35.Marta

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La casa de Carol es una casa normal y corriente, me imaginaba que sería algo distinta al pertenecer a un pueblo extraño. Desde luego, me equivocaba. Tiene dos pisos y ambos son muy amplios, la decoración es exquisita y un inquieto perro da alegría al hogar. Además, hay un jardín trasero; me recuerda a la casa de mi amiga Mónica; también lo tiene y allí de pequeñas jugábamos con las Barbies... El recuerdo me entristece, porque no sé cuándo podré volver a mi vida y ver a mis amigos de nuevo. Pero entonces veo a Nacho, entrando en la casa muy seguro de sí mismo en comparación conmigo. Sonrío al ver su aire chulesco. Él me recuerda que no debemos entristecernos, sino persistir en nuestro empeño de volver a casa cuanto antes.
- Álvaro, ellos son Marta y Nacho. Sandra y yo los hemos conocido hoy en la playa, y he pensado que podrían pasar aquí la noche ya que no tienen donde...
- ¡Genial!- Álvaro interrumpe a Carol, antes de que esta pueda terminar su explicación sobre por qué invita a su casa a dos extraños.- Así seré el primero en conocerlos.- Nos enseña su amplia sonrisa y se acerca a saludarnos. Se le ve realmente entusiasmado y creo que averiguo por qué, no debe llegar gente nueva a este pequeño pueblo muy a menudo, por lo que somos la novedad.
Me abruma un poco su recibimiento en forma de abrazo espontáneo, pero a partir de entonces decido que este chico me cae bien. A Nacho le da uno de esos que llamo yo "abrazo de tíos", dándole algún golpecito amistoso en la espalda. Álvaro nos pregunta por nuestros días en la selva, y Nacho le hace un breve resumen. Omite la parte en la que me captura ese indeseable, y así también cuando él se da la vuelta en el río y echa a perder mi confianza ganada. Deja bien claro con su relato que no somos pareja ni nada por el estilo, y que no estamos a favor del estúpido sistema de este lugar.
- Bueno, supongo que yo también dudaría si no estuviese tan enamorado de Carol.- responde Álvaro, echando una mirada centelleante y una sonrisita a la susodicha.- Pero no os preocupéis, tarde o temprano os daréis cuenta de que en realidad sí os queréis, y que siempres lo habéis hecho.- Con esta última frase me replanteo eso de que Álvaro me cae bien...
- No es cuestión de descubrir nada tarde o temprano. Marta y yo no nos queremos en ese sentido, y eso lo tenemos muy claro. De todas formas, no pensamos quedarnos a averiguarlo. Mañana mismo hablaremos con el alcalde para que nos indique el camino de vuelta a casa.- Me dan ganas de aplaudir por lo bien que defiende Nacho la opinión de los dos, yo no podría haberlo expresado mejor.
- Nacho, hablad con él si queréis, pero eso solo os hará ver una vez más que si estáis aquí es por algo. La cosa no va de que lleguen parejas de la selva y luego se vea quienes se quieren y quienes no, esto no funciona así.- Me dan ganas de preguntarle de qué va todo esto, cómo es que traen parejas "que congenian amorosamente" (por decirlo así). ¿Cómo saben que esas personas terminarán queriéndose? Es más, ¿Quién elige a esas personas y las trae aquí? ¿Acaso nos drogan o algo así, haciéndonos aparecer en la selva porque es parte del "proceso"? Todo esto me desconcierta, y son muchas preguntas importantes sin respuesta. Decido otra vez que estoy muy cansada para obtenerlas hoy, me repito ese "mañana será otro día" y me prometo a mí misma obtener respuestas al día siguiente. Pienso esto en muy poco tiempo, y Álvaro prosigue.- Si estáis aquí es por algo, es porque realmente estáis destinados.- Esa palabra es ya el colmo de mis pensamientos... Hago un sonido y gesto similar a cuando vomitas en parte para que se calle ya, y en parte porque siempre he sido "anti- empalagosidades" y anti estúpidas palabras románticonas. Solo oír destinados ya me dan ganas de verdad de vomitar.
Nacho me ríe el gesto y, para mi sorpresa, Carol y Álvaro también. Al final terminamos los cuatro riendo. Entonces Carol cierra la conversación antes de que se ponga más enfrentada.
- En cualquier caso, mañana será otro día y ahora no debéis preocuparos por eso. Debéis estar hambrientos, ¿cenamos?
La palabra cena me produce un fuerte dolor en el estómago, había olvidado lo hambrienta que estaba y que casi no podíamos seguir por la falta de fuerzas... llevamos desde el desayuno sin tomar plátanos. Me doy cuenta de que había escondido esa incómoda sensación ante tantos nuevos y angustiosos acontecimientos. Algo raro en mí ya que él hambre nunca he conseguido que se me olvide el hombre.
Preparamos entre todos la mesa, y nos sentamos los cuatro. Álvaro trae la lubina que ha estado cocinando. Está exquisita, y la cena resulta agradable ya que evitamos hablar del incómodo tema de las parejas.
- Bueno, ¿y qué edad tenéis?- Vamos a responder cuando él nos interrumpe.- No, no, ¡no me lo digáis! A ver si lo averiguo...- Nos mira a cada uno con aire pensativo.- Haber, Nacho... ¿unos 20? ¿21?
Me empiezo a reír, y Nacho ríe un poco también.
- ¿Qué?- exige Álvaro con una sonrisa.
-Tiene 18- le digo.- Pero es verdad que aparenta mínimo 20.
- Pues sí. Y tu... te iba a decir 17.- Le miro extrañada, enarcando una ceja, por lo que enseguida se corrige.- Bueno, ¿18?
- ¡Sí, claro!- Me empiezo a reír.- Te has pasado un poquito...
- Bueno, esque como me has mirado así con 17, he pensado que te estaba ofendiendo y más me valía no quedarme corto.- Responde Álvaro.
- Pues yo también te echaba 17...- añade Carol.- ¿Cuántos tienes entonces?
- 16- respondemos a la vez Nacho y yo. Entonces nos miramos y sonreímos.
La cena transcurre entre inocentes conversaciones y alguna que otra risa, resulta que Álvaro es un chico muy divertido. Nacho de vez en cuando me mira para comprobar cómo me siento, y yo le sonrio. En una ocasión, incluso me tiende una mano por debajo de la mesa, y yo le doy la mía pues también necesitaba sentirle en medio de este hambiente tan extrañamente hogareño. Realmente está siendo una noche agradable después de todo lo que hemos pasado, con exquisitos manjares y buena compañía. Finalmente, Carol se levanta para traer el postre, y yo me ofrezco a ayudarla.
- ¿Qué tal te parece Álvaro?- me pregunta ella en la cocina.
- Es una persona estupenda, creo que hacéis muy buena pareja.- Y lo digo en serio, no para ser amable. Creo que se complementan muy bien al ser ella tan organizada y discreta, y él tan revoltoso y dicharachero (en el buen sentido).
- Me alegra que lo pienses. Nacho y tú también parecéis entenderos muy bien.- Me quedo callada ante esta observación de Carol. No me gusta que se refiera a nosotros como pareja, pero prefiero no decir nada a soltar lo que pienso y estropear este buen rato.
- Mmm, esa tarta tiene un pinta increíble, ¿de qué es?- cambio de tema.
- De plátano y nueces.- dice alegre. Yo me desilusiono un poco al escuchar "plátano", llevo semanas comiéndolo.
Al volver a la mesa Nacho y Álvaro se están riendo a carcajada limpia. Carol suelta una risita y bromea preguntándoles si hablaban de nosotras. Pero Álvaro deja de reírse un poco para responder en serio que sí, que les había pillado. Entonces siguen riendo y Nacho me dirige una mirada pícara. Empezamos con el postre y yo incluso repito, está realmente bueno y el sabor a plátano no me ha resultado repetitivo para nada.
Es temprano aún, pero Nacho y yo preferimos irnos a la cama en lugar de quedarnos un rato viendo la tele. Ha sido un día duro y agotador. Sobre todo para Nacho, me recuerdo. Él ha tenido que cargar conmigo durante horas, así que debe de estar hecho polvo. La cortesía de los anfitriones esta vez me disgusta, pero tiene sentido que lo hayan hecho así . No paramos de repetirles que no somos pareja, por lo que desgraciadamente no hay motivo para ponernos en la misma habitación. Antes de dormir nos damos una ducha, y nos dejan un pijama. Yo me siento realmente bien ahora que por fin me he aseado de verdad y voy a dormir con ropa limpia, una cama y cuatro paredes que me protejan. Sin embargo, en cuanto me tumbo siento la ausencia de Nacho, llevamos muchos días durmiendo juntos y ahora me resulta imposible hacerlo sin él.
A pesar del cansancio, no concilio el sueño, y soy consciente del motivo. Espero eternos minutos a que venga, no quiero ser yo la que se acerque como si necesitara de verdad dormir con él. No sé por qué soy así, lpero no me gusta reconocer cuando necesito algo de un chico. CPero no viene, pasa una hora y pico y oigo a Álvaro y Carol que suben y se acuestan en la habitación que separa la mía de la de Nacho. Soy incapaz de dormirme, y me frustro por ser tan ilusa de creer que él también me iba a necesitar. Pasan más minutos, incluso otra hora. Rezo para que Nacho no se haga de rogar, al igual que hago yo, y venga.

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