Vec! —Me mira fijamente queriendo captar mi atención—. ¡No tengo nada con Mayra!
Suspiro con hastío.
—Cian, no lo niegues más. No censuro que estéis juntos, pero no creí que llegaseis tan lejos.
—Vec —pronuncia con los dientes apretados—. Yo-no-es-toy-li-a-do-con-May-ra. ¿Me oyes?
Lo analizo largamente hasta que comprendo que no miente.
—¿No estáis juntos?
—¡NO! —se escandaliza—. La veo como a una hermana pequeña.
—¿Seguro?
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Los colores que olvidé
ChickLitVenec es una joven de dieciocho años que busca abrirse camino como artista. Su sueño se ve truncado por sus problemas de ansiedad, que lleva arrastrando desde hace un par de años. En uno de sus ataques de pánico conoce a Senén, un psiquiatra muy apu...