Sofía decidió venir a verme a casa después del golf, quería verme aunque sea unos minutos, ya que no podía cenar con ella, decidió ayudarme con el traje pero al tener marcas de Katia me negué por completo, pero ella insistió en ayudarme con la pajarita, mientras me ajustaba la pajarita con una expresión de insatisfacción en el rostro, yo intentaba contener la respiración, sus dedos se movían con destreza, pero su semblante revelaba una incomodidad que no pasó desapercibida.
—Me molesta mucho que no me lleves a la cena de tu jefe —hizo un puchero, dejando claro que la situación le desagradaba.
Tragué saliva, ajustando la pajarita mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas.
—Nena, no es mi jefe. No tengo jefe —afirmé, buscando calmar sus preocupaciones.
Ella asintió, pero no parecía completamente convencida, un beso corto en los labios intentó suavizar la tensión.
—Es una reunión, te vas a aburrir, diviértete con tus amigas en el Dynamite y mañana me cuentas —propuse, esperando disipar cualquier rastro de descontento.
Sofía se sentó en la cama, cruzando las piernas, la observé con atención, reconociendo la necesidad de abordar la inquietud que se escondía detrás de su actitud.
—Dime, ¿qué te ocurre? —pregunté, acercándome y apoyándome frente a su tocador.
Ella miró sus uñas, pausando antes de responder.
—No es nada —dijo, pero su expresión delataba una verdad no expresada.
Me agaché para ponerme a su altura, colocando mis manos en sus piernas y encontrando sus ojos con los míos.
—Dime qué ocurre —pedí, besando su mano mientras la sujetaba.
Sofía miró a su alrededor, resopló y finalmente se decidió a hablar.
—Hace un mes que nos volvimos a ver, y aún no hemos puesto nombre a lo que somos.
Su preocupación resonó en el aire, y mi mente se llenó de la conciencia de mis propios secretos. No podía dejar que Sofía descubriera la verdad sobre mis encuentros clandestinos, no me lo perdonaría, y yo tampoco.
—Era una tontería, lo sé —añadió, resignada.
Intenté infundirle confianza mientras me levantaba para besarla.
—Nena, tenemos que ver hacia dónde va esto, no hay que tener prisa —dije, tratando de transmitir tranquilidad aunque mi interior estuviera lleno de contradicciones.
Asintió resignada, y la conversación quedó suspendida en el aire mientras yo sopesaba la magnitud de las complicaciones que se avecinaban.
—Mira, esta noche tengo una cena con mis socios, pero después podría pasar la noche contigo y hablamos mejor las cosas —propuse, intentando encontrar un equilibrio entre mis responsabilidades y la necesidad de abordar nuestras inquietudes.
Sofía pareció más animada, y la besé de nuevo antes de dirigirme hacia el espejo, la perspectiva de encontrarme con Madison y, posiblemente, con Megan me tenía petrificado, y el peso de las decisiones pendientes resonaba en cada rincón de mi mente.
Resoplé, desviando la mirada hacia Sofía, quien yacía pensativa en la cama, me pregunté si sus pensamientos eran tan complejos como los míos ¿Quería formalizar nuestra relación? ¿Cómo reaccionaría Rodrigo al enterarse de que estaba con su prima? Recordé con amargura los días del instituto, cuando su reacción fue un golpe en el estómago por haber salido con Sofía.
Un nudo se formó en mi estómago ante el recuerdo, no deseaba revivir ese episodio, especialmente ahora que ya no era el joven inseguro de antes.
Mi concentración fue interrumpida por una palmada en el trasero, me volví rápidamente para encontrarme con Sofía, quien sonreía cómplice.
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Los Chicos De Harvard •Madison Beer• Megan Fox• Sofía Carson•
De TodoEn las brillantes y deslumbrantes calles de la alta sociedad de Beverly Hills, donde el poder y la riqueza se entrelazan en un juego peligroso, se encuentra Connor Carter, un joven ambicioso con un talento innato para los negocios y una determinació...