58. Nacho

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Es increíble. Quién iba a decirlo del solterón de Santiago... Bueno, en realidad no debería sorprenderme, siempre pensé que era un cabrón en todos los sentidos. Pero es ya un hombre de treinta y pico, debería tener su vida ya formada. Sin embargo, aquí donde lo ves, dirigiendo su propio negocio mientras va dejando por ahí chicas embarazadas... Y pensar que Raúl, el chico del bar al que habían pegado una paliza, ha salido mal parado por culpa de Santi. Aún no se está probado, pero yo apostaría a que el que le ha pegado es el propio Santiago. Se me vacía el estómago solo de imaginar cuántas horas pasa Marta al día con el animal de su jefe. En cuanto se pruebe que ha sido él el que pegó a Raúl, porque tiene que haber sido él, seguro, convenceré a Marta de que tiene que buscarse otro trabajo. No puede seguir al lado de ese hombre ni un minuto más...
Los pensamientos se me acumulan en la mente, unos encima de otros, sin poder hacer mucho para disipar la rabia e indignación. En cuanto he entrado a buscar a Marta al gimnasio, y he visto que ya no había nadie más que un conserje encargado de cerrar, he estado a punto de perder los nervios. Él me ha asegurado que no quedaba nadie en el edificio, y que iba ya a cerrar. Le he obligado a indicarme dónde estaba Santi, para preguntarle cómo es que Marta había salido antes y dónde estaba. Porque Marta ha tenido que salir antes de lo normal... sino, la hubiera visto en el rato que he estado esperando. Pero, antes de ir en busca del jefe, he corrido a nuestro Hostal a buscarla, "quizá haya ido ahí al salir del trabajo, a descansar o algo", he pensado. Pero nada, y Luna, la recepcionista, tampoco la ha visto entrar. Me he empezado a agobiar y, corriendo, he buscado la casa de Santi siguiendo las indicaciones del conserje. Han tardado muchísimo en abrirme, pero yo sabía que había alguien, porque se oía un murmullo en el interior de la casa. Para mi sorpresa, me ha abierto Julio, el chico al que se llevó la policía esta tarde mientras merendaba en el bar. Le acompañaba una mujer, que parecía su madre (aunque no pasaba de los treinta años), que ha tratado de calmarme cuando le he pedido explicaciones de la ausencia de Santi.
- Siéntate, ¿quiéres? Santi debe de estar a punto de llegar.
- Esque no puedo esperar. No sé dónde está mi... amiga, Marta, y sé que él debe de saberlo. Tengo que hablar con él.
- Seguro que no tarda.- ha intervenido Julio.
- ¿Y no sabéis dónde está? ¡No tengo tiempo para andar esperándolo! Además, ¿vosotros quienes sois? ¿Su familia?- ambos me han respondido negando con la cabeza, por lo que he respondido de mal humor.- ¿Entonces qué hacéis en su casa?
Y en ese momento, han llamado al timbre. Yo me he levantado de un brinco, esperando que fuera Santi. Pero no, era David, el camarero. Recuerdo que esta tarde me dijo que su tía era amiga de la madre de Julio. Entonces él me lo ha explicado todo. Y no porque fuera de mi incumbencia, sino porque sabía que sino no iba a dejar de preguntar por Santi, y porque además así me distraía mientras esperaba. Yo, en un principio, no le he prestado mucha atención, pues no podía dejar de pensar en Marta y en que no saber su paradero me llenaba de ansia. Pero la historia se ha empezado a poner interesante, y sobre todo porque Santi era el protagonista.
- No debería contarte esto, tío.- me ha dicho David.- Pero esque la policía está interrogando a Santi. Se cree que puede haber sido el que ha pegado la paliza a Raúl, el joven del que te hemos hablado antes. Porque Raúl es el hermano de Sabrina, la mujer que está en la cocina con Julio. Sabrina está embaraza, de una noche que conoció a Santi en un garito, pero él lo niega e incluso la mujer ha tenido que hacerse las pruebas de ADN para demostrarlo. Y Raúl desde un principio ha culpado a Santi, por lo que la policía cree que puede haber sido este el que ha pegado al muchacho para callarle.
- ¿Y Julio qué pinta en todo esto?- pregunto, y enseguida me arrepiento. Estoy alucinando con todo esto, sí, pero poco importa cuando Marta está desaparecida. Así que, preguntar por Julio me parece más bien cotillear y algo que no es ahora importante.
- Esque Julio es el primo, de Raúl y de Sabrina. Y ha venido al enterarse de que estaban interrogando a Santi, y de que Sabrina estaba de los nervios por lo que le había pasado a su hermano y por ver a la policía implicada. Y yo he venido también pero a buscar a Raúl, porque su madre está muy preocupada.
Y así es como me acabo de enterar de todo. Y aquí estoy ahora, sentado en el sofá como si nada, esperando a un Santi que no llega.
- Qué movida. Bueno, pues espero que se aclare lo de la paliza al chico. - le digo a mi compañero David.- Siento comentarte que seguro que ha sido Santi, le va mucho eso de ir por ahí pegando. Es el jefe de Marta, y no me gusta un pelo. Y hablando de Marta, me voy a seguir buscándola, porque como me quede esperando a Santiago no la veo hasta mañana. Si es que no le ha pasado nada...
- Tío, claro que no le ha pasado nada. Esta ciudad es un lugar seguro.- Yo, en mi interior, rebato las palabras de David. Es imposible que este pueblucho sea seguro teniendo como habitantes a gente como Santi.- Verás cómo está bien y todo esto es solo un malentendido, estará por ahí buscándote ella también para cenar, veras. - me anima.
Pero a mí sus palabras no me alientan, porque tengo un mal presentimiento que me dice lo contrario de que está bien. Aunque claro, yo ya no puedo fiarme de mis presentimientos. Porque mi instinto me dice que algo va mal siempre que tengo a Marta lejos, siempre que no sepa por mis propios ojos que está bien. Seguramente sea por la experiencia ya vivida en la selva.
Pienso en irme ya, no hay tiempo que perder. Aunque, en realidad, el capullo de Santiago es la única opción que tengo para encontrar a Marta, así que debo esperarle... Pero se me ocurre algo mejor, iré a buscarle a la salida de la comisaría. Así que voy hacia allá, acompañado por David. Nos quedamos un rato esperando, y cuando me doy cuenta de que son ya la once y pico, me entran ganas de llorar. Es noche cerrada, y no encuentro a Marta. No por favor, está escena otra vez no. Además, me paro a pensar en que quizá Santi no saldrá de la comisaría. Seguramente le declarán culpable de la paliza a Raúl y le encerrarán esta noche en prisión. Por una vez, deseo con todas mis fuerzas que no encierren a ese... hombre. Pero al cabo de cinco minutos más, decido entrar en la comisaría, ignorando los consejos de David.
- David, tienes que hacerme un favor. Ve a casa de Carol y Álvaro y pregúntales si saben de Marta. Sé que sabes quienes son, después ven a informarme.- digo tan solo. Entro rápido y sin decirle nada, para que no pueda impedírmelo. Pero, antes de adentrarme del todo en la comisaría, me giro para asegurarme de que David ha hecho lo que le he pedido. Y así es, corre en dirección a casa de nuestros primeros amigos.
- Buscaba a Santiago, creo que está aquí, detenido.- le digo al policía de la puerta.
- Si es un detenido no podrá verle hasta que sea puesto en libertad.- Responde como una máquina, como si sus palabras no significasen mi pérdida total, el colmo de mi desesperación.
- Por favor, déjeme entrar. Tengo que verle.- Pero me hace caso omiso, así que se lo intento explicar.- Verá, esque no encuentro a mi... pareja.- No sé por qué, he pensado que si llamo a Marta "pareja" me harán más caso que si es solamente mi amiga, por todo el rollo de las parejitas y eso. Quizá sea una tontería, pero no pierdo nada.- Marta lleva toda la noche sin aparecer, tenía que haber salido a las nueve, o nueve y media... pero nada. Trabaja en el gimnasio de Santi, y solo él puede saber dónde está. El gimnasio ha cerrado y Marta no está en casa así que... así que por favor, déjeme hablar con Santi.- mi voz suena desesperada, y no me avergüenzo de ello.- Quiero poner una denuncia por su desaparición, pero comprenderá que no quiero hacerles perder el tiempo pues quizá sea una tontería y Santi sepa de su paradero. Déjeme hablar con él, solo preguntárselo, y si no lo sabe pondré una denuncia formal. Por favor.- insisto.
- Está bien, chaval. Pasa, voy a buscar al detenido. Pero te aviso que si está en interrogatorios, tendrás que esperar a que terminen.
- Muchsimas gracias, de verdad. Esperaré lo que haga falta.- Esto último no me lo creo ni yo, pero ahora no es momento de pedir, después de lo que me ha costado que me dejen verlo.
Me siento en una de las sillas de la comisaría, y a los cinco minutos aparece el policía agarrando a Santi por el brazo.
- Tenéis cinco minutos, después me lo llevaré.- nos dice el guardia.
- ¡Pero si me habéis declarado inocente!- protesta Santi.
- Lo sé, pero aún no puedes irte, quedan unos tramites por hacer. Rellenarás el papeleo y te haremos algunas preguntas más, después podrás marcharte.
- De acuerdo.- se resigna Santiago, al tiempo que se sienta enfrente mío.
- Oye, ¿dónde está Marta?- No veo motivo alguno para andarme con rodeos y alargar más esto.
- ¿Qué? ¿Y yo qué sé?- me responde como indignado, encongiéndose de hombros.- Ya decía yo que me parecía raro que vinieras a... "visitarme"- gesticula las comillas con los dedos.
- Oye Santi, dejemos a un lado nuestras diferencias, y háblame en serio. Por favor. Marta no ha salido del gimnasio, al menos no a su hora. Tú eres su jefe, sabrás si ha salido antes y por qué, ¿no?
- Pues no. A mi me ha arrestado está gente tan agradable a las ocho y pico.- dice con ironía.- Lo que haya pasado después en mi establecimiento no puedo saberlo.
- Vamos, algo sabrás. Marta no está en nuestro Hostal, y no ha salido a partir de las nueve. A las diez, han cerrado el gimnasio como siempre. Según tu conserje sin nadie dentro.
- Mira, tío. Siento que no encuentres a tu chica, pero yo no sé nada. Pregunta por ahí, yo que sé. Por algún lado tendrá que estar.
- Eres gilipollas.- le suelto. Me parece increíble que se lo tome así, tan a la ligera. Pero por lo que realmente estoy tán enfurecido es porque se me ha ido al traste la única vía que tenía para encontrar a Marta. Creí que al hablar con Santi se me resolverían todos los problemas por esta noche.
- Eh, eh, tranquilo. Y que sepas que no te lo voy a tener en cuenta por todo esto que está pasando: yo en la comisaría, tú histérico por tu chica...- Cada vez que llama a Marta "tu chica", lo desprecio más. Marta no es la chica de nadie.- Mira, yo también espero que Marta esté bien, de verdad que no le deseo ningún mal. Pero verás como la encuentras enseguida y el lunes viene al trabajo riéndose de la historia.
Yo simplemente me levanto y me voy, dejándole ahí plantado a medio hablar. No me ha sido nada útil, así que no pienso perder más tiempo con este ser. Y, por cierto, retiro lo que he pensado antes. En realidad quiero que le encierren en prisión toda la noche. O toda la vida, ya que estamos. Por desgracia, al parecer es inocente.
A la salida me encuentro con David, viene acompañado de Carol.
- ¡Nacho!- nosotros tampoco sabemos dónde está Marta. Pero tranquilo, te voy a ayudar a encontrarla.
- Gracias.- le digo a David. Y, junto a Carol, me alejo en dirección al gimnasio de nuevo.
Hemos pensado que tiene que seguir allí, que Marta no se iría a otro sitio sin decirme nada. A no ser que se haya ido en contra de su voluntad, claro. Pero prefiero pensar que no es así, pues nadie la ha visto salir. Una vez a las puertas de "In Shape", nos damos cuenta de que no somos los únicos que merodeamos por ahí.
- ¿A quién buscáis?- pregunta Carol a una mujer y un joven que no paran de asomarse a las puertas de cristal.
- Mi marido, vino aquí esta tarde a hacer un tour y aún no ha salido... Le he buscado por todas partes, tiene que seguir dentro.
- Lo mismo pienso de mi amiga, Marta. Es la secretaria, me comentó que hoy debía guiar a un grupo de empresarios por el gimnasio, para mostrarles las instalaciones. Deben de seguir dentro, seguro. Pero lo raro es que ya han cerrado. ¿Cómo pueden no haberse dado cuenta de que quedaba un grupo de gente?- Habla Carol, pues yo estoy demasiado aturdido como para ponerme a explicar en alto mis pensamientos. Marta ahí dentro... y ya han cerrado... Eso solo se explica con que le ha pasado algo por lo que no puede salir. Quizá esté herida. No, entonces la habrían sacado el resto de gente que está dentro. Que se hayan quedado encerrados en el ascensor tiene más sentido. Espero que sea eso, o algo así. Pues entonces tiene fácil solución.
- Hay que pedir a Santi las llaves del gimnasio, vamos a entrar.- anuncio.

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