El tiempo te da lo que luego te quita.

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Hoy puedo decir que está claro que el tiempo no cura las heridas. Que las heridas, todas y cada una de ellas, dejan cicatrices. Que las cicatrices no siempre se ven, que las más grandes y hasta las más pequeñas hacen que una persona cambie. Que cambie su forma de ver el mundo, de apreciar el tiempo, de no confiar en las personas, de saber que nadie gana a la vida, que todos nos morimos al fin y al cabo así que aprendes a no irte a la cama con cosas que no has dicho, de no irte con odio y con rencor, aprendes a despedirte de la gente sabiendo que a lo mejor no hay próxima vez y así les repites una y otra vez lo importantes que son para ti.
Simplemente cambias tu forma de vivir, de tantos golpes que recibes, de tantos errores que cometes, de tantas caídas aprendes a levantarte, a romper la piedra si es necesario, a cambiar de camino pero no de meta, a no encadenarte a nadie, a soñar con los pies en la tierra o en el cielo, a disfrutar de la vida y de los momentos buenos y también de los malos.
Y así, caídas y subidas, de verte arriba y de repente abajo, vives.
Y así, disfrutas de la gente que tienes ahora.
Y así, no te olvidas de pedir perdón y decir te quiero cuando lo sientas.
Y así, empiezas a creer en ti y en dejar a los demás con sus vida.
Y así, cuando mueras, solo te quedarán los recuerdos y los momentos que viviste y las personas que has conocido.
Y así, cuando mueras, te sentirás que has servido para algo más que para respirar.
Y así, cuando mueras, apreciarás tu vida y sabrás que has sido feliz sin saberlo.

One love.
-A.
Publicada el 28 de junio del 2015.

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