30.Marta

146 39 8
                                    

Me despierta su voz y un toquecito en el brazo.
- Hemos llegado, Marta.
Aún estoy medio dormida, así que esas palabras no tienen ningún significado para mí hasta que me incorporo.
- ¿Qué?- pregunto por fin. Quiero asegurarme de que lo he oído bien.
- Sí, que hemos llegado. Mira.- Aparto la vista un momento de su rostro para mirar a donde señala; a menos de diez minutos andando se ven casas. No me lo puedo creer. - No quería seguir hasta despertarte, para que llegáramos juntos.
- ¿Cuánto he dormido?- Vuelvo a mirarle, y aún no me creo lo que me dice a pesar de haber visto claramente altas figuras marrones similares a edificios a muy poco de aquí.
- Algo más de dor horas.
- ¿Qué? ¡Nacho!- Me doy cuenta de que durante ese tiempo ha tenido que andar con migo en brazos.- Te dije que me despertaras, no me puedo creer que hayas echo todo el camino sólo y conmigo a cuestas. No debería haberme dormido.
- No, Marta. Sé que necesitabas este descanso, y no ha sido para tanto. Tranquila que he descansado a mitad de camino.
- ¿A mitad de camino? ¿Me estás diciendo que has cargado con mi peso durante más de una hora seguida? Estás loco. Y siento haberme dormido.
- No lo sientas, enserio. Y tampoco pesas tanto, eh.- De repente le entra la risa y ya no para de reírse en un rato.
- ¿Pero qué te pasa?- Le miro extrañada apenas pudiendo contener la risa ya que me la ha contagiado.
De repente se pone serio y me mira fijamente con esos ojos que, por primera vez, advierto que son preciosos.
- Tienes unos ojos increíbles- me dice como leyéndome la mente.
- Justo estaba pensando en los tuyos, me dejan atontada.- En cuanto le digo esto sonríe, y yo hago lo mismo.
- Lo dice la de los ojazos azules.
- El color no tiene nada que ver. Seguro que en el instituto echabas una mirada de esas a cualquier chica y la dejabas rendidita a tus pies.- Aunque al principio lo digo en broma, enseguida me doy cuenta de que seguramente sea verdad. Noto cómo la envidia de repente me come por dentro.
Él en cambio se ríe ante mi ocurrencia, como si no fuera la pura verdad.
- Pero qué dices, tonta. Eres la única que se fija en mis corrientes ojos. Tranquila, que por ahora sólo te impresionan a ti.- Me dedica una sonrisita picarona con esta última frase.
- Ja ja, ni que estuviera celosa. Puedes dedicarle miraditas a quién quieras.- No sé por qué, pero lo digo con un tono algo enfadada y, cómo no, él lo nota.
- Uyy, pero no te piques enfadica.- Me da un pellizquito en la cadera con el que no puedo evitar sonreír. De algún modo, me molesta cómo los chicos pueden sacarnos una sonrisa con sólo tontear un poco, menudos son.
- Anda tonto. Bueno, ¿qué?, ¿vamos hasta esa ciudad o lo que sea, o no?
- Vale, vamos.- Se pone en pie y, con su gesto de darme la mano, noto que está tan asustado como yo de que estemos tan cerca de obtener respuestas. Llevamos mucho tiempo esperando esto. Ninguno sabe qué ni quién nos encontraremos allí.

Comentad qué os ha parecido este capítulo!

Hasta que salgamos de aquíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora