Pasamos así cuatro días más; entre excursiones al río, borderías mías, tonterías de Nacho y desesperación de la que no hablamos por miedo a hacerlo más real. Todo esto parece como un sueño, estamos atrapados por arte de magia dos conocidos que son en realidad extraños el uno para el otro y, aunque nos estamos conociendo, siempre tendré ese sentimiento de que esta amistad es tan sólo provisional, adaptada a las circunstancias. Lo más extraño de todo es que estos días parecen una excursión, dos amigos en una acampada que se ha alargado, o algo por el estilo. Ninguno expresa la verdadera actitud que deberíamos tener, la actitud de víctimas un secuestro.
El octavo día, durante las horas anteriores a la cena, nos sentamos en el suelo y jugamos a un tres en raya. Hemos formado un pequeño tablero con pequeñas ramitas. Las fichas son hojas para él y piedras para mí. Hace tiempo que ha empezado a anochecer.
-Jugamos tan bien que el tablero se completa antes de que ganemos ninguno- dice aburrido. Y tira sus fichas hacia un lado, dejando claro que no quiere seguir jugando.
-Oye, sinceramente, ¿cuanto crees que estaremos aquí?-pregunto, porque es lo primero que se me ocurre y llevo tiempo queriendo preguntárselo. Aunque he estado esquivando el tema, al igual que él, desde que estamos aquí. Pero creo que ya llevamos suficiente tiempo escondiendo la realidad como para hacernos la pregunta en alto.
-Cómo voy a saberlo- dice suspirando y reclinándose sobre el tronco caído que tenemos detrás.- No me atrevo ni a aventurar. Porque el primer día no supuse que estaría aquí todo lo que llevamos, y ahora no sé cuándo volveremos, ni si es que volveremos.
Me quedo callada, con los ojos muy abiertos, flipando. Hasta qué por fin digo:
-¡¿Qué?! ¿Qué quieres decir con eso? Haber, algún día volveremos, ¿no? Quizá pasen algunos días más, tantos como llevamos incluso, pero por mucho que tardemos en regresar, lo haremos.
-Ya, ya. Bueno, supongo que algún día sí, pero sólo quería decir con eso que puede que pase un tiempo. No debemos pensar nunca: "Bueno, ya debe quedar poco" porque nunca se sabe, y es mejor no tener falsas esperanzas.
-Odio hablar de esto, no debería haber sacado el tema.
-Pero tarde o temprano había que decirlo. Porque llevamos días haciendo como si nada, y teníamos que contarnos lo que pensábamos, ¿no?
-Sí, supongo- digo de mala gana.
Comentamos alguna cosa más, y decidimos cenar ya. Me dispongo a coger los plátanos que Nacho ha dejado en la caja al volver del río, últimamente acostumbra a cogerlos para la cena en el camino de vuelta.
-Ya voy yo- me dice cuando me levanto. Entonces me vuelvo a sentar , y se levanta él.
Quizá sólo sea por la sensación térmica y porque voy en manga corta y pantalón corto, pero hace bastante frío, cada vez más desde que hemos empezado a jugar al tres en raya. Me levanto a por la manta que he dejado al sol en cuanto hemos vuelto del río, porque parece ya es costumbre que Nacho la empape con alguno de sus jueguecitos. Pero lleva pocas horas secándose, ya que en cuanto hemos llegado ha empezado a atardecer.
- Mierda- murmuro.
-¿Qué pasa?- me pregunta mientras separa los plátanos para repartirlos.
-La manta, sigue mojada.
-Cabía de esperar- dice como si nada.
Pero a mi no me da igual, tengo frío. Aún así me vuelvo a sentar y ceno.
- Lo que daría ahora por una sopa caliente- dice él.
- ¿Qué darías?- pregunto. Y la pregunta le pilla de sorpresa, está claro que no se la esperaba.
- Pues... no sé, todo. Bueno, aunque aquí no es que tengamos mucho para dar- reflexiona con un resoplido, y sigue dando bocados a su plátano en silencio.
Llega un momento en el que empiezo a tiritar un poco del frío. No es que hayan temperaturas muy bajas, estamos en verano. Pero hace ese tiempo de algunas noches frías de esta estación en las que necesitas una chaqueta y, aunque la tengas, aún así tiritas un poco. Pues imagina eso pero sin chaqueta; no es muy cómodo, la verdad.
-Ya no quiero más- le digo cuando me ofrece el segundo plátano.
-Pero si sólo has toma uno...
Yo me encojo de hombros, no tengo hambre. Me empieza a doler el estómago, de la misma forma que cuando estoy nerviosa. Suele pasarme cuando tengo frío por las noches en verano y no quiero que se me note. Intento mantenerme erguida para que Nacho no pueda percibir mi tiriteo. Pero fracaso en el intento.
-Ven aquí- me susurra al tiempo que me atrae hacia él y me abraza por detrás.
Al primer contacto con sus brazos me estremezco, pero después suspiro al sentir su calor y me acomodo. Es increíble el tacto de su piel, suave, caliente, lisa y tensa. Apoyó mi cabeza en su pecho.
-Gracias- digo con un hilo de voz.
Me es más fácil no sentir vergüenza ahora que no puedo verle la cara y está oscuro, pero no sé si mañana me dará al mirarlo. La verdad es que el primer día que llegué aquí no pude imaginar que estaría una noche así con Nacho, no creí que pudiera haber esta confianza entre nosotros. Ni que me abrazara si tuviera frío, pero míranos. Lo que estoy sintiendo por Nacho no es amor, no me está empezando a gustar ni me estoy enamorando, a pesar de que estamos viviendo la típica historia en la que al final, sí o sí, el chico y la chica se acaban enamorando perdidamente. Supongo que gustarme sí, pero no en ese sentido. Simplemente me siento muy bien a su lado, porque es atento, cariñoso y protector. Pero que sea así y además le acompañé un físico de escándalo no significa que me tenga que gustar. Al menos, por ahora no.
-Oye, y tú, ¿estabas durmiendo en tu casa como cada día, y de repente te despertaste aquí?- me vuelvo a poner nerviosa ante su voz susurrante cerca de mi oído.
- Claro, despertamos aquí en mitad de la noche. ¿Qué iba a estar haciendo si no?
-No sé- responde sin más.
-Y tú...
-No quiero hablar de eso ahora. Solo quería saber un poco más de como llegaste por si eso nos servía, nada más.
-Ya, pero yo te he respondido...
-Oye, no me hagas hablar ahora de ese día, en serio.
-Bueno- respondo por ahora, pero no voy a dejarlo pasar.
¿Qué pudo pasar esa noche para que no quiera contármelo? Y lo que me intriga más aún, ¿por qué no quiere ni recordárlo? Me apoyo de nuevo en su pecho, dispuesta a no hacer nada otra vez. En realidad sabía que no íbamos a hacer nada del otro mundo está noche, aunque él me hubiera prometido pasarlo bien. Me lo ha dicho para compensar que, cuando hace unas cuantas noches en el río habíamos acordado hacer un "plan nocturno", finalmente no hicimos nada porque nos quedamos los dos misteriosamente dormidos enseguida. Pero la verdad es que con esto me vale, estoy muy agusto aquí reclinada sobre él y saboreando su perfecto aroma; no haciendo nada, sólo hablando.
-¿Tienes hermanos?- me pregunta sacándome de mi ensimismamiento.
-Sí, una pequeña. Tiene diez años, y no se me parece en nada. Aunque realmente la que no se parece nada ni a ella ni a mis padres soy yo. Cuando nos enfadábamos de pequeñas, me decía en broma que era adoptada y yo me ponía a llorar. Pero supongo que ahora ya no me importa.
-¿La echas de menos?
- Sí, a la que más. ¿Tú tienes?
-Dos mayores, uno ya tiene un hijo y el otro está empezando la carrera.
- ¡Guauu! Entonces eres tío.- Me giro para poder verle la cara.
-Sí, el bebé no tiene más de tres meses. Es un crack.
- Un bebé... ¿es un crack?
-Si lo conocieras lo entenderías- me dice con una sonrisa, supongo que recordando sus ratos jugando con su sobrino.
-Siempre quise tener hermanos mayores, que suerte tienes.
- No es nada que se pueda envidiar. ¿Por qué quieres que sean mayores? Seguro que tu hermana pequeña es mucho menos fastidiosa.
-Ya, pero aún así eso es lo que está guay de tener hermanos. Aunque fuese quisiera tener un hermano pequeño.
- Ah, entonces lo que quieres es que sean chicos,¿no?¿Y por qué? Tu no sabes lo que quieres, los tíos somos muy pesados como para convivir con nosotros en casa.
-Me da igual, siempre he querido un hermano.- Insisto.
- Bueno, pues ya lo tienes. Al menos por el tiempo que duremos aquí.-No me esperaba esa respuesta en absoluto, pero me ha gustado.
Nos quedamos así, callados, durante aproximadamente una hora. Llega un momento en el que casi me estoy durmiendo, per no de sueño ni de aburrimiento. Se me empiezan a cerrar los ojos de lo agusto que estoy así, apoyada sobre él y con sus brazos a mi alrededor dándome calor. Pero entonces él me habla.
-La noche en la que llegamos aquí...- empieza, y vacila un poco. Pero yo no le interrumpo porque quiero que siga.- Esa noche no estaba en casa, estaba en la calle, debajo del piso de mi amigo Edu.
-Sí, sé quién es. Ese que está saliendo con Sofía- añado.
-Sí, pues esa es la cuestión. Todo empezó cuando en una fiesta que había en casa de ella, la chica me pidió que subiera al segundo piso. Cuando le pregunté para qué, ella me dijo que creía que unos chicos se estaban pegando, y que no encontraba a Edu para que le ayudase. Por supuesto, yo subí para ayudarla, aunque no caí en que era extraño que me lo pidiera sólo a mi. Si de verdad se estuvieran peleando, deberíamos haber subido más de uno para separarlos. Señaló la habitación en la que supuestamente estaban los chicos, pero entonces ella cerró la puerta cuando entramos. En cuanto le pregunté qué hacía, ella comenzó a besarme. Me la intenté apartar enseguida, pero entonces apareció Edu. Una chica de la fiesta le había dicho que nos había visto subir juntos. Entonces ocurrió el mal entendido; yo recibí el puñetazo que me merecería si de verdad estuviera besando a Sofía, ella se inventó su propia historia, y Edu se fue cabreado para no volverme a hablar nunca más.
>>Y fue esa noche, la siguiente a la fiesta, cuando fui a su casa dispuesto a explicárselo todo. Tenía que creerme, llevábamos siendo amigos desde primaria, y su relación con Sofía solo llevaba dos meses. Pero entonces él justo bajó a su calle para tirar la basura, y me vio. Tuve unos segundos para explicarme, pero no me creyó y me dijo que cómo me atrevía a presentarme después de lo ocurrido. Yo empecé a cabrearme, ¿porqué todos se vuelven tan idiotas en cuanto conocen a una chica? ¿qué tenía esa para que la creyera en vez de a su amigo de toda la vida? Le grité que tenía que creerme, que era un mal amigo por confiar en una... en vez de en mí. Pero esa palabra que usé para describir a su novia no le gustó nada, y me volvió a pegar como en la fiesta. Yo ya estaba cabreado y eso fue la gota que colmó el vaso, y empezamos a pelearnos de verdad. Dos amigos desde la infancia dándose una paliza por una chica, qué triste. Un vecino nos oyó y nos separó, Edu se fue a su casa. Yo estaba demasiado cansado como para irme a la mía, cansado y harto, y malhumorado. Me senté en la acera y me quedé dormido. Después me desperté aquí.
Noto que le ha costado mucho contarme eso, pero que se ha desahogado. Entiendo por qué no quería hablar de esto, es un doloroso recuerdo que te haya pasado algo así con tu mejor amigo. Pero me siento afortunada de que haya compartido eso conmigo. Le cojo de la mano sin darme la vuelta, y no se la suelto incluso cuando se me cierran los ojos.Por favor, comentad este capítulo!
![](https://img.wattpad.com/cover/24481673-288-k968465.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Hasta que salgamos de aquí
Fiksi RemajaUna noche, Marta se despierta en el campo. No sabe dónde está, ni quién, cómo y por qué la han enviado allí. Sólo sabe que está en un claro, tiene una manta y una cantimplora vacía, y no está sola. Luego está Nacho, justo después de aquella pelea se...