Capítulo 61

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La luz de la mañana filtrándose por las cortinas marcaba el comienzo de un nuevo día, nos despertamos envueltos en una calidez reconfortante, recordando la noche anterior que había sido un remanso de amor y apoyo mutuo.

Mientras compartíamos un desayuno íntimo, Sofía tomó mi mano y la colocó suavemente sobre su vientre, la emoción se reflejó en sus ojos mientras anunciaba: —Connor, nuestro pequeño está creciendo aquí.

Sentí una mezcla de emociones, desde la alegría anticipada hasta la incertidumbre que se asomaba en el horizonte, aunque mi corazón seguía pesaroso por la pérdida de mi padre, comenzaba a abrirse paso un nuevo capítulo en mi vida.

La noticia del embarazo de Sofía cambiaba la perspectiva de todo. Me esforzaba por mostrar entusiasmo, pero la sombra de la tristeza persistía, la idea del matrimonio, que inicialmente me parecía una salida apresurada, comenzó a cobrar un significado más profundo.

Mientras observaba a Sofía, con su mirada iluminada por la expectación de la maternidad, me di cuenta de que, a pesar de las circunstancias difíciles, había una oportunidad para construir algo hermoso. Tomé la decisión de comprometerme no solo con ella, sino también con el nuevo capítulo que estábamos escribiendo juntos.

Sofía me acarició suavemente la mano y me miró con ternura.

—Connor, sé que todo esto ha sido abrumador para ti, y también para nosotros como pareja. ¿Qué te parece si nos tomamos unos días libres y nos vamos de viaje solo nosotros dos? Necesitamos un tiempo para recuperar nuestro amor y nuestra conexión.

La miré, sintiendo un atisbo de esperanza en medio de la oscuridad que lo rodeaba.

—Sofía, creo que eso podría ser lo que necesitamos, unos días para nosotros, lejos de todo esto.

Sofía sonrió y le di un beso suave.

—Entonces será un plan, después de tu reunión con los chicos, nos tomaremos un tiempo para reconectar y encontrar la paz que ambos necesitamos.

Asentí, agradecido por la propuesta de Sofía, ambos compartieron una mirada llena de complicidad, listos para enfrentar juntos lo que la vida les tenía preparado.

Me levanté de la mesa, sintiendo que este era el momento adecuado para dar un paso más en nuestra relación, me dirigí al mueble de la entrada, donde guardaba las llaves y busqué entre ellas la indicada: la llave de mi departamento. Esta llave significaba más que solo abrir una puerta, era la entrada a mi mundo, y estaba decidido a compartirla con Sofía.

Con la llave en la mano, regresé a la mesa donde estábamos desayunando, la miré con una sonrisa llena de significado y me acerqué a ella.

—Creo que es hora de que tengas esto. —Le entregué la llave con ternura, queriendo simbolizar un nuevo nivel de compromiso y confianza.

Sofía recibió la llave con sorpresa y emoción reflejadas en sus ojos.

—¿Mi propia llave? —preguntó, su voz resonando con asombro y alegría.

Asentí con firmeza.

—Quiero que sientas que este lugar también es tu hogar. —Añadí, buscando sus ojos con cariño.

Sofía me agradeció con un beso apasionado, y en ese momento, la llave no solo abría la puerta de mi departamento, sino también un capítulo más profundo y significativo en nuestra historia juntos.

Después de compartir un desayuno lleno de complicidad, Sofía y yo nos encontrábamos listos para enfrentar el día, ambos teníamos compromisos laborales, pero antes de separarnos, Sofía sugirió algo que despertó mi interés.

—Connor, ¿qué te parece si nos duchamos juntos antes de irnos cada uno a nuestro trabajo? —propuso, con una sonrisa traviesa.

La idea me tomó por sorpresa, pero sonreí ante la propuesta, después de una semana llena de tristeza y complicaciones, la idea de compartir un momento íntimo antes de enfrentar nuestras responsabilidades diarias sonaba tentadora.

—Suena como una excelente manera de empezar el día —respondí, aceptando la propuesta con entusiasmo.

Su coqueteo provocó una risa cómplice de mi parte, dentro de la ducha, entre risas y caricias, la picardía se intensificó. Sofía no perdía la oportunidad de hacer comentarios sugerentes y, en respuesta, la complicidad entre nosotros creció, llevando el juego a un nivel más íntimo, fue un momento de conexión divertido y seductor que cambió el tono del día y dejó una huella de anticipación para lo que estaba por venir.

El vapor del agua caliente envolvía el pequeño espacio del baño mientras Sofía y yo compartíamos la ducha. Las risas y bromas cómplices se mezclaban con el sonido del agua que caía, cada caricia, cada roce, construía un puente entre nosotros, una conexión que no solo era física, sino también emocional.

Sofía, con su mirada pícara, dejó caer pequeñas gotas de seducción en cada gesto, mientras el agua resbalaba por nuestros cuerpos, sus manos exploraban con suavidad, y sus palabras sugerentes llenaban el ambiente.

—Creo que hemos descubierto una forma muy efectiva de relajarnos antes del trabajo —comentó, guiñándome un ojo.

El juego de coqueteo continuó, alimentado por la complicidad que se había forjado entre nosotros, cada detalle del cuerpo de Sofía parecía resaltar en el ambiente húmedo, y su risa resonaba de manera envolvente.

—¿Quién diría que una ducha podría ser tan divertida? —dije, devolviéndole la mirada juguetona.

El tiempo parecía ralentizarse mientras disfrutábamos de ese momento compartido. No era solo una ducha; era una pausa en la realidad, un respiro que nos recordaba que la vida aún tenía momentos de ligereza y placer.

Después de un rato, salimos de la ducha, pero la atmósfera de complicidad persistía, nos vestimos con sonrisas cómplices y, antes de salir del baño, Sofía se acercó a mí con un beso lleno de promesas.

—Que tengas un buen día en la oficina, jefe —murmuró, provocándome una risa.

Sofía y yo nos encontrábamos en el dormitorio, preparándonos para enfrentar el día, sin embargo, algo inesperado surgió cuando Sofía sugirió que ella debería elegir mi ropa.

—Connor, ahora que estamos comprometidos, creo que es mi deber como futura esposa elegirte la ropa ¿No es eso lo que hacen las buenas esposas? —dijo, con una sonrisa traviesa.

La idea me tomó por sorpresa, pero la dejé tomar las riendas, Sofía revisó mi armario con entusiasmo, comentando sobre diferentes combinaciones y descartando algunas prendas con un gesto divertido.

—Hoy necesitas algo que grite "hombre de negocios exitoso" pero con un toque de "chico malo", ¿no crees? —decía mientras sostenía dos corbatas y me miraba con picardía.

Aunque al principio me sentí un poco fuera de mi zona de confort, su actitud juguetona y su habilidad para elegir combinaciones sorprendentemente acertadas hicieron que disfrutara del proceso. Al final, me encontré vestido de una manera que nunca hubiera elegido por mí mismo, pero que de alguna manera reflejaba mi personalidad de una manera nueva y emocionante.

—Creo que tienes un talento oculto para la moda, Sofía —comenté, admirando el resultado en el espejo.

Ella sonrió satisfecha y añadió con un guiño: —Seré la mejor esposa que puedas tener, Connor, incluso en la elección de tu ropa, ahora, ¡A conquistar el mundo!

Salimos juntos de la casa, ambos con una confianza renovada y la certeza de que, incluso en las pequeñas cosas, podíamos construir un futuro juntos lleno de amor y complicidad.

Los Chicos De Harvard •Madison Beer• Megan Fox• Sofía Carson•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora