6. Nacho

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En cuanto vuelvo, a María barra Marta se le ilumina la cara. ¿Es que me he perdido algo? Me voy a mi sitio, dejo la cantimplora en el suelo y saco de la caja una lata de judías, después de caminar dos horas estoy hambriento.
Cuando he salido no sabía hacia dónde me dirigía, simplemente me he adentrado en la selva. Pero enseguida me he dado cuenta de que debía buscar agua, seguro que había algún río por allí cerca. Y no me equivocaba. Durante la caminata he podido comprobar que es una selva normal y corriente, que no por estar aquí de una forma extraña, el sitio también debía serlo. No es una selva con muchos animales, de esas exóticas en las que se oyen todo el rato tucanes y otras aves; en esta simplemente hay plataneros y otros árboles, y mucho musgo y hojas verdes en el suelo.
No me ha costado mucho encontrar el río, porque tras media hora de caminar en línea recta, he empezado a oir el transcurso del agua. Simplemente he seguido el delicioso sonido y me ha conducido a un precioso riachuelo. Tenía una parte más ancha, una especie de lago dónde he aprovechado para bañarme, pero apenas cubría en ninguno de los sitios. El camino de regreso ha sido incluso más fácil y corto. Parece mentira lo sencillo que es guiarse en este sitio tan desconocido y grande, la verdad es que siempre he tenido buen sentido de la orientación.
Acompaño las judías con varios tragos de agua y, cuando termino le acerco la cantimplora a ella, que se está echando la siesta. Quizá ha sido un poco egoísta por mi parte no compartir el agua antes, cuando estaba comiendo. Pero es que se me hace difícil hablarle, en parte por que no sé que decirle exactamente, y también porque ella tampoco parece tener muchas ganas. Además, pronto saldremos y esto ya no importará.
Bueno, en realidad no estoy tan seguro de eso, aunque ella parece que lo tiene claro. Mi intuición me dice que estaremos aquí mucho más tiempo, y que necesitaremos el río y los plataneros. No sé que pensar sobre esto, quedarme aquí un tiempo. Tendremos que acabar hablándonos para hacernos compañía y no morirnos del asco. Me preocupa bastante, ya que si no nos llevan de regreso a casa en tres días, entonces habremos perdido toda esperanza. Entonces sí que no sabremos cuándo vamos a regresar.
Si resulta que esto es así y nos quedamos más, me pregunto para qué nos han dado comida para unos días, si al final íbamos a tener que apañarnos por nuestra cuenta. Me pasa una idea por la cabeza, pero enseguida la descarto. No, no creo que fuera para darnos un tiempo a ella y a mi para romper el hielo. Aunque quizá sea cierto, a lo mejor nos dan comida durante tres días, pero después de este plazo tenemos que buscar los alimentos por nosotros mismos, y por lo tanto ayudarnos y cooperar entre los dos. La idea no tiene mucho sentido, pero es lo único que tengo. Bueno, en realidad más bien estoy desvariando y me han afectado mucho las películas de ciencia ficción esas en las que te observan desde fuera y está todo planeado. Me río un poco yo solo por la idea.
Después de comer yo también me duermo, y no despierto hasta el atardecer. Ella hace un rato que está despierta y se ha sentado de espaldas a mí, viendo cómo el sol se pone. Yo la imito, y nos quedamos así hasta que se gira para cenar, y me pilla rebuscando en la caja para hacer lo mismo. Cenamos tranquilamente, cruzándose nuestras miradas de vez en cuando, aunque ella intenta evitarlo mirando para abajo.
Ya es noche cerrada, apenas puedo verla a causa de la distancia y la escasez de luz. Distingo que está acurrucada echa un ovillo con la manta. En cuanto la veo a mí también me entra un poco de frío. Me aguanto. Creo que todavía no está dormida, pero lo hará antes que yo, no debería haber dormido tanto durante la siesta. Para pasar el tiempo me pongo a hacer ejercicio. Hago flexiones y abdominales y pienso en salir a correr, pero ahora sí que me da miedo dejarla sola, siendo tan de noche. Paro cuando ya no puedo más, y se me hace tentadora la idea de ir a aquel apacible lago y bañarme para relajar mis músculos. Pero sé que no voy ha dejarla aquí sola, además no creo que encontrara el camino sin ver nada.
Unas dos o tres horas después, consigo dormirme. No sin antes echar un vistazo a la chica para asegurarme de que sigue allí, durmiendo pacíficamente.

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