1. 9 ARCO DE INVIERNO

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1.9 CAMBIOS DE ESTACIÓN

El rumor de que Harold Heimerich, después de su corta aparición de tres días en DeLuan, había muerto por completo. No obstante, nuevas fuentes confirman que ha vuelto a esa ciudad. Los motivos son desconocidos. Se cree que el famoso esconde una relación secreta.

Le bajé todo el volumen al radio de la camioneta de Mary.

—¿Qué haces? —Se quejó. Resoplando volvió a subir el volumen. —Déjame escuchar Kiah. Vivo por el chisme, mi alma de tía chismosa lo necesita.

—Entonces pon música. No aguanto más, desde que regresé a DeLuan por la casa de mis padres, solo se escucha su nombre ¡es una plaga!

—¿De quién es la camioneta, eh? —Levantó las cejas con diversión. Al ver que no podía objetar nada, me crucé de brazos viéndola sonreír con victoria. —Es muy bueno, de hecho, su primer disco de Canciones de Sonámbulos y Hincados en Medianoche, uffff, me eriza la piel. Es como un poeta.

—Todo el santo mundo habla de él. —dije tapándome los oídos.

Quién diría que se volvería más famoso de lo que ya era. Su mánager debe ser excelente para que el nombre de Harold fuera el pan de cada día en todos los lugares. A pesar de solo tener dos álbumes; juraba que si alguien cantaba o lo escuchaba iba a correr sangre.

Había sin números de convers de él. Y por cómo veía, últimamente participó en un reality show promocionando que escribirá un próximo álbum asegurando que romperá éxitos. Desde ahí desactivó su ubicación de todas sus redes y la única imagen de él fue con una fan en el aeropuerto de Madrid.

«Alguien ha estado muy pendiente de él, y no diré quién soy.»

Solté un suspiro. Mi amor por su buena voz y libro (el cual releí muchas veces) , era algo de lo cual me negaba decirlo en voz alta porque me gustaba su trabajo y ahí quedaba. Re fan de lo que él hacía, pero no de su persona.

—¿Aún le tienes rencor? —Hizo una maniobra con el volante. Sus cejas se unieron, y sus ojos me daban breves vistazos. —Es decir, ya ha pasado un buen tiempo. Que recuerde dijiste que Heimerich les escribió a tus padres personalmente disculpándose.

Oh, cómo no olvidar esa carta.

Queridos señor y señora Nilsson. No hay palabras que pueda arreglar el que no haya venido a tiempo. Les pido disculpas por eso. Créanme que intenté ir por cualquier medio, sin embargo, tuve otras obligaciones. Mis pensamientos ante su ausencia, H².

Y vinieron más después de esa.

—Fue un buen detalle lo admito, pero que le costaba hacerlo en persona.

—Él no tuvo la culpa de nada de lo que le pasó a Elena. Kiah, tú no podías retener el cáncer. —comento de manera pausada.

—Gira a la izquierda. —Indiqué señalando la calle.

—Como quieras. —murmuró sin esfuerzo.

Mary era simple. Odiaba a la mayoría, y la minoría simplemente los toleraba, hasta que se cansaba y les metía el pie para que cayeran.

Al estacionar la camioneta ambas bajamos. —Hemos llegado. —Soltó un gran bostezo estirando sus brazos, provocó que sus rizos anaranjados cayeran por sus hombros.

Los fines de semana trabajaba en la pastelería de mamá haciendo entregas a domicilio con Mary y ahora que ella no estaba, estos trabajos se volvieron con más frecuencia.

Mary se quedó afuera de la camioneta recostada esperando que fuera sola a tocar el timbre. No me hice de rogar y caminé cruzando el jardín de la señora Julia, donde su gran recorrido de tulipanes morados te hipnotizaba.

"HASTA QUE ME OLVIDES."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora