Días después, me tocó despedirme de Sofía, quien se iba ya para su exposición en Londres. Me bajé del coche y me apresuré a abrirle la puerta. Sofía salió y me miró con una sonrisa agradecida, agarré su maleta con una mano y con la otra tomé la suya, entrelazando nuestros dedos. Ella me devolvió el gesto con un leve beso en los labios mientras caminábamos hacia las puertas del aeropuerto.
El aeropuerto de Beverly Hills era enorme y estaba lleno de gente, eran las 7 de la mañana y había muchísimos vuelos por salir, caminamos juntos por el vestíbulo, buscando un lugar tranquilo para sentarnos y pasar los últimos momentos juntos antes de su partida.
Encontramos unos asientos cerca de una gran ventana que daba a la pista de despegue. Nos sentamos y, por un momento, disfrutamos de la vista de los aviones despegando y aterrizando, intentando capturar algo de calma en medio del ajetreo, besé la mano de Sofía, y ella me miró con ternura.
Mientras estábamos allí, vi a Louis acercándose desde lejos, su expresión era una mezcla de impaciencia y desagrado, a medida que se aproximaba, noté cómo la mano de Sofía se tensaba en la mía y su expresión se volvía ligeramente nerviosa, no pude evitar sentir una punzada de incomodidad al ver a su jefe.
Louis llegó finalmente a donde estábamos sentados, su mirada fría fijándose en mí antes de dirigirse a Sofía con una sonrisa que me pareció forzada.
—¡Sofía! ¿Lista para el gran viaje? —preguntó con un tono aparentemente jovial, aunque sus ojos apenas disimulaban su desdén hacia mí.
Sofía soltó mi mano y se levantó, su atención completamente centrada en Louis.
—Sí, Louis, estoy lista. —respondió, tratando de sonar entusiasmada.
Louis se volvió hacia mí y extendió su mano para tomar la maleta de Sofía.
—Permíteme, Connor, yo puedo llevar esto. —dijo, intentando ser encantador.
—No, gracias, yo la llevo. —respondí, agarrando firmemente la maleta y sintiendo un calor de celos subir por mi pecho.
Louis, sin embargo, no pareció darse por vencido, se volvió hacia Sofía y comenzó a hacerle una serie de comentarios graciosos sobre la exposición y sobre Londres, logrando hacerla reír varias veces, cada carcajada de Sofía me hacía sentir más pequeño, más inseguro. La forma en que Louis lograba captar toda su atención, como si yo no estuviera allí, era exasperante.
Finalmente, Sofía se volvió hacia mí, notando mi incomodidad.
—Nos vemos pronto, ¿sí? —dijo, tratando de suavizar la tensión—. Cuídate, amor.
—Lo haré, Sofía, te quiero. —respondí, inclinándome para darle un beso en los labios.
Louis observó el beso con una expresión que apenas ocultaba su propia incomodidad y celos. Sus ojos se endurecieron y su mandíbula se tensó ligeramente, pude ver cómo sus manos se apretaban en un intento de mantener la compostura.
Sofía sonrió, aunque su sonrisa estaba teñida de tristeza, se volvió hacia Louis, quien todavía me miraba con una mezcla de superioridad y condescendencia, me quitó la maleta y vi como se alejaban hacia el control de seguridad, los observé, sintiendo una mezcla de orgullo y melancolía, pero también una creciente inseguridad.
Cuando finalmente desaparecieron de mi vista, solté un suspiro profundo, me quedé allí unos momentos más, tratando de absorber el bullicio del aeropuerto y permitiendo que la realidad de la despedida se asentara en mí.
Mientras caminaba hacia la salida del aeropuerto, no pude evitar maldecir a Louis en voz baja.
—Maldito Louis... siempre intentando interponerse —murmuré, sintiendo la rabia burbujear dentro de mí—. ¿No puede simplemente dejarnos en paz?
Subí al coche y me quedé unos momentos con las manos en el volante, tratando de calmarme. No quería que la última imagen de Sofía fuera empañada por la presencia de su jefe, pero la frustración seguía allí, un nudo en mi estómago que no desaparecía.
Arranqué el coche y salí del estacionamiento, aún murmurando maldiciones contra Louis mientras me dirigía de vuelta a casa. La despedida de Sofía ya era suficientemente difícil sin que él añadiera más tensión a la situación, decidí concentrarme en lo que podía controlar y en cómo hacer que nuestra vida juntos, pese a la distancia, siguiera siendo fuerte y significativa.
Manejé por las calles de Beverly Hills, observando cómo la ciudad comenzaba a despertar, las luces de los edificios comenzaban a encenderse, y las aceras se llenaban de personas apuradas para llegar a sus trabajos, al llegar al centro, me detuve en un semáforo y miré a mi alrededor. Ahí estaba, un edificio con el cartel de "Oficina en Alquiler".
El cartel era grande y visible desde lejos, con un número de teléfono impreso en letras negras. Mientras esperaba que el semáforo cambiara, decidí anotar el número en mi teléfono, observé el edificio, imaginando cómo podría transformarlo en el nuevo centro de operaciones para nuestro negocio.
El semáforo cambió a verde, y giré hacia la derecha para estacionar cerca del edificio, me quedé en el coche unos minutos, observando a la gente pasar, los niños corriendo hacia la escuela con sus mochilas a cuestas, no pude evitar sentir una punzada de nostalgia al verlos, preguntándome si mi hijo también se vería así algún día, corriendo con entusiasmo hacia su futuro.
Saqué mi teléfono y marqué el número del cartel, el tono de llamada sonó varias veces, pero nadie contestó, miré la hora; no eran ni las 8 de la mañana, así que probablemente era demasiado temprano para que alguien estuviera en la oficina.
Suspiré y decidí llamar a Jordan, quizás hablar con él me ayudaría a organizar mis pensamientos y planear los próximos pasos, marqué su número, pero después de varios tonos, la llamada se fue al buzón de voz, demasiado temprano también para él.
Me sentí un poco frustrado, pero entendí que era cuestión de tiempo antes de poder moverme con esto, encendí el motor del coche y decidí volver a casa. Tal vez podría intentar dormir un poco más hasta que fuera un horario más adecuado para mis inversiones.
Mientras conducía de vuelta, mi mente seguía divagando. Pensé en Sofía, en nuestra despedida, y en lo mucho que extrañaría tenerla cerca, pensé en el bebé, en la vida que estábamos construyendo juntos, necesitaba despejar mi mente y recuperar algo de energía antes de enfrentarme a la próxima etapa de nuestra vida.
Al llegar a casa, me dejé caer en la cama. Cerré los ojos, intentando relajarme, aunque mis pensamientos seguían corriendo, pensé en la oficina, en las posibilidades que traería, y en cómo todo esto era parte de un plan mayor, un futuro que estaba construyendo para nosotros.
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Los Chicos De Harvard •Madison Beer• Megan Fox• Sofía Carson•
LosoweEn las brillantes y deslumbrantes calles de la alta sociedad de Beverly Hills, donde el poder y la riqueza se entrelazan en un juego peligroso, se encuentra Connor Carter, un joven ambicioso con un talento innato para los negocios y una determinació...