Después de que la intensidad de la pasión que compartimos se disipó lentamente, quedamos exhaustos, nuestros cuerpos aún entrelazados. Sentí cómo la respiración de Sofía se iba calmando poco a poco, y con un suspiro satisfecho, se acurrucó en mi pecho, dejándose envolver por la calidez de mi piel, la besé suavemente en la coronilla, disfrutando del silencio que siguió a nuestro encuentro desenfrenado, en ese momento, el mundo exterior parecía tan lejano, casi irreal, pero sabía que la realidad pronto nos alcanzaría.
—Deberíamos ir a la cama —murmuró Sofía con una sonrisa, su voz aún un poco ronca por la emoción de los momentos compartidos.
Asentí, sin decir nada más, y nos levantamos juntos para caminar hacia el dormitorio, la noche estaba tranquila, y el ambiente se sentía íntimo, casi sagrado. Sofía se deslizó bajo las sábanas, y la seguí, rodeándola con mis brazos mientras nos acomodábamos. Unos minutos pasaron en silencio, solo disfrutando de la presencia del otro, hasta que ella rompió la calma.
—Connor... —su voz sonaba un poco más seria esta vez—. Mis padres me llamaron mientras estaba en Londres.
Sentí un ligero nudo formarse en mi estómago al escuchar sus palabras, pero intenté mantener la calma, sabía que esto tarde o temprano saldría en alguna conversación.
—¿Ah, sí? —respondí, tratando de sonar neutral mientras acariciaba suavemente su brazo—. ¿Qué dijeron?
Sofía se giró un poco para mirarme a los ojos, una mezcla de emoción y cautela en su expresión.
—Quieren que nos volvamos a reunir, dicen que lo han estado pensando estos días y que si yo te quiero, ellos te aceptan a ti y al bebé.
Inmediatamente sentí cómo mi cuerpo se tensaba ante la idea, solo tuve que volver a verlos de nuevo, para saber que no quería tener más relación con ellos, así que ese repentino acercamiento no era algo que me entusiasme en lo más mínimo, sin embargo, cuando vi el brillo de esperanza en los ojos de Sofía, supe que no podía decirle que no.
Ella me observó detenidamente, como si tratara de leer más allá de mis palabras, su expresión era una mezcla de expectativa y ansiedad.
—Creo que sería bueno —respondió suavemente—. Sé que la ultima cena, no fue la mejor, mis padres no siempre han sido fáciles, pero... me gustaría intentarlo de nuevo, por nosotros, por el bebé, quiero que lo vean como una oportunidad para empezar de nuevo, para que puedan conocer al hombre maravilloso con el que me voy a casar.
Sentí un peso en el pecho, la sinceridad en su voz me conmovió, y aunque la idea de pasar tiempo con mis suegros no me resulta atractiva, sé lo importante que es para ella.
—Si es lo que tú quieres, entonces iremos —dije finalmente, tratando de sonar convincente. Sofía sonrió, pero sabía que ella me conoce demasiado bien.
—¿Estás seguro? —preguntó con una pizca de duda en su tono.
Tomé una respiración profunda y le sonreí, acariciando su mejilla con ternura.
—Por ti, Sofía, haría cualquier cosa, y si crees que esto es lo mejor, entonces lo haremos, no te preocupes por mí, lo importante es que tú te sientas bien con todo esto.
Ella me miró agradecida, y sus ojos se llenaron de emoción, se inclinó hacia mí y me besó suavemente, como agradeciéndome el esfuerzo.
—Gracias, amor —susurró contra mis labios—. Sé que no es fácil para ti, pero te prometo que esta vez será diferente.
Asentí, aunque no estoy completamente seguro de ello, pero decidido a hacer todo lo posible para que Sofía esté feliz, la abracé con fuerza, y juntos nos dejamos caer en el colchón, dejando que el cansancio nos venciera.
Mientras ella se acomodaba para dormir, miré el techo, mi mente aún dando vueltas en los eventos de la noche, sé que fingiré entusiasmo por esa reunión, pero también sé que será difícil. Sin embargo, no puedo dejar de pensar en lo afortunado que soy por tener a Sofía a mi lado, y en lo mucho que estoy dispuesto a hacer por ella.
Con esos pensamientos en mente, finalmente cerré los ojos, dejando que el sueño me arrastrara mientras sentía el cálido cuerpo de Sofía acurrucado contra el mío, pero no conseguí el objetivo, Sofía en cambio dormía plácidamente a mi lado, para ella no debe ser fácil esto tampoco, me acomodé como pude para darle un beso en la frente y salí de la habitación.
Me dirigí hacia el salón, senté en el sillón y me quedé mirando fijamente el gran ventanal, era de noche pero en Los Ángeles siempre había gente despierta, abrí la puerta de la terraza, noté como el aire se metía en mi cuerpo, me estremecí, me quedé mirando el piso de Jordan, el cual estaba con luz, veía sombras, seguramente estaría con alguna chica, a veces me pregunto como hubiese seguido mi vida si no me lo hubiese encontrado en aquel lugar.
Me giré un poco y ví en la mesita del salón los regalos que había traído Sofía, todo se me estaba viniendo encima, el
compromiso, el bebé, la empresa, y ahora la idea de enfrentarme a los padres de Sofía otra vez.Resoplé maldiciendo.
Me acerque a la mesita a coger los zapatitos que había traído Sofía, volví a salir a la terraza con los zapatitos en la mano y me senté en una butaca.
De repente, sin pensarlo demasiado, dejé los zapatos sobre mis piernas y busqué el teléfono, volví al levantarme al darme cuenta que el teléfono estaba tirado en en el suelo, al lado del pantalón, me agaché a recogerlo y me dirigí hacía la butaca, mis dedos se movieron casi automáticamente, deslizando por la lista de contactos hasta que me detuve en un nombre: Megan. No había hablado con ella, desde que pasó lo de mi padre, pero en este momento no tenía a nadie más cerca.
Me quedé mirando el nombre de Megan en la pantalla, sintiendo cómo una oleada de recuerdos me invadía, Megan Hunt, la madrastra de Madison y la mujer que se había casado con el maldito Kevin Hunt.
Apreté el puño de la rabia.
Finalmente, apreté el botón de llamada y me llevé el teléfono al oído, mientras sonaba el tono, me encontré conteniendo la respiración, esperando que ella respondiera, sin estar seguro de lo que iba a decir cuando lo hiciera.
—Connor, ¿Qué estás haciendo llamándome a esta hora? Kevin está dormido, no podría contestar si estuviera despierto— susurraba molesta.
Me había dado cuenta de que no había pensado bien.
—Lo siento, Megan, necesito hablar con alguien, no tengo a nadie más en quien confiar en este momento, me siento completamente perdido— dije tartamudeando.
—Connor, soy una mujer casada, no puedo estar recibiendo llamadas a esta hora. ¿Y qué pasa con el incidente la última vez en mi casa? ¿Te has olvidado de eso? Kevin aún está molesto por lo que hiciste— dijo con voz firme, pero susurrante.
Mierda.
Intenté retomar la conversación pero Megan me había colgado el teléfono, no sé si su maldito esposo se había despertado o simplemente no quería hablar más conmigo, pero me había terminado de joder la noche.
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Los Chicos De Harvard •Madison Beer• Megan Fox• Sofía Carson•
RandomEn las brillantes y deslumbrantes calles de la alta sociedad de Beverly Hills, donde el poder y la riqueza se entrelazan en un juego peligroso, se encuentra Connor Carter, un joven ambicioso con un talento innato para los negocios y una determinació...