Hoy no somos más que dos aburridos chicos mirando al infinito. Me he levantado de mala leche, que nadie me pregunte por qué, y le he pedido a Marta que hoy no vayamos al río. Aunque a regañadientes, ella ha aceptado porque siempre la llevo, no se puede quejar. Simplemente he tenido un sueño bonito y, aunque parezca raro, eso me ha cabreado.
En el sueño yo estaba en casa, me despertaba, y allí estaban mi hermano y mi sobrino, me decían que me había dado un fuerte golpe y había estado durmiendo muchos días. A mi me cuadraba todo, esto no había sido más que una pesadilla y ahora ya estaba despierto. Entonces llegaba Edu, me decía que lo sentía y todo tan bien como antes. Los tres nos poníamos a jugar con el bebé, incluso estaba mi cuñada. Pero entonces me he despertado en medio de la noche, y en una milésima de segundo me he dado cuenta de que todo era un sueño, un horrible y asqueroso precioso sueño. Me han dado ganas de dar un puñetazo a lo primero que tuviera delante, pero entonces me he dado cuenta de que eso era Marta. He intentado sosegarme un poco y no enfadarme por lo inevitable. Pero es que el sueño era tan real... No he podido dejar a un lado la frustración, y seguía con esas ganas de reventar todo; así que le he pedido a Marta que se apartase, no me hacía ningún bien tan cerca, podía resultar herida.
-Chsss- intenté llamarla después de ver que un empujoncito no valía para alejarla de mí.
-¿Qué pasa?- Normalmente no nos despertamos de noche el uno al otro así porque sí. Así que pensamos que si lo hacemos, debería ser por una buena razón.
-¿Te importa separarte un poco?- intenté decir de la manera más cariñosa posible.
-¿Qué te pasa?- insistió ella.
-Nada, que prefiero no dormir por ahora, es mejor que te alejes si quieres dormir.
-No quiero dormir si tu no puedes... Te hago compañía- me dijo con toda su buena intención. Pero yo rechacé su oferta.
-No, gracias. Es que no es que no pueda, es que no quiero.
-¿Por qué?- me preguntó confundida.
-Porque no. Oye, enserio, duérmete. No te preocupes por mí- le dije para quitármela de en medio. Aunque en cuanto ella me había hablado me sentí mejor y enseguida se me quitó la parte más brutal de mi enfado, pero seguía de mala leche y prefería que se durmiese. Si seguía hablando con ella seguro que le soltaba algo de lo que luego me arrepentiría, cuando estamos enfadados solemos hacer esas cosas, sobre todo yo.
-¿Por qué? ¿Es que no me vas a decir qué te pasa?- De verdad que yo solo quería que se apartara un poco, al menos hasta que se me pasase. No esperaba tanta preguntita, y en ese momento no me apetecía mucho precisamente ponerme a hablar, y menos de esto.
-Mira, lo que me pesa es que estoy cabreado y, si sigues preguntando, te voy a soltar alguna bordería y no quiero hacerlo. Así que, por favor, ahora duérmete que mañana si quieres te lo cuento.
-Dirás cuando amanezca, porque son ya muy pasadas de las doce. Y, ¿por qué quieres que me duerma? ¿Es que no puedo estar despierta si te prometo no molestarte ni preguntar más? Y... oye, pero estás enfadado... ¿con migo?- me preguntó preocupada. Me estaba irritando con tanta pregunta y tantas ganas de quedarse despierta "sin molestarte", cosa imposible ya que sólo con estar me molestaba; y no era su culpa, es que estaba enfadado... Sin embargo le respondí lo más amablemente que pude, porque realmente parecía preocuparle que la respuesta a esa última pregunta fuera positiva.
-No, no. Claro que no es contigo, Marta. Dime, ¿qué me has hecho tú? Nada, pero es que de verdad que ahora no me apetece hablar de los motivos de mi mal estado de ánimo, porque me voy a poner peor. Y sí, prefiero que te duermas, por favor. Pero haz lo que quieras, no soy quién para mandarte dormir.
-Sí eres quién. Si me lo pides porque lo prefieres, no me importa hacerlo.- Se volvió a tumbar esta vez dejando casi un metro de distancia entre nosotros.- Buenas noches, y no arranques ningún árbol en un arranque de cólera. - Lo dijo con ironía, pero a mi la idea se me antojó apetitosa.
-Mmmm, no es mala idea, pero quizá una buena rama será más fácil.
-Animal...- murmuró. Luego me cogió la mano para enseguida volvérmela a soltar. Era un pequeño gesto, pero que quería decir muchas cosas: "Buenas noches", "no hagas ninguna tontería" y "pórtate bien". Lo que ninguno de los dos sabíamos era que sería en este mismo día cuando yo no cumpliría eso último.
Ahora estamos sentados en forma de indio, con las piernas cruzadas, arrancando ramitas del suelo, es lo que se hace cuando uno se aburre. Ni siquiera hablamos, ya le he contado el motivo de mi enfado de anoche en cuanto nos hemos despertado. Ella me ha dicho que me entiende perfectamente, que los peores sueños no son las pesadillas, si no los bonitos que no se hacen realidad. En verdad sigo tocado, este es de los sueños que no salen de tu cabeza en todo el día. Decido dejar que pasen unos minutos más para después poner en marcha mi improvisado plan llamado "alegrar la mañana a Marta". Creo que está bastante aburrida aquí y decepcionada por no ir al río, aunque la verdad es que no se ha quejado, eso tengo que concedérselo. Además hoy hace un día espléndido, de los mejores que hemos tenido desde que estamos aquí. El sol está más fuerte que nunca y el cielo completamente despejado, pero hace muchísimo calor. Así que la cojo de la mano y la hago levantarse, caminamos adentrándonos en la selva.
-¿A dónde vamos?- pregunta alegre de encontrar algún cambio en mi actitud.
-¿No tienes calor?
-Si... pero, ¿a dónde vamos?
-A darnos un chapuzón- respondo orgulloso.
-¡Sííííííí!- grita entusiasmada como una niña a la que acaban de ofrecer un helado.
Por el camino recogemos algunos plátanos, aunque aún es pronto. En cuanto llegamos, ella hace ademán de quitarse la ropa, con la emoción apenas nota mi presencia, pero cuando se da cuenta de que estoy ahí para, avergonzada, aunque yo no he visto nada porque no ha llegado a deshacerse de ninguna prenda. Yo le pido darme un corto chapuzón antes de tener que estar muchos minutos dado la vuelta esperando a que ella termine. Marta acepta, pero sólo cuando le prometo que no tardaré ni dos minutos. Me zambullo en el agua después de haberme quitado la camiseta y los pantalones en dos segundos, y nado. Empiezo a salpicar a Marta.
-¡Eh! ¿Seguro que no quieres meterte con migo? El agua está buenísima y así no tendrías que esperar ni un minuto más. Venga, que con el buen día que hace...verás como nos lo pasamos.
-Miedo me das con esa frase, para tí pasarlo bien es hacerme ahogadillas, ¿no?- pregunta. Yo me río.
-Bueno, si hace falta no te ahogo. Pero venga, métete- insisto.
-No te creo. Y aún así hoy prefiero darme un baño como dios manda, sin toda la ropa de por medio, es muy incómodo. Además llevo días sin bañarme bien, necesito asearme. Con tanta "diversión",- dice nombrando esta palabra con ironía,- siempre me convences de que nos bañemos juntos, y al final no puedo darme un baño en condiciones.
-Sí que puedes, dátelo sin ropa si quieres, por mi no hay problema. Y claro que nos divertimos, y tú lo sabes. Pero enserio, vente.- No sé por qué he dicho eso primero, la verdad es que es lo que pienso, pero no por eso suelo decirlo. De verdad me apetece que hoy se bañe con migo, me da igual como. Hace un día estupendo y yo sigo un poco de bajón, sólo ella podría mejorarme el día divirtiéndonos un poco en el río.
-Sí, claro- me responde con ironía, pensando seguramente que digo en broma lo de bañarse sin ropa con migo.
-Bueno, haz lo que quieras- respondo frustrado porque no me haga caso.- Pero que sepas que no todos los días voy a estar aguantando media hora dado la vuelta porque a la señorita le de vergüenza bañarse en ropa interior delante de un chico con el que, se supone, no debería tener vergüenza alguna dada la situación.- Se lo digo porque es lo que he estado callando durante días, pero en cuanto lo hago me arrepiento, obre todo por el tono irónico y borde que he utilizado. Sé que tiene derecho a no querer que la vea en ropa interior y que me he pasado un poco. Aunque realmente no sé si estoy dispuesto a estar todos los día tantos minutos girado sin mirar a nada, teniendo en cuenta que no sabemos cuántos días estaremos aquí.
- Eres un gilipollas- me suelta, ofendida. Dejo que pase un minuto para que cuando responda no sea cabreado, diciendo lo que no pienso. Durante este tiempo ella se sienta y yo no me salgo del agua, entonces hablo.
-Marta... Lo siento. Estás en tu derecho de pedirme que me gire, no quería decir eso.
-Ya, pero lo has dicho y eso significa que lo piensas...
- Lo siento.- No sé que más decirle, así que me salgo del agua.- Es tu turno.
Ella frunce el ceño, todavía molesta, enfadada y sobre todo dolida. Entra en el agua cuando me he girado, y no habla, sólo oigo que nada. Veo que hasta ha dejado la ropa interior en el césped. A veces lo hace, se da un baño del todo desnuda para asearse un poco. Sigo medio tenso, no sé por qué, a veces me dan prontos en los que me enfado y mi cuerpo y mis palabras se dejan guiar por eso, y mi mente sólo puede pensar en lo cabreado que estoy. Este es uno de esos momentos. Ella sale del agua, y yo giro un poco mi cuerpo, harto de esperar y deseando girarme.
-Eh, ni se te ocurra darte la vuelta- me advierte.
Pero yo en ese momento no pienso en las consecuencias, me apetece girarme porque es lo que en ese momento el cuerpo me pide, y por curiosidad. Así que, sin pensar, hago una tontería.
Me giro.
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Hasta que salgamos de aquí
Novela JuvenilUna noche, Marta se despierta en el campo. No sabe dónde está, ni quién, cómo y por qué la han enviado allí. Sólo sabe que está en un claro, tiene una manta y una cantimplora vacía, y no está sola. Luego está Nacho, justo después de aquella pelea se...