Capítulo 40

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La hora de la verdad había llegado, la  furgoneta avanzaba por las calles envueltas en la penumbra de la noche, como un depredador acechando en la oscuridad. El ruido amortiguado de los motores apenas se escuchaba por encima del latido acelerado de mi corazón, mientras la tensión en el aire se espesaba como una niebla opresiva. El peso del arma en mis manos era casi tangible, como si cada libra representara una carga adicional de responsabilidad y peligro. Mis dedos se aferraban al metal frío con un temblor apenas perceptible, mientras luchaba por contener la ansiedad que me invadía. 

 A medida que nos adentrábamos más en las callejuelas sombrías, cada esquina doblada parecía multiplicar la presión que sentía en el pecho. Sabía que no había marcha atrás, que estábamos comprometidos con nuestro objetivo, pero la incertidumbre flotaba en el ambiente como una sombra inquietante.

Sabía que el éxito dependía de nuestra coordinación y determinación, pero también de la imprevisibilidad de la situación. Cada paso que dábamos nos acercaba un poco más al momento de la verdad, y la expectación en el aire era casi palpable. Kyle, al volante, mantenía una calma aparente, pero podía sentir la tensión palpable en sus músculos tensos. Su mirada fija en la carretera era un indicio de la responsabilidad que recaía sobre sus hombros, como el conductor encargado de dirigirnos hacia nuestro objetivo. 

Era él quien tenía en sus manos el destino de nuestra misión, y su concentración era evidente en cada gesto. Mientras avanzábamos por las calles, las imágenes del recuerdo de Madison y mi propia impotencia se entrelazaban en mi mente, como un enigma que no podía resolver. La vergüenza me consumía, como una sombra que se aferraba a mis pensamientos y no me permitía avanzar. 

Traté de apartar esos pensamientos, de enfocarme en el presente, pero era como si estuvieran grabados a fuego en mi memoria. Finalmente, llegamos al lugar acordado, la noche parecía más densa aquí, como si el peso de nuestras acciones se hiciera más evidente en la oscuridad que nos rodeaba. El arma en mis manos se volvía más pesada con cada segundo que pasaba, como si estuviera cargada con el peso de nuestras decisiones. 

Mis sentidos estaban alerta ante cualquier sonido o movimiento, como un animal acechando en la oscuridad, listo para saltar en cualquier momento. La tensión en el aire era casi tangible, como una cuerda tensa a punto de romperse. El plan se desarrollaría en cuestión de minutos, pero el suspense en el aire hacía que el tiempo se estirara como una goma a punto de romperse. El destino de aquel hombre y nuestra propia realidad pendían de un hilo invisible, y la incertidumbre se apoderaba de cada rincón de la furgoneta. 

Las luces de neón de los edificios parpadeaban intermitentemente, como si fueran testigos mudos de nuestra intrusión en la noche, en medio de ese escenario surrealista, la voz de Jordan cortó el silencio, haciendo que todos nos giráramos hacia él. Su pregunta resonó en la furgoneta, cargada de urgencia y determinación. —¿Tenéis todos vuestras máscaras? —inquirió, su tono grave reflejando la seriedad de la situación. 

Asentimos en silencio, con gestos rápidos y decididos, ajustando nuestras máscaras de payaso. Era como si esos grotescos rostros nos otorgaran una nueva identidad, una máscara detrás de la cual podríamos esconder nuestros temores y dudas. 

 El silencio se apoderó de la furgoneta una vez más, pero esta vez estaba cargado de anticipación y determinación. Nos sumergimos en el papel que estábamos a punto de desempeñar, dispuestos a enfrentar lo que fuera necesario para llevar a cabo nuestra misión.

A través de la ventanilla trasera, pudimos ver como Katia se inclinaba hacia el hombre mayor,  el guardaespaldas mantenía la mirada fija en el retrovisor, vigilando cada movimiento en la escena con una intensidad casi palpable.

 —Mirad, Katia se está besando con el viejo —anunció Kyle desde el asiento del conductor, provocando gestos de desagrado entre nosotros. 

La furgoneta se deslizaba silenciosamente por las calles, acercándose cada vez más al punto crucial del plan, dos semáforos más y estaríamos en el callejón donde se desataría el teatro macabro que habíamos planeado. 

Los Chicos De Harvard •Madison Beer• Megan Fox• Sofía Carson•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora