25. Marta

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Nada más venir, Nacho aparta de mí de un empujón al hombre, que ya estaba intentando quitarme los shorts. Le propina un puñetazo directo al ojo para después atacar en otras partes como la mandíbula o la nariz. Yo aguanto callada, todavía sollozando. No es nada agradable ver como se deja inconsciente a alguien a puñetazos, pero menos agradable era la situación de antes, así que no me importa; se lo merece. Nacho actúa con total decisión y sin pararse a vacilar. No veo que la resistencia por parte del hombre le impida conseguir su propósito, y a una pequeña parte de mi cerebro le extraña, pues el hombre tenía una fuerza excesiva. "Debe ser que Nacho también la tiene", piensa esa pequeña parte de mí que puede pensar en estos momentos, el resto de mi cerebro apenas atiende a la pelea y sigue asustado y atontado por la situación.
Cuando termina, Nacho me quita las cuerdas que sujetan mis manos quemándolas con el mechero, que después se guarda en el bolsillo del pantalón. Yo me masajeo las manos cuando por fin me las libera. Pero apenas hago esto, él ya me está abrazando, y susurra un "lo siento" cargado de tristeza y culpabilidad. Quiero decirle que no me pida perdón, que no es culpa suya. Pero apenas puedo hablar y sus palabras me tranquilizan, así que no digo nada. Se me escapa un último sollozo, por fin me siento protegida otra vez. Enseguida me suelta y dice que hay que irse antes de que despierte. "No tardará", me advierte, pero yo lo veo ahí tirado en el suelo y me parece que tardará horas en volver en sí; aunque Nacho sabrá.
Me coge de la mano y me guía por la selva, simplemente alejándome. Tiene muy mala cara, sus ojos están muy abiertos y tiene expresión de ansiedad, como si fuera a llevarse por delante lo primero que vea; además parece que ha estado llorando, aunque no estoy segura. Intento taparme un poco el cuerpo con el brazo que no me coge; aún estoy en sujetador y, aunque no me preocupa mucho, lo hago como acto reflejo porque no me siento cómoda. Él se da cuenta, se para y se quita la camiseta de esa forma tan adorable que sólo los chicos utilizan: desde la parte trasera de la nuca. Me la tiende sin mirarme y yo la cojo, su expresión es neutra, y muy seria. Supongo que este es el momento en que nos paramos y evaluamos lo sucedido, ya nos hemos alejado suficiente.
-Marta- me dice para que le mire, aunque él tiene la vista fijada al frente.
Yo lo hago y él suspira, y se pasa las manos por la cara. Parece un padre cuando su hija le dice que el peor chico del barrio es su novio; decepcionado y desesperado, pensado: "Esto es un desastre". Me siento mal y miro al suelo.
-Lo siento- murmuro.
-Marta, no vuelvas a decir eso- me regaña, y esta vez me mira por fin.
-¿Qué?
-Sí, que no vuelvas a disculparte ¿vale?- me dice como enfadado, no entiendo bien su actitud. ¿Es que acaso está enfadado con migo? Pero entonces dice algo más que me deja claro que no es así.- Obviamente esto no es culpa tuya.
-No es culpa de nadie- le corrijo.- Y... ¿entonces por qué estás como enfadado con migo?
-Pfff- resopla, parece que le desespera que no lo entienda, como si fuera obvio. Además, vuelve a no mirarme mientras me habla.- Mira, esta situación me supera, ¿vale? Y es sólo que estoy cabreado, ya está.
-Vale, pero ya ha terminado.- Le cojo la mano, para animarle.
-Ya, pero no me lo puedo perdonar y ya está, no es tan sencillo.- Y me suelta la mano. Entonces lo entiendo, está enfadado porque se culpa de esto.
-Nacho, no es culpa de nadie ¿vale? Sólo de ese, ninguno podía saber que estaba en la selva.
-Ya, pero sí que no debí haberte dejado sola.
-No me dejaste sola, yo me fui.
-Te fuiste por mi culpa.- Me dice mirando hacia el suelo, como concienciándose a sí mismo de la gravedad de la situación. Yo quiero decirle que no es para tanto y que se olvide. Pero entonces levanta la vista y muy serio añade algo.- Dios, lo que podría haber pasado...- niega con la cabeza, como incrédulo y desesperado- Y yo fui el causante de que te fueras.
-Sí, pero también gracias a ti no ha pasado nada, así que relájate. Y ahora vamos a nuestro claro, anochecerá pronto.
-De eso nada, tenemos que salir de la selva.

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