CAPÍTULO 28

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Según Luz:

Hundida en la confusión, mientras el frío me consume, llego a mi habitación y trato de procesar el suceso de hace un momento. 

Otra vez Enzo. Es de no creer.

Mientras me preparo para dormir y debato en qué voy a hacer con este saco, escucho un bing proveniente de mi celular y rápidamente lo agarro, tal vez podría ser Mateo o Soledad.

Como si fuera poco encontrarme a Enzo acá, ahora el mismo me escribe preguntando si estoy y yo, aprovechando el hecho de que él me haya hablado, le expreso que le iba a escribir también, pero para devolverle su saco.

Él, permaneciendo en la conversación, me respondió si podría pasar a buscarlo, ya que seguía en el hotel. Lo supuse.

Acepto y le indico el piso y número de mi habitación porque estoy muy cansada como para bajar y volver a tomar frío. Además, solo sería devolverle lo que me prestó.

A los pocos minutos escucho que llaman a la puerta, supe que era él, así que agarro una bata para no exhibirme en pijama.

—¡Feliz cumpleaños!— dice Enzo, con una sonrisa cautivadora.

—Gracias —respondo entre risas un poco forzadas.

La realidad es que nuestros encuentros por "casualidad" me provocan dudas, es como demasiado extraño que pase varias veces con la misma persona, sumado a lo que pasó entre nosotros. Yo ya lo dejé atrás, pero él está diferente, me atrevo incluso a sospechar, pero, en un caso hipotético, la que lo tendría que estar siguiendo sería yo. ¿No creen?

—Te devuelvo tu saco, gracias. 

—Gracias — responde con cierta incomodidad.

—¿Qué loco otra vez, no?

Asiento sin más nada que decir.

—¿Estás ocupada?— indaga, mientras se coloca el saco.

Suspiro hondo y respondo cortante —no, estoy por acostarme ya, de hecho—.

—¿Tan temprano? ¿Y la juventud?—pregunta con complicidad.

—Es que estoy cansada y hace frío. ¿Vos qué haces acá?

—Vine a buscar a un amigo para salir a tomar algo, pensaba invitarte pero entiendo.

—Sí, está bien, gracias— digo con una sonrisa nuevamente forzada y mis cejas levantadas.

Un silencio incómodo acechó todo el pasillo de las habitaciones por unos segundos.

—Pero, ¿te gustaría salir mañana? Si podes.

—Te agradezco. Mañana a la noche ya me voy.

—Bien, entonces, ¿a la mañana? ¿Qué te parece? Para desayunar.

Ante su rara insistencia, comienzo a creer que tal vez mi teoría de que él me esté siguiendo no está tan lejos de la veracidad. Tengo que averiguar por qué tanta insistencia.

Mientras asiento con mí cabeza, le respondo que sí, pero agrego una interrogante.

—¿Pasa algo?

—No, solamente me gustaría invitarte, por tu cumpleaños.

—Está bien entonces. Hasta mañana— digo mientras doy un paso atrás para entrar en mi habitación.

—Perfecto, hasta mañana Luz— dice el pelinegro para seguido cubrirme de un abrazo, dejándome su perfume impregnado en la bata.

𝐂𝐎𝐍𝐓𝐈𝐆𝐎 | 𝔼ℕℤ𝕆 𝕍𝕆𝔾ℝ𝕀ℕℂ𝕀ℂDonde viven las historias. Descúbrelo ahora