26.Marta

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Mientras me conduce de la mano a través de la selva, sin rumbo, avanzando en línea recta, intento que me explique lo que acaba de decir.
- ¿Cómo que irnos de la selva? ¿A dónde? Este sitio nos proporciona al menos alimento ¿sabes? No sé a donde quieres ir, pero seguro que allí no podremos vivir así, o ni siquiera sobrevivir. De todas formas ni siquiera hay un allí, estamos en medio un bosque- selva, por mucho que andes no vas a encontrar un final.
- ¿Qué no podremos vivir así? Lo dices como si viviéramos bien... Vivir así. ¿Así cómo? ¿En medio del campo, durmiendo a la intemperie, con gente como ese- suelta esto como una palabrota, y con repugnancia en el rostro- que ni sabíamos que estaba ahí? No, tenemos que irnos. La selva ya no es un lugar seguro.
Yo no respondo, no quiero seguir hablando del tema. Además ha tenido que sacar otra vez el tema de ese, y ahora no se me va el recuerdo de la cabeza. Genial. Andamos a buen ritmo durante bastante tiempo, sin hablar de nada importante, porque Nacho es reacio a hablar para entretenernos; parece que se obliga a estar cabreado. A mí de vez en cuando se me saltan las lágrimas. Por la escena en el río, por la escena atada junto a una hoguera y a un hombre que bailaba, por la firme decisión de Nacho de no permanecer en la selva...
Cuando han pasado casi tres horas pido parar, además ya es de noche desde hace tiempo.
- No pensarás que pasemos toda la noche andando, ¿verdad? Ni siquiera sabemos cuánto tardaremos en encontrar eso que buscas, si es que existe.
- Algo tiene que haber. Y vale, si quieres paramos, pero habrá que seguir en algún momento.
- ¿Pretendes que continuemos en un rato, todavía de noche? Estoy agotada, por favor- le pido. Todo lo sucedido hoy me ha dejado exhausta física y mentalmente. Además, tengo sueño.
- ¿Quieres que pasemos aquí la noche? No me pace muy seguro.
- A mí tampoco me gusta la idea, pero no nos queda otra opción si queremos descansar. Además, hemos dejado muy lejos al... hombre, no volverá a molestarnos y mucho menos a hacerse una caminata para encontrarnos.- La verdad es que me cuesta decir esta frase, es difícil tener que recordar lo sucedido y mucho más hablar de ello. Pero es con Nacho con quién estoy hablando, merece la pena decírselo aunque eso signifique tener que volver al inevitable tema.
- Bueno, supongo que tienes razón. Nos despertaremos temprano y mañana seguiremos. ¿No tienes hambre? Hoy no hemos siquiera comido.
- La verdad es que sí, pero no me importa esperar a mañana, no se ve nada con esta oscuridad.- En otras condiciones no podría esperar al día siguiente si no hubiera comido ni cenado. Sin embargo, no me imagino ahora comiendo. Quizá sí tenga hambre, pero no me apetece nada. Seguramente lo hoy sucedido sea la causa de mi inusual falta de apetito.
- Ya, será difícil encontrar un platanero, ya desayunaremos bien mañana para reponer fuerzas.
Nos acurrucamos a los pies de un árbol. Cada día que pasamos aquí hace algo más de brisa, se acerca agosto. No hemos podido coger la manta por la huída. Ninguno lo menciona. Yo me estremezco un poco y él me abraza. Su calor humano es más reconfortante incluso que la manta. Le hago coscillitas en uno de los brazos, casi sin pensar y solo para distraerme. Entonces le digo algo que ni yo sé lo que significa ni con qué intención lo digo. Sólo dejo escapar lo que me sale, lo único que sé que de verdad pienso.
-Te quiero- susurro.

Lectores, llegados a este punto os quiero dar MUCHÍSIMAS GRACIAS POR VUESTRO APOYO, no sabéis lo muchísimo que significa para esta novata escritora que algunos leáis esto. Es reconfortante saber que alguien dedica su tiempo a leer algo que tú has creado. GRACIAS.

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