CAPÍTULO 20

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Según Enzo:

Al escuchar lo que tenía para decirme, me quedé atónito, no sabía qué responderle, no esperaba que me iba a decir eso, me pareció muy rápido, pero le creí, se escuchaba muy sincera y entendí que si íbamos más allá, de verdad la iba a lastimar.

Vi a través de sus ojos cómo me traspasaba el alma. Yo creo que nunca nadie me miró así, eso me asustó y decidí responderle lo más brevemente posible y seguir por lo que estábamos ahí, por las fotos...

La situación me había dejado sin palabras y el ambiente se tornó completamente incómodo, tanto para mí como para ella, no había nada de que hablar.

Era darme cuenta de que de alguna u otra manera me había rechazado también. Aunque la entendía, ella era joven y vivía una fantasía de amor verdadero, digna de alguien de su edad, pero yo, ya no creo en esas cosas.

Su confesión fue muy apresurada y por más de que me aclaró que no pretendía tener algo serio, era imposible no pensarlo.
Sin embargo, comprendí y, para cuando llegamos a su casa, en un intento de romper el silencio, le dije que estábamos bien. Ella, sumamente incómoda, ni siquiera me respondió, solo asentó y se fue sin mirar atrás hacia la puerta de su casa, como huyendo.

Los días pasaron y ya no volví a saber de ella, sabía que volvería a Argentina, pero había algo más. Hace días que no podía dejar de pensar en la última vez en la que la vi.

Al acostarme y cerrar mis ojos, cada noche su rostro agraciado, sus ojos color miel y su sonrisa aparecían en mi mente, como una imagen grabada en mi interior. No sé qué me pasa, estoy confundido.

Pero me convenzo a mí mismo de que no es nada, Luz es solo una chica de 19 años y yo un hombre, no hay chances. Tengo que seguir con mi vida, con mi trabajo, enfocándome en lo que de verdad importa.

𝐂𝐎𝐍𝐓𝐈𝐆𝐎 | 𝔼ℕℤ𝕆 𝕍𝕆𝔾ℝ𝕀ℕℂ𝕀ℂDonde viven las historias. Descúbrelo ahora