34. Marta

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Nos disponemos a salir ya de la playa, pero algo a lo lejos me llama la atención.
-Nacho, mira eso.- Señalo preocupada a la otra punta.- No creo que esa chica sea su pareja... Y aunque lo fuera tampoco le debería estar permitido tratarla así.
-No, no lo es. Mira.
Allí, donde un muchacho de ya más de veintitantos, años está gritando y zarandeando a una chica más joven que él, vemos que otra chica que se aproxima más a su edad se les acerca.
- Creo que esa sí es su pareja...- me dice Nacho con el ceño fruncido, refiriéndose a la recién llegada.
La joven que acaba de llegar grita algo a los otros dos, y el chico la empuja para quitársela de encima. De modo que ella cae sobre su trasero en la arena.
- Se va a enterar...- murmura Nacho al tiempo que anda hacia ellos muy dispuesto. Yo le sujeto por el brazo.
- Espera, ¿qué haces?
Pero él se me suelta y comienza a correr hacia ellos, así que no me queda más remedio que seguirlo. En cuanto llega, aparta al tío del lado de la chica, a la que tenía agarrada a la fuerza por la cintura. Ella suspira aliviada, y se acerca a la otra muchacha aún tirada en la arena. Cuando la ayuda a levantarse, intenta disculparse, pero la otra le asegura que no es su culpa y miran la escena agitadas. Yo, inmóvil de pie en la arena, también observo como Nacho intenta calmar al tío sin conseguirlo. Este no para de dar manotazos para apartar a Nacho de en medio, diciéndole que no se meta donde no le llaman.
- No me voy a ir, creo que eres tú el que deberías irte si no quieres que esto empeore.
No sé qué hace Nacho haciéndose el valiente con un tío que le dobla la edad... El chico está muy alterado como para que le hablen así, por lo que en cuanto dice eso espero con miedo al inebitable puñetazo. Sin embargo, Nacho es rápido y pone su brazo entre medias.
- No te lo voy a volver a repetir. Vete, que aquí no pintas nada- le amenaza el chico con los ojos llenos de furia.
- ¿A, no? Pues a mi me parece que eres tu el que tiene que irse, no parece que a ellas les agrade mucho tu presencia ahora mismo.- Nacho hace un gesto con la cabeza señalando a las dos chicas asustadas.
Visto desde fuera, no se vería tanta diferencia de edad entre los enfrentados. Es más, Nacho no parece en absoluto cohibido y ni siquiera su oponente le saca altura. Ay que ver lo que hace el lenguaje corporal.
- Carlos, por favor, vete.- suplica la chica más mayor, la que sí parece su pareja.- Enseguida iré a casa y lo hablamos, pero ahora es mejor que te vayas.- Intenta persuadirle ella con el tono de voz más razonable que le sale.
- Laura, cállate.- Mira con asco a su pareja y se acerca a ella en un impulso. Nacho le frena poniéndole una mano en el pecho y él se sacude para quitársela de encima, creo que eso le ha cabreado aún más. Pero la otra chica interviene.
- Carlos, por favor. También iré luego yo a buscarte si quieres, y hablaremos.- le súplica sin esconder su tono desesperado.
Como esta vez es ella la que se lo pide, él acepta, pero no sin antes mirarlas a las dos con desprecio. Echa una mirada asesina a Nacho y por fin se marcha. Pero a mi esa mirada me ha dejado helada, juraría que significa que piensa volver a vengarse de él; un "me las pagarás" dicho en un solo gesto.
Las chicas nos miran, con algo de vergüenza, hasta que la mayor habla.
- Gracias por defendernos sin motivo, no teñíais por qué arriesgaos.- Nos lo dice a los dos, pero yo no he hecho nada más que mirar la escena asustada.- No os he visto nunca por aquí. Sois nuevos, ¿verdad?
- Sí.- le respondo algo enfadada de repente por la palabra "nuevos". Más bien somos "el nuevo experimento".
- No es nada, sólo hemos actuado como cualquiera lo hubiera hecho al veros desde fuera.- responde Nacho amablemente.- ¿Era tu pareja?
- Sí... Bueno, es un ariamista. Así que teneis suerte de que se haya ido tan fácilmente, de él nunca sabemos qué esperarnos ni como va a reaccionar...
Tiene cogida de la mano a la otra chica que, advierto ahora, tendrá tan sólo tres o cuatro años más que yo. Está asustada, pero por su expresión parece que esto no es algo nuevo.
- ¿Un qué?
- Sí, ariamista. La palabra viene de inconformista, pero combinada con el nombre de nuestra ciudad: Ariam.- sólo oír el nombre de este maldito pueblo, que con orgullo llaman "ciudad" a pensar de no tener las dimensiones necesarias, no me hace más que odiarlo... Odio Ariam, odio a los que nos han metido aquí. Pero ella prosigue, inconsciente de mis sucios pensamientos sobre su querida "ciudad".- Los ariamistas no aceptan a su pareja compatible, creen que es un error el haber tenido que pasar la prueba de la selva con ella, por lo que creen que estarían mejor con otra pareja.
- Vamos, que la prefiere a ella, ¿no es eso?- aclaro. Creo que lo he soltado demasiado grosero, pero me pone de mala leche la naturalidad con que se toma todo eso de las parejas compatibles. Me molesta lo acepte como un hecho normal, así que instintivamente intento fastidiarla también a ella.
- Sí- dice ahora la chica menor, con un hilo de voz.- Cree que soy yo y no ella con la que debería estar, cuando yo en realidad ya tengo pareja.
"Claro, todos los de aquí teneis pareja" me hubiera gustado contestarle resentida. Sin embargo, me limito a dejar que Nacho responda. Es increíble como de repente te encuentras en una situación que nunca imaginaste... Quién diría que algún día ese chico estúpido del colegio sería el que hablase razonadamente, mientras que yo tendría que callarme para no soltar una barbaridad.
- Entonces, ¿todos los habitantes de Ariam pasaron antes por la selva con su pareja?- Relamente me siento traicinada cuando veo que Nacho pronuncia el nombre del pueblo (y me niego a llamarlo ciudad) como si de verdad aceptase que hay un sitio llamado Ariam en el que se hace esto a la gente... Siento que no está de mi lado porque utiliza términos del bando enemigo.
- Sí, y todos tuvimos que encontrar el camino por nosotros mismos. Es ahí donde se ve el nivel de compatibilidad de la pareja... Es mayor cuanto más tiempo hayan aguantado los dos en la selva sin necesitar buscar una salida. Por lo que  cuentan, vosotros habéis tardado bastante... eso significa que la presencia del otro os es suficiente para sobrevivir. - Es algo muy serio y directo lo que dice, como si de verdad estuviéramos hechos el uno para el otro o algo por el estilo. Me entran arcadas sólo de pensarlo. Qué estúpida es esta gente por confiar en lo que les cuentan y creer de verdad que se puede ser eso de "compatibles". - Yo llegué aquí tras haber pasado tan sólo una semana en la selva... No nos aguantábamos mi pareja y yo, y llegamos cada uno por su lado. Él llegó dos días más tarde que yo.
- ¿Y cómo se supone que vais a ser compatibles, si ni aguantabais estar los dos solos?- pregunta Nacho con tono acusador enarcando una ceja.
- Eso mismo me preguntaba yo- le respaldo. Me alegra que Nacho vuelva a mostrarse de mi parte.
- Así son las cosas. La pareja tiene que irse conociendo y, a pesar de sus diferencias, tarde o temprano se dará cuenta de que necesita a la otra persona. Siempre pasa cuando se llega nuevo pero al final la compatibilidad se manifiesta.- explica la chica más joven.
- Dios, no me puedo creer que de verdad os hayáis tragado ese royo- les suelto.
- Marta...- Nacho me mira con cara de desaprobación. Depués, cambia de tema.- Lo siento, ni siquiera nos hemos presentado. Ella es Marta y yo soy Nacho.
- Nosotras somos: Sandra- dice la chica más mayor señalándose a sí misma.-, y Carol.- hace un gesto para referise a la menor.
- Y... perdonad mi intromisión pero... ¿cómo es que os lleváis tan bien vosotras dos si tu pareja, Sandra, en realidad quiere a Carol?
- En cuanto llegó nos hicimos amigas... Yo llevo aquí siete meses y ella algo más de cuatro.- dice Carol.- En realidad, poco a poco Sandra y Carlos se empezaban a entender.
- Sí, era más bien entender que querer, porque nunca hemos llegado a querernos como pareja. Pero nuestros chicos empezaron a acompañarnos a las quedadas, y Carlos se fijaba mucho en Carol. Fue hace poco más de un mes, cuando ya fueron innegables sus sentimientos hacia ella. Desde entonces se ha vuelto agresivo y parece que quiere llevársela a la fuerza... Ella le ha dejado claro muchas veces que no siente nada hacia él, y que quiere a Álvaro.
- ¿Y Álvaro, tu pareja, no hace nada al respecto?- le pregunto a Carol. Aunque en cuanto lo digo me doy cuenta de que esa no es la pregunta que me ronda la cabeza. Realmente lo que me pregunto es: ¿cómo es que Sandra también cree en las parejas compatibles si ella y Carlos no han demostrado serlo? Pero ya es tarde, Carol me responde a la pregunta formulada.
- Es que aún no lo sabe... Las dos hemos intentado mantenerlo en secreto y arreglar el problema solas. Porque cómo se entere... la verdad es que es una vergüenza que haya ariamistas, y aún más ser el objeto de uno de ellos. Para qué lo entendáis, un ariamista es como alguien que no acepta ser hermano del que lo es, y está convencido que es otro.- "Qué comparación más estúpida", pienso. Ni que la compatibilidad de las parejas uniera tanto como los lazos entre hermanos.- Además a Carlos tampoco le conviene que Álvaro lo sepa, por eso no actúa delante suyo.
- Bueno, aunque cada vez son menos discretas las miraditas e indirectas que Carlos te lanza en su presencia.- añade Sandra.
- Eso es verdad.- Carol suspira y mira hacia el suelo.
Nacho ha escuchado su historia en silencio, y parece algo alucinado por la situación. Así que una vez terminan de contarlo todo, da su opinión.
- Chicas, yo creo que deberías contárselo. Si decís que Carlos se está volviendo agresivo, y con la escena de hoy ya he visto que así es, sería mejor que Álvaro lo supiera. Algún día ese tío va a hacer alguna locura y os arrepentiréis de no habérselo contado.
- En eso llevas razón, no te creas que no lo hemos pensado... Supongo que más pronto que tarde se enterará o sé lo tendremos que contar nosotras.- dice Carol al tiempo que se encoge de hombros.
Nos quedamos unos minutos sin decir nada, unos mirando al mar, otros al suelo o simplemente despistados. El silencio se empieza a hacer incómodo, pero como no sé qué decir sigo callada. Hasta que finalmente Carol le susurra algo a Sandra y ella, como siempre, dice lo que piensan las dos.
- ¿Hace cuánto habéis llegado?
- Hoy mismo.- le respondo.
- Y... ¿no os ha ofrecido el alcalde un lugar para estos primero días?
- Bueno, digamos que no ha tenido oportunidad, salimos bastante rápido de su despacho tras "El Discurso".- responde Nacho. Y la verdad es que tiene razón. Llegó un momento en el que yo ya no podía oír más disparates relacionados con mi vida, así que salí corriendo a la playa y él me siguió.
- Oh, veo que conoces cómo llamamos a la explicación de bienvenida.- aporta Carol.
- Sí, él mismo lo denominó así.- le digo con cara de pocos amigos.- Pero "la explicación de bienvenida" suena menos espeluznante que "El Discurso".- añado.
Nacho se ríe, por primera vez desde que estamos aquí. Le miro enarcando una ceja y sonriendo en plan "¿y eso te hace gracia?", y él me responde con otra sonrisa y poniendo los ojos en blanco. Nacho es un poco bipolar, ahora ríe y en media hora puede estar de mal humor, y todo sin aparente motivo. Aunque es verdad que siempre intentaba estar contento para no arruinarme el día, en la selva tenía muchos cambios de humor de esos, e intentaba disimularlos. Supongo que en realidad será que sus pensamientos un día se levantan negativos, y al segundo se tornan más positivos por cualquier pequeño suceso que le haya alegrado... Con él nunca se sabe. He conocido un Nacho alegre y abierto, fácil de entender y de leer el pensamiento. Sin embargo, en el colegio no parecía así. Es verdad que tampoco me fijaba mucho porque no estaba en mi clase, pero tengo la impresión de que es más inaccesible de lo que yo he visto estas semanas.
- Bueno, entonces no teneis un lugar en el que quedaros esta noche, ¿no?- la pregunta de Sandra me saca de mi ensimismamiento.
- El tema es que no tenemos pensado quedarnos.- afirmo muy segura.
- Marta, hoy tendremos que dormir aquí, ya es tarde. Mañana ya pensaremos algo.- Nacho me mira a los ojos cuando me lo dice, creo que ese es su arma para convencer a las personas. Habla en un tono bajo y dirigiéndose sólo a mi, pero no por ello con intención de que no lo oigan las demás.
- Vale.- Me rindo al final.- Pues no, no tenemos donde quedarnos, pero si hace falta dormimos en la playa.- En realidad no lo digo enserio, aquí hace bastante más frío que en la selva debido a la brisa marina. Y ahora que lo pienso, anda que menudo paisaje más raro: selva, luego un campo árido y ahora playa... Esto me hace recordar lo frustrada que estaba, por estar aún sin respuestas, no saber en qué ciudad o país me encuentro ( aunque por el idioma creo que es España) y que nadie nos diga nada, debe de ser un tema tabú o algo de eso, porque sino no me explico a qué tanto misterio. Decido rápidamente preguntárselo a estas chicas y salir de dudas, pero entonces llega mi yo sensato y me lo pienso dos veces. Realmente creo que si aún no nos lo han dicho es por algo, además estoy realmente cansada... así que si es algo que no me va a gustar, que es lo más probable, mejor que me lo digan mañana. "Mañana será otro día" me autoconvenzo para no lanzarme a preguntar, "ahora sólo deja terminar este horrible día".
Mientras he pensado esto creo que Carol se ha ofrecido a prestarnos su casa para pasar la noche. Nacho lo ha rechazado educadamente con un "no queremos molestar", que en realidad quiere decir "estária genial dormir en una casa por fin, por supuesto que aceptamos tu oferta". Pero, afortunadamente Carol ha insistido repitiendo que nos debe mucho por lo que hoy hemos hecho por ellas. Está decidido.
- A Álvaro le encantará ser el primero en conocer a los nuevos. ¿Quieres quedarte esta noche, Sandra?
- No, gracias. Tengo que hablar con Carlos, así que vuelvo a casa.
- Sandra. - llama su atención Nacho.- ¿Estás segura de que es buena idea? Ya has visto como estaba de agresivo antes... Si de verdad quieres hablar con él, podemos acompañarte.
- No te preocupes, - le dice con una sonrisa Sandra.- no estaré sola. Tenemos la casa alquilada junto con otra pareja, así que le encontraré allí con los demás.
- Genial. Suerte.
- Gracias Nacho, espero veros pronto. Y muchas gracias otra vez por lo de hoy... ya encontraré la manera de recompensaroslo.
- Adiós. - nos despedimos Carol y yo a la vez mientras se marcha.

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