[19]

1.3K 105 6
                                    



-¿Esto estaba planeado?-Pregunté con notable irritación.

Él soltó una fresca carcajada, helándome la sangre de lo cerca que estaba. Notaba el calor de su cuerpo sin que nos rozáramos, y su presencia era demasiado pesada como para poder relajarme. Para colmo, su respiración profunda revoloteaba los pelos de mi nuca, y su aroma, ahora mezclado con alcohol, me rebosaba las fosas nasales.

-Te aseguro que no, pero he de admitir que eres de las mejores personas con las que me podría haber tocado compartir armario.-Soltó otra risita.

-¿Estás borracho?-La pregunta salió un poco de la nada.

-Nope.-Analicé su voz; alta y clara, sin ningún tropiezo o deje.

Entendí por ende que no estaba borracho, sino que utilizaba su floreciente sentido del humor. Al mirar al suelo vi la leve rendija de luz que pasaba por la punta de nuestros pies.

-Aléjate un poco, me voy a girar.

Sentí su cuerpo alejarse escasamente del mío, pero lo suficiente como para tener espacio para rotar. Lo hice lentamente para no hacerle daño o llevarme algún susto equivoco. Demasiado precavida para ser yo. Al recostar la espalda a la dura capa de madera se me congelaron los omóplatos. La blusa blanca que llevaba puesta tenía una gran apertura vertical que casi la atravesaba completa, dejando un hueco que exponía la piel de mi espalda. Al levantar la vista me topé con su silueta recostada en la pared del fondo, y aún podía apreciar el brillo travieso de sus ojos azules y su sonrisa bromista. El cubículo tendría poco más de un metro por lado. Apreté un poco la lata restante que me quedaba. Hayes lo notó y miró mi mano atentamente.

-¿Todavía te queda?-Asentí.

Le extendí mi lata hasta su mano, con el fin de que la agarrara. Pero él no hizo eso. Agarró mi muñeca y tiró de ella hasta arrancarme de mi lugar y obligarme a pegarme a él.

-¿Pero qué demon...?

-Shh.

Su otra mano se envolvió en mi boca. Le miré atónita y el solo me lanzó una mirada de advertencia. Clavó sus ojos en la puerta y yo hice lo mismo. Aún con su mano en mi boca, y la otra sosteniéndome contra él, los dos agudizamos nuestros sentidos. Percibí lo que el oía: risas. Fruncí el ceño intentando comprender la conversación. La voz de aquella chica que nos medio que secuestró se oía por todo el cuarto. Entendí como le preguntaba a alguien que si iba a escoger verdad o atrevimiento. Ahora sabía a qué jugaban. Poco después escuché la voz de Trevor, respondiendo que quería verdad. Sin darme cuenta, Hayes apartó su mano de mi boca y la puso en mi antebrazo contrario. No le presté atención, simplemente quería enterarme de que clase de pregunta comprometedora le acababan de hacer a mi amigo. Bufé al no entender nada y dejé de centrar mi atención en las voces.

-Quedan siete minutos.-Murmuró.

Al volver mi vista hasta él, abrí los ojos notoriamente. Habrían menos de 10 centímetro de separación entre nosotros, y ahora era que yo me percataba de eso. Intenté dar un paso atrás, avergonzada. La acción fue interrumpida debido a sus dedos envolviéndose en mis antebrazos. Fruncí el ceño ante su rara sonrisa.

-¿Qué demonios pasa contigo?

Su sonrisa solo se ensanchó. Sus dedos me sujetaban con suavidad, pero lo suficientemente rígidos como para no soltarme.

-Sabes, me acabo de acordar del otro día, cuando nos encerramos en el armario del conserje.-Su voz tenía un deje pecaminoso.

Sentí el calor en mis mejillas mientras él se acercaba más a mí. No me puedo creer que me esté avergonzando porque un chico se me está insinuando. De todas formas, la situación no ayudaba mucho; estábamos encerrados en un cuarto oscuro que apenas tenía espacio, peligrosamente cerca. Aparté la mirada e hice fuerza con mis brazos, deshaciéndome de su agarre. Recosté la espalda en la pared paralela a la suya. Sus ojos picaban en mí. Le observé a través de los míos entrecerrados. Los hombros se me tensaron al verlo mientras volvía atacarme.

inside || h;gDonde viven las historias. Descúbrelo ahora