Hemos comenzado a andar hace más de una hora. Lo hacemos en línea recta para así alejarnos todo lo posible de la selva y llegar a las afueras, aunque dudo que la selva acabe en algún momento ya que, a pesar de haber caminado tanto, sigue habiendo árboles. Pero esta parte de la selva es diferente al centro, los árboles ya no son plataneros sino bajos y cada vez menos verdes; este sitio es muy extraño. Llega un momento en el que apenas queda vegetación, sólo altas plantas secas que crecen desde el suelo, lo que me recuerda a la seca sábana africana.
Hemos intercambiado alguna que otra palabra durante el viaje, diálogos sobre nada importante para entretenernos. Pero ahora él dice algo.
- Cada vez estoy más seguro de que esto nos llevará a algún sitio. Fíjate, antes una especie de bosque o selva y ahora parece que estuviéramos en la sabana. Desde luego no es muy normal un paisaje que cambia tanto, así que ya no me sorprendería encontrarnos una ciudad al final de esto.
-Tú sigue soñando- le digo con tono aburrido. Si se cree que encontraremos gente, que se vaya quitando la idea de la cabeza porque se llevará una decepción. Si hasta ahora no hemos podido salir de aquí, ni encontrar respuesta a todas las preguntas que nos hacemos sobre la extraña manera en la que hemos aparecido en medio de la selva, mucho menos vamos a encontrar personas. Porque eso significaría encontrar la salida, encontrar respuestas a nuestras preguntas, encontrar a alguien que nos explique lo sucedido y nos saque. Por eso sé que no encontraremos una ciudad, porque sería demasiado fácil y no puede serlo después de las difíciles semanas que llevamos aquí.
- ¿De verdad no lo crees? Seguiremos andando; esto no puede ser campo durante horas, tiene que haber algún sitio habitado. Seguro.- Y realmente lo dice muy seguro de sí mismo. Pero yo tengo la impresión de que lo dice así porque quiere convencerse a sí mismo de que todo irá bien y que, en realidad, no tiene ni idea de qué nos podemos encontrar más allá.
-Bueno, piensa lo que quieras- le digo.- Pero no te lleves una decepción si no encontramos lo que esperas.
Me mira, no sabría decir con qué expresión, y continuamos andando callados. Yo le cojo de la mano porque estoy cansada. Y porque así es más fácil, teniéndole cerca y con mi mano en la suya; así puedo andar lo que haga falta y asumir lo que nos espere más allá.
-Nacho... necesito parar.- le digo después de andar durante cuatro horas. Es casi la hora de la comida y aún no vemos nada aparte de plantas secas y algún que otro árbol. Nada de ciudad, ni otro paisaje diferente a los anteriores en el horizonte.
-Vale- dice, y se para. Yo me siento en el suelo, y expreso en alto mi descontento por no habernos acordado de coger plátanos, ahora no tenemos qué comer.
-Pues entonces tenemos que seguir, Marta. Sí o sí tenemos que llegar hoy a algún sitio, o no encontraremos comida. Si descansamos ahora, no llegaremos esta noche a ningún lado, por lo que no cenaremos ni tampoco desayunaremos mañana.
-Puff- resoplo.- Yo no puedo seguir, enserio. Estoy súper cansada y, además, cuando no como me siento débil. No puedo andar más.
No estoy exagerando, yo tengo ese problema con el hambre. Cuando me salto una comida me encuentro igual de mal que cuando estoy enferma, es una sensación horrible.
-Vamos, Marta- me anima tendiéndome una mano para que me levante.- Tienes que hacer un esfuerzo, no tenemos otra opción.
De repente, echo a llorar como una niña. La frustración de estar en un lugar en el que no te puedes permitir encontrarte mal, y el agobio de estar sin rumbo y sin comida, hace que pierda los nervios. Además, no es nada raro en mí estos cambios de humor repentinos; a veces me ocurre esto de estar perfectamente y de repente echarme a llorar por una tontería. El problema es que sólo me pasa con mi familia, nunca me lo permito cuando estoy con mis amigas, y muchos menos con amigos. Pero ahora estoy con Nacho y lo he hecho, debe de pensar que soy una estúpida llorica.
Sin embargo, él hace algo que no me espero; pasa sus brazos por debajo de mis rodillas y mi espalda; me alza al vuelo y comienza a andar conmigo en brazos. Yo me agarro a su cuello y aspiro inconscientemente su desconcertante y delicioso aroma masculino.Comentad qué os ha parecido este capítulo!
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Hasta que salgamos de aquí
Fiksi RemajaUna noche, Marta se despierta en el campo. No sabe dónde está, ni quién, cómo y por qué la han enviado allí. Sólo sabe que está en un claro, tiene una manta y una cantimplora vacía, y no está sola. Luego está Nacho, justo después de aquella pelea se...