Esta noche me siento atrapado, con ganas de llorar. Es una de esas noches que presentan los síntomas de algo que sé que no tengo, porque es biológicamente imposible. Por eso, se me viene a la mente el recuerdo de la conversación con Marta de hace unas semanas.
- ¿Estás llorando?- le pregunté aquella noche, tumbados en la cama a oscuras, al oírla respirar como tal.
- Sí, para qué negártelo si siempre me pillas.- suspiró, como resignada. Pero antes de que pudiera decir nada, continuó.- Pero no me pasa nada, es solo que me apetecía llorar.
- Eso no tiene mucho sentido. La gente solo llora cuando le pasa algo.- Ella me dió la espalda entonces, girándose hacia la pared.
- O cuando tiene la regla.- inquirió demasiado de repente, como para no darme cuenta de que lo soltaba así para acabar cuanto antes.- Cómo se nota que no has tenido hermanas.
- Am.- Nunca sabía qué decir en esos casos, pero me pareció poco empático decir solo eso.- ¿Te duele mucho?- sonaba patético, pues si tanto no le doliera, no lloraría. Pero no sabía qué decir.
- No es eso.- se rió un poco. O quizá bastante.- Lloro en plan "tengo las hormonas revolucionadas y me he puesto sensiblera", no porque me duela.- se rió un poco otra vez. Yo me sentí estúpido.
- Ah- solté otra vez. Me reprimí por dentro por mis vagas contestaciones, pero esque realmente la respuesta me había sorprendido. - Entonces, cuando estáis con la regla... ¿lloráis?
- No siempre.- se volvió a reír un poco, pero creo que esta vez para quitarle seriedad al asunto.- Solo cuando me da por llorar. Yo que sé, ¿nunca te has acordado de algo bonito y has llorado por añorarlo? ¿O nunca has llegado a casa después de un largo día y has llorado en la cama porque sí? Pues esto es lo mismo.
- M... en realidad, nunca. Y no es por no ser comprensivo, pero es la verdad. Creo que siempre he sido consciente del motivo por el que lloraba cuando lo he hecho.- me sinceré. Ella volvió a soltar una pequeña risita.
- No pasa nada, pero pues vaya. La sensación de llorar por llorar creí que todo el mundo la había experimentado alguna vez.
- Y entonces... ¿lloras seguro sin razón? ¿No es, como has dicho, porque echas de menos algo o has tenido un mal día?
- Qué va, eso solo eran ejemplos para que lo entendieras más o menos. Yo que sé, soy un poco rara en realidad. Me paso el día feliz pero a veces me siento como una mierda sin razón y lloro por la noche. Y esas veces suelen ser cuando estoy con la regla, porque la sensibilidad se acentúa.- terminó. Y, tras esto, ninguno hablamos más. Yo le pasé mi mano por bajo las sábanas, y ella la cogió de buena gana. Ella se durmió en seguida. Al menos, con nuestra conversación, había dejado de llorar.
Así que ahora me siento parecido, con ganas de llorar porque sí. Solo que en este caso yo no puedo poner como excusa que tengo la regla, aunque no por eso los síntomas son diferentes. Es tal y como lo describió Marta y, ahora que lo pienso, creo que sí me había pasado alguna vez. Solo que creo que sí que hay un motivo, siempre lo hay, para mi llanto de hoy y el de Marta de aquel día. Pero quizá es una razón oculta, de la que no somos del todo conscientes, o que quizá conocemos pero no tomamos como motivo para llorar pues la consideramos insignificante.
Creo que lloro, aunque solo lloro por dentro porque aún no hay lágrimas, porque esto me supera. Me supera el haber aceptado la derrota, seguir aquí. Y lo que es peor, me supera no reconocer la derrota como tal, sino sentirla como una victoria desconocida, que antes no me había planteado. Supongo que mi resignación se debe a que aquí no vivo mal, ni mucho menos. Marta y el agradable día a día me han hecho aceptar de buen grado a este lugar como... quizá no casa, pero sí residencia temporal (pero por un largo periodo de tiempo). Pero esta noche me supera, no lo aguanto. No quiero seguir aquí como si nada porque he recordado lo que es la vida normal. Ir a jugar al fútbol con los amigos, sonreír a una chica que no sea Marta porque me aplaude cuando meto un gol, tener una madre pesada que no me deje salir de fiesta día sí día también, tener obligaciones con los estudios, sentir odio, o envidia... y no solo una especie de felicidad que me deja empanado y prácticamente sin sentido crítico. Cómo voy a sentir envidia o celos, si tengo a Marta y no necesito a nadie más. Pero no sé si eso es bueno, sentirme satisfecho. Quiero querer rebelarme, estar enfadado de vez en cuando y ser un niño revolucionario que no le hace ningún bien a nadie. Que me castiguen o regañen, que me digan lo que debo y no debo hacer para "tener en algún momento un buen futuro". Aquí me siento aburrido de tanta monotonía, tan tranquila, que casi parece felicidad.
Al menos cuando llegamos, quería ponerlo todo patas arriba, revelarme contra el alcalde, el sistema de "parejas", el maldito experiemnto, etc. Quería hacer pagar a los que nos habían metido en la selva y habían hecho pasar a Marta por lo que aquel hombre que la retuvo; sentía odio. Pero al menos eso me mantenía vivo, me dejaba pensar. Ahora no tengo nada por lo que luchar, ninguna motivación más que mantener el bienestar de Marta. Y eso está siendo tarea tan sencilla que es como si no existiera motivación alguna. Llevamos meses sin que ocurra nada, sólo trabajo, tiempo juntos, risas, deporte, comer y dormir. Solo eso. Y yo quiero que ocurra algo, pero ya más cosas buenas no pueden ocurrir, porque salir de aquí lo descarté hace tiempo. Así que entonces solo puede ocurrir algo malo. Y si aún sabiendo eso, sigo queriendo que pase algo, porque no aguanto más, ¿estoy deseándonos que ocurra algo malo?
Creo que la respuesta es preocupante, no debería pensar así. Al fin y al cabo la monotonía es paz, que es siempre mejor que la guerra. ¿No?
ESTÁS LEYENDO
Hasta que salgamos de aquí
Teen FictionUna noche, Marta se despierta en el campo. No sabe dónde está, ni quién, cómo y por qué la han enviado allí. Sólo sabe que está en un claro, tiene una manta y una cantimplora vacía, y no está sola. Luego está Nacho, justo después de aquella pelea se...