Han pasado ya más de dos horas desde que Nacho despertó, me miró, me reconoció, y decidió no venir a hablarme. Como sí no fuéramos los dos únicos "habitantes" de este solitario lugar. Con esto confirmo lo que suponía: es un idiota al que no le importa nadie más que él. Yo le he dado su comida y, como ya tiene cubiertas sus necesidades, no me necesita, así que para qué me va a hablar. Bueno, pues que no piense que seré yo la primera en acercarme. Si sólo vamos a estar aquí tres días, supongo que ni siquiera hay necesidad de hablarnos, pues mejor. Seguro que luego todo volverá a la normalidad y, cuando nos veamos en el instituto, él me ignorará y hará como si nada de esto hubiera pasado. Hace un rato me di media vuelta, pues no quería tener que encontrarme con su mirada.
Acaba de ponerse en pié, tras una hora de hacer el vago en el suelo. Veo que me mira y vacila, hace ademán de venir pero luego rectifica, para finalmente acercarse. Me pongo un poco nerviosa, ¿qué querrá?, ¿es que ha decidido dejar de ignorarme? No es muy probable, pero quién sabe. Veo que se detiene a unos dos pasos de mí, se agacha, y coge la cantimplora. Después se gira y se va. Y digo irse literalmente, abandona la llanura en la que está nuestro "campamento", por llamarlo de alguna manera, y se adentra en el bosque. Todo esto ocurre muy deprisa, cuando reacciono él ya se ha perdido entre la espesura de los árboles.
Ahora sí que estoy nerviosa, se ha ido, sin darme explicaciones y dejándome aquí sin saber qué hacer. Además se ha llevado la cantimplora, aunque no sé para qué, ya que está vacía. ¿Debería ir tras él? Pero luego me doy cuenta de que me estoy poniendo paranoica. No pasa nada, habrá ido a algún sitio y luego volverá, querrá dar un paseo. Pero lo que más me preocupa es lo asustada que me encuentro cuando se va. Cuando estaba él me sentía más segura, no sé si simplemente porque es alguien, y necesito a alguien ahora que estoy sola, o porque es él y por alguna extraña razón su presencia me tranquiliza. El caso es que ahora me siento preocupada, asustada y desprotegida, como si su ausencia hiciera más real esto que me está ocurriendo y que hasta ahora he sobrellevado sorprendentemente tan bien. Las siguientes dos horas se me hacen eternas, y decido tomarme una lata de judías.
Hasta que por fin regresa, y todos mis miedos se disuelven, tan rápido como vinieron en cuanto se fue. Vuelve con la cantimplora llena, me pregunto de dónde habrá sacado el agua. Mira hacia mí sólo una vez y regresa a su espacio. Él también escoge una de las latas de judías.Por favor, comentad este capítulo!
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Hasta que salgamos de aquí
Teen FictionUna noche, Marta se despierta en el campo. No sabe dónde está, ni quién, cómo y por qué la han enviado allí. Sólo sabe que está en un claro, tiene una manta y una cantimplora vacía, y no está sola. Luego está Nacho, justo después de aquella pelea se...